La vida revirada. Un reportaje especulativo. Derrida, Blumenberg y alrededores

AutorJavier López González
CargoProfesor de filosofía (CAM), UNED
Páginas107-138
239
La vida revirada. Un reportaje especulativo.1
Derrida, Blumenberg y alrededores
JAVIER LÓPEZ GONZÁLEZ
PROFESOR DE FILOSOFÍA (CAM), UNED
Tomando el alma en un puño / Lo que no abarca es
despojo / Y lo que queda, delirio.
ALBERTO CARDÍN
1. El presente artículo, a modo de reportaje especulativo en diez escenas, explora el ámbito del viviente (siem-
pre moribundo, falto de tiempo, animado por lo vivo y lo muerto) tal como es minuciosamente analizado en
las intrigas de Derr ida y en las historias de Blumenberg. En este juego de espejos entre estos dos autores
hemos citado al primero siguiendo las pistas de sus lógicas (de lo autoinmunitario, lo suplementario, lo espec-
tral, el acontecimiento, la doble invaginación quiasmática de los bordes, lo im-posible posible, la no-coincidencia,
el out of joint, lo vivo-muerto, lo hiperbólico, el no verlo venir, las contradicciones no dialectizables, la historici-
dad infinitamente finita, la clandestinación, la destinerrancia, la re-marca, la disparidad misma, el principio de
ruina) y al segundo haciéndonos eco de sus motivos más pregnantes (principium rationis inssuficientis, abso-
lutismo plenipotenciario de la realidad, delegación, rodeo, angustia, miedo, arte de sobrevivir, metáforas absolu-
tas, Unbegrifflichkeit, mundo de la vida, Selbstverständlichkeit, Tiempo de la vida, tiempo del mundo, gnosticis-
mo, exotismo de la teoría, incongruencia, lo inasible, lo diabólico, tropiezos, resbalones, actio per distans, Instän-
digkeit/ Gegenständigkeit, jóvenes y viejos, amigos y enemigos, crítica de la clausura y de la simultaneidad), así
como de algunas imágenes de su «heráldica» de lo inasible. Presentando cada escena, a guisa de armadura de
clave, una serie de fragmentos desempeñan la función doble de dato bruto y de corolario por anticipado;
entre medias los argumentos. El estilo del reportaje refleja, con mayor o peor fortuna la tesis radical de Derri-
da y Blumenberg acerca de la siempre sucia —como diría mi maestro y amigo Quintín Racionero, tristemente
desaparecido—, o equívoca y per-versa vida del lenguaje, entendiendo dicha per-versión o ambigüedad como
su condición de posibilidad, y, por tanto, de la garantía de sentido. La aparición de otros autores («...y alrede-
dores») no supone una violencia hermenéutica, pues éstos (Quignard de un modo destacado) han seguido
caminos paralelos más o menos independientes a la retorsión que los caminos de pensamiento experimenta-
ron a raíz del trabajo de Derrida y, de un modo más soterrado e ingrato, de la monumental y melancólica obra
de Blumenberg. Dos fantasías de la doxografía ficción se presentan como obstáculos para el propósito de este
artículo: 1. La idea peregrina de que Derrida defendió algo así como una dilación infinita, un desparrame
dadaísta del sentido o una gramatología propiamente dicha. Ni en La diseminación se pierde de vista la racio-
nalidad articulatoria ni en De la gramatología se deja de insistir en que un proyecto tal seguiría siendo solida-
rio de una metafísica de la presencia (ahora presentada en espejo). Que la deconstrucción es una forma de
racionalismo incondicional, no por ser cierto deja de sorprender más a los portavoces de la doxografía fic-
ción o a los ventajismos del hombre de paja. 2. La reclusión interesada de la obra de Blumenberg es una esfera
estética separada o la condescenciente consideración de su erudición como mero inventario de los pecios de
nuestra cultura. La alta erudición revela en él, tras la deflación de la metafísica y la tachadura de una ontolo-
gía que haya puesto en cuarentena la duración lábil de las cosas, la posibilidad de una práctica de la raciona-
lidad no sojuzgada por el telos de la cientificidad. Para ello se vio impelido a escudriñar las metáforas y los
conceptos, como juego de aferramiento ante el peligro; de ahí que la retórica no quede mansamente calificada
como ornato, sino como negociación indeterminada ante la falta o multiplicidad de suelo o fundamento.
Tomarse la contingencia al pie de la letra no aboca al cosquilleo estético de las palabras, sino a una etología
racional del juicio reflexionante, sin descuidar —y aquí reside lo insólito y audaz del pensamiento de este
RA_239_Blumenberg.pmd 05/05/2014, 16:21107
108
239
BLUMENBERG: LA APUESTA POR LA ILUSTRA CIÓN TARDÍA
Hélas! Tout est abîme – action, désir, rêve, / Parole!
CHARLES BAUDELAIRE
Le propre du réel ne serait-il pas d’être immaîtrisable?
ROLAND BARTHES
Wer Strophen liebt, der liebt auch Kata-Strophen;
wer für Statuen ist, der muß auch für Trümmer sein.
GOTTFRIED BENN
There is no way to clear the haze in wich we live, no way
to know that we have undergone another day. The silent
snow of thought melts before it has a chance to stick.
MARK STRAND
Tutto dové cominciare da un equivoco.
Il regno della Rettorica non conoscerà altra fine che
la fine del mondo.
GIORGIO MANGANELLI
1. El absoluto en fascículos
Der Ordnungsruf «Zu den Sachen!» lebt noch darin von seiner Verachtung der bloßen
Worte und der rhetorischen Steigerungsmittel, daß er für sein eigenes Pathos auf die Me-
taphern verzichtet. Der Rückruf «Zu den Quellen!» ist eine Metapher und ist der Inbegriff
einer nur rhetorisch möglichen Zumutung. Die Quellen sind immer verloren, liegen im-
mer mi Rücken der Geschichte.
HANS BLUMENBERG
Pasar por alto es una operación prosaica que, amén de necesaria, no es tan
inofensiva como muchos, pasándolo por alto, haciendo la vista gorda, quieren
creer. Se trata de una maniobra más eficaz y peligrosa que el olvido, que a veces
puede remediarse, e incluso que el olvido del olvido (la cripta o reservorio del
inconsciente), el cual siempre contará con voluntariosos e infatigables truja-
manes. Además, mientras que lo impensado y su rescate tienen la grandilo-
revirado etnógrafo de nosotros mismos— las prestaciones conceptuales de la técnicas y de la ciencias. Sal-
vando esas lecturas perezosas, la complicidad aquí señalada, sin menoscabo de diferencias insalvables, entre
Derrida y Blumenberg no parecerá totalmente desencaminada. En la elaboración de este trabajo he contado
con la paciente ayuda y consejo de José Luis Villacañas Berlanga, cuyo magisterio se deja notar en lo que esta
exploración tenga de útil, Bárbara Reinoso Acero, con la que me une obsesión razonada y estudio de la obra
de Derrida, Bueno y Manganelli, así como la cruzada contra la concepción de la retórica como puro adorno;
y Miguel Ángel Hernández Saavedra, con el que comparto la certeza de que no es posible hacer filosofía sin
exponerla al peligro del poema (de John Ashbery a Derek Walcott). Como se verá, el discurso, en su estar
siempre dando tumbos, se columpia entre el poema y el matema. Esta promiscuidad de la filosofía, siempre
merodeando por los arrabales, tampoco es que sea nada inaudito; se me antoja otro de los efectos estilísticos
de su posición: su intromisión, polypragmoneo, en el decir platónico. La segunda parte («Lo crudo y lo cursi»)
fue discutida previamente en el curso de un seminario que impartí en la UNED los días 7, 9, y 11 de febrero
de 2011 («Como quien no quiere la cosa I, II, y III») disponible en el portal TELEUNED en el apartado de
«teleactos». Rafael Serrano Oliver y Clara García Rojas me hicieron valiosas sugerencias a la sazón.
RA_239_Blumenberg.pmd 05/05/2014, 16:21108
109LA VIDA REVIRADA. UN REPORTAJE ESPECULATIVO. DERRIDA, BLUMENBERG...
239
cuencia y los colorines de nada menos que una historia del ser, lo s d es pistes
modestos y sigilosos, una vez señalados, sorprendidos y ligeramente sonroja-
dos hacen sus mohínes y siguen adelante. La historia del pensamiento parece
una sucesión de despistes, de cosas que se omiten de un modo rutinario, sin
olvido ni represión, de un modo palurdo e impune. No darse cuenta en el des-
piste de algo tan vulgar como inolvidable, no resulta a primera vista algo im-
perdonable, se puede siempre desestimar; es más, el que reconoce no haberlo
notado, hace notar en su confesión de andar por casa que no era para tanto: Ja,
das habe ich immer übersehen.2
No deja de resultar curioso que lo que se haya pasado por alto casi siempre
sea lo mismo, algo que salta a la vista, de tan ordinario toda una ordinariez: la
duración. Su obviedad es la que permite darla por descontado en la construc-
ción de estas Selbstverständlichkeiten que ahorman la naturalidad necesaria-
mente impostada de cualquier actuar. La duración nunca ha sido, pues, olvida-
da; bastaba con sacarla del plano, como quien no quiere la cosa. Una filosofía de
la duración tomada al pie de la letra quizás haya requerido tantos esfuerzos que,
es natural, una y otra vez haya sido descontada. «Lo ilegible es menos lo hermé-
tico que lo obvio», apostillaba Nicolás Gómez Dávila en uno de esos escolios
que son silenciosas escaramuzas. No escamotear la duración exige más de la
cuenta; veamos.
Ofrecer un reportaje especulativo de nuestras maneras de sobrevivir y mas-
morir, novelar los artefactos y los artilugios, el juego de producción y seducción,
de arreglo y desarreglo, ruina e institución que encontramos en la duración de
ese viviente, a medio hacer entre el parásito y el extremófilo que es el hombre;
perseguir la esencia furtiva, lo inesencial en sus vericuetos y divertículos, de aquel
entretanto de trance y éxtasis que es la vida; recorrer las escenas y las intrigas de
la experiencia, en su melodrama de atadura y deliquio, de aferramiento y des-
mayo, de herida y aplomo; sombrear el efectismo de esas máquinas de transfe-
rencia (traslatio imperii, traslatio studiorum) que a modo de trinquetes y esclu-
sas celebran tanto el recuerdo como el olvido, la acumulación de logros como la
exclusión sacrificial del malogrado; rodar nuestra existencia melancólica y có-
mica, melancómica, como lo que es, vete a saber, el subproducto teorético de una
forma de vida que como cualquiera consiste en la tensión, el arco reflejo de se-
2. Cuenta Blumenberg (Quellen, Strömen , Eisberge, Suhrkamp, 2012, pp. 248-249) que cuando Hans Jonas,
según relató él mismo a nuestro chismoso, le inquirió a Heidegger por la razón de que ni en su analítica
existenciaria de Ser y Tiempo ni en su viraje hacia una consideración del Ser a solas tras el abandono de una
de las vías muertas de la ontología fundamental aparecía tratado el tema del cuerpo (de carne y hueso)
como tema de rango y relevancia filosóficos, Heidegger, respondió lacónico, aunque hay que decir con
cierto malestar: «Ja, das habe ich immer übersehen» (Sí, este tema siempre lo he pasado por alto). Como si
se dijera para sus adentros en tono azorado y quizás auto-exculpatorio, más castizo: ¡Caramba! ¡Vaya des-
piste! Siempre lo he desp achado. O como si quisiera, al par, reafirmarse e n su omisión: si lo he p asado
siempre por alto, es porque a vista de pájaro resultaba irrelevante.
RA_239_Blumenberg.pmd 05/05/2014, 16:21109

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR