Vidas paralelas

AutorDaniel Sanroque
Páginas43-51

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La tranquilidad, esencial para realizar un buen trabajo, muchas veces no se encuentra por una razón: el abogado y el perito viven vidas profesionales paralelas.

De pequeño, cuando estudiaba geometría, me enseñaron que dos rectas son paralelas cuando, por mucho que se prolonguen, nunca se tocan. Eso es lo que en ocasiones parece que sean las vidas del perito y del abogado. Cada uno hace a su aire.

Responder sin preguntar

No es infrecuente que se nos haga un encargo profesional cuando se ha presentado la demanda o se ha contestado

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a la demanda. La excusa de que estamos, los peritos, desbordados de trabajo, puede encubrir esta práctica. Otras no, realmente se nos consulta, hacemos un informe rápido para que los abogados puedan realizar su trabajo y cumplir con los plazos establecidos; luego, con calma, confeccionamos el informe.

Se puede pensar que el abogado tiene confianza ciega en su perito, que considera que es capaz de realizar el informe pericial sin ningún tipo de problema. En mi opinión, lo que ocurre es que algunos abogados se sienten poseedores de la verdad. En quien confían de forma plena es en sí mismo. Por ello se permiten establecer las «bases del juego» sin consultar a nadie.

No obstante, no son los abogados los únicos que responden sin preguntar, también lo hacen los peritos. Una cosa tan necesaria como preguntar «¿de qué va este caso?», cuántas veces se nota que no se ha hecho. Informes periciales que no valoran lo que se solicita, que establecen bases que parecen extraídas de otro expediente, valoraciones realizadas con el baremo que no corresponde. Estas son algunas de las experiencias que nos ha tocado vivir.

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Como ejemplo puedo explicar aquel informe pericial impecable, formalmente hablando. Establecía en mecanismo lesional, el nexo de causalidad, estudiaba el tiempo de curación de las lesiones, las secuelas permanentes que padecía el paciente. Aplicaba el baremo de accidentes de tráfico, cuando se trataba de una póliza privada de seguro, con su propio baremo, aceptado por el cliente, mediante la firma del condicionado general y las condiciones particulares.

Al salir de los juzgados, de Girona en este caso, estuvimos charlando y el perito me confesó que cuando le hicieron el encargo nadie le dijo que se trataba de una póliza de seguro privado. Tampoco él lo preguntó. Ambos profesionales vivían, trabajaban...

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