Violencia, paz y orden en la crónica de Gualberto de Brujas, notario del siglo XII

AutorGloria Cristina Flórez
CargoUniversidad Nacional Mayor de San Marcos. Lima - Perú
Páginas483-496

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I Flandes en crisis: 1127-1128

Flandes era una región que había crecido rápidamente entre los siglos IX y X, gracias a una serie de elementos favorables- geográficos y socioeconómicosy, especialmente, por el papel desempeñado por los primeros condes de Flandes en lo político y militar. En esa región, destacaba Brujas cuyo recinto urbano se fue ampliando gracias a una población numéricamente importante con destacadas actividades económicas, como la manufactura textil y el comercio. Al mismo tiempo, los condes, se dedicaron mediante diferentes maniobras -no todas ellas permitidas- a acrecentar sus territorios y aumentar sus poderes señoriales, aprovechando la situación de debilidad en que se encontraba la monarquía francesa. Ellos trataron de lograr la autonomía condal y consiguieron constituir finalmente un principado territorial1.

La expansión que caracterizó los diferentes ámbitos de Europa entre los siglos XI al XIII fue notoria en la región flamenca, especialmente en lo político y favoreció a los condes de Flandes, vasallos del rey de Francia, a quien inicialmente apoyaron en su política exterior pero, buscando al mismo tiempo, fortalecer en lo interno, gracias al apoyo de las ciudades, especialmente aquellas de la zona marítima. Además, contaban desde el siglo XI con un elemento específico, la "paz condal" que había reemplazado a la "paz de Dios" episcopal y les permitía combatir las infracciones cometidas en su territorio, convirtiéndose en los garantes del orden y de la seguridad pública al administrar la "alta justicia" en sus territorios. Así, concluía un largo proceso de usurpación de los derechos reales o "Regalia", iniciado siglos antes por el debilitamiento de la monarquía carolingia.

Los condes adquirieron gran prestigio y gracias a la indivisibilidad territorial y la heredabilidad por línea masculina consolidaron su poderío; de tal manera que su dependencia vasallática con el rey de Francia era más nominal que real e inclusive se vio favorecida por el desarrollo económico logrado, especialmente en la industria textil, sustento de las finanzas condales y de la prosperidad urbana de

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Gante y sobre todo Brujas debido a un activo comercio internacional. Esas ciudades contaban con una población muy numerosa, calculada en 60.000 habitantes para Gante y 30.000 para Brujas en este período. Ellos tenían un gran sentido de independencia, gusto por la ganancia e inclusive por el riesgo y la aventura, así como la apertura a diversas influencias provenientes de otros territorios, y conscientes de la importancia de dar concesiones a los recién llegados- sea en tránsito o en busca de residencia- para incentivarlos a realizar actividades que fomenten el desarrollo regional.

Es interesante notar desde ese período la existencia de una cierta problemática social en la región, agudizada a medida que crecía la prosperidad económica en sus ciudades. La burguesía había adquirido gran importancia y se veía protegida por un derecho urbano, que le concedía la autonomía municipal e intervenía activamente en la conducción de los asuntos de la ciudad; son los "poderosos" que controlan el comercio y la industria. Al mismo tiempo, existía un grupo mayoritario que sustentaba esa economía en desarrollo pero tenían limitadas posibilidades en lo económico así como en lo político.

A lo anterior, se añadían ciertos problemas relacionados con su estructura social y que desempeñarían papel importante en la crisis que afectó al condado en 1127-1128. Esta sociedad estaba claramente diferenciada y jerarquizada debido a los criterios jurídicos heredados del mundo romano que distinguía a los libres de quienes carecían de libertad. Así, era considerado libre quien dependía únicamente del poder central, podía desplazarse y contraer enlace sin restricciones, integrar el ejército, es decir, portar armas, ser ordenado religioso, disponer libremente de sus bienes, no recibir castigos físicos, dar contribuciones pecuniarias básicamente y poder ser juzgado por un tribunal de justicia o formar parte de él. Mientras que quienes formaban parte de la servidumbre y estaban bajo el poder de un señor o dominus carecían de los derechos mencionados anteriormente, siendo especialmente grave, el estar sometido a las obligaciones de trabajo manual o corveas ilimitadas y pago de rentas características de la servidumbre, asimismo cualquier libre que contrajera enlace con un siervo o sierva, perdía su libertad inclusive si desconocía el estatus jurídico de su pareja.

Los cambios de los siglos iniciales de la Edad Media crearon una compleja red de sistemas de dependencia personal, es el caso de las verticales, subdivididas en honorables o superiores, como el vasallaje y el naciente sistema feudovasallático que agrupaba a ciertos libres que gracias a sus poderes políticos, militares y económicos podían ejercer determinadas funciones y controlar a grupos muy numerosos y las inferiores o no honorables, integrando a todos los sometidos al poder dominical o señorial en sus diferentes formas.

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El condado de Flandes estaba gobernado en 1127 por Carlos el Bueno, nacido hacia 1084. Era nieto de Roberto el Frisón, conde de Flandes, cuya hija Adela contrajo enlace con el rey Canuto IV de Dinamarca. A raíz del asesinato de su padre, Carlos debió volver con su madre al condado, convirtiéndose en 1111 en consejero de Balduino VI, recibiendo una serie de concesiones. Contrajo matrimonio con Margarita de Clermont, heredera del conde de Amiens y poco tiempo después en junio de 1119, los representantes de las ciudades lo reconocieron como nuevo conde de Flandes y en los años siguientes sus destacadas cualidades personales como generosidad, virtud, justicia, así como sus habilidades en las actividades guerreras lo hicieron muy apreciado y admirado en la sociedad de la época. Asimismo, se ha insistido mucho en su profunda piedad cristiana y en el peregrinaje que realizó a Jerusalén, itinerario fundamental para un cristiano de la época.

Un aspecto destacado en su gobierno ha sido la imposición de la paz de Dios en sus territorios. Como lo hemos tratado anteriormente2, este movimiento iniciado hacia el año 989 en ciertas regiones de Francia, buscaba proteger a las personas y los bienes de los débiles e indefensos, es decir, los no combatientes de las violencias y abusos de todos aquellos que tenían la fuerza y poder para cometerlos. Insertados dentro de una amplia elaboración, los llamados Movimientos en favor de la paz se prolongaron en los siglos siguientes y tuvieron ciertos logros, permitiendo contar con seguridad, orden y paz favoreciendo la expansión de esas sociedades. La participación de Carlos el Bueno en esos movimientos permitía fomentar el desarrollo e impulsar la prosperidad en sus dominios. El éxito en su gestión hizo posible que se considerara su candidatura tanto a la corona imperial germana como a la del reino de Jerusalén; sin embargo, motivado por el amor a sus posesiones y a sus súbditos prefirió rechazarlas y continuar ejerciendo sus tareas de gobierno, buscando especialmente castigar a los infractores de las normas jurídicas, sin olvidar ayudar a los más necesitados, especialmente en los momentos de carestías, repartiendo víveres, dando limosnas y controlando precios de los productos de primera necesidad.

Deseando restablecer el orden que debía existir en las sociedades flamencas y en las que era fundamental el respeto a la paz y la justicia, consideró necesario esclarecer el verdadero estatus jurídico de sus habitantes, especialmente de quienes por diversos mecanismos ostentaban indebidamente a la condición de libertad. Era una tarea difícil y necesaria pero también sumamente peligrosa porque justamente entre quienes habían logrado esa mejora de estatus jurídico se encontraba una poderosa familia, los Erembaldo, quienes ejercían importantes cargos dentro de la administración condal. Una serie de circunstancias obligaron a

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Carlos el Bueno a convocar a una reunión para dilucidar esta situación y ante la amenaza que significaba la pérdida de su enorme poder económico y especialmente su status social, el jefe de la familia Erembaldo, el preboste Bertoldo y algunos de sus integrantes, tramaron un complot que culminó el día 2 de marzo de 1127 con el asesinato del conde, asestándole un golpe de espada en la cabeza, mientras rezaba en la capilla de su castillo en Brujas. Este crimen se veía agravado por una serie de elementos: la víctima era el señor del territorio3y por sus reconocidas cualidades4, el lugar sagrado en que se cometió que lo convertía en un sacrilegio, incluso por ser el tiempo de Cuaresma, así como por los autores del hecho, quienes siendo dependientes de tipo inferior le debían completa sumisión.

Los meses siguientes han sido narrados con detalle por Gualberto de Brujas en su Crónica y esas informaciones completadas con aquellas procedentes de otras fuentes de época muestran el año de graves dificultades que vivió el condado hasta poder recuperar la paz, el orden y la tranquilidad existentes previamente. Así, se hicieron presentes graves desórdenes, destrozos, crímenes y violencias internas, tanto en Brujas como en otras regiones flamencas, acompañados por el miedo, la angustia y la inseguridad que...

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