Viaje a la historia en Carrión de los Condes

AutorRafael Pérez Molina
Páginas599-611

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Caía llovizna con suavidad y placenteramente aceptada en su esparcimiento. Este acontecer no impidió el objetivo desde varios meses antes planificado. Estaba seguro de que lo aceptaría, lo que no restaba generosidad al favor obtenido con su compañía en este viaje.

El profesor García María fue generoso, y sin demasiadas dudas, participó en mi deseo. Eso sí, puso una sola condición: nos alojaríamos en el Monasterio de San Zoilo, en la villa de Carrión de los Condes.

La primera y las dos jornadas siguientes, ya soleadas, se iban a convertir en un viaje a la Historia, relatada con maestría, conocimiento, cariño y cierta dosis de generosidad intelectual, de aquel que solo valora lo que no tiene precio porque su valor es lo que es ajeno a cualquier mercado que pone precio a un saber que solo se alcanza con paciencia, tensón, esfuerzo, ilusión y corazón.

Arribamos a Carrión de los Condes, ciudad de nobles e hidalgos donde siempre obtuve la respuesta adecuada a todos mis interrogantes que eran muchos, aunque sin la duda de que mi curiosidad sería cumplidamente saciada. Un sabio y elegante personaje. Lo reconozco, sin ambages. Mi intención llevaba aparejada cierta dosis de egoísmo, pero pesaba más el noble propósito de aprender, como siempre había acaecido en mis reiterados contactos con él.

No se trata de alabanzas dejadas llevar por el afecto sincero que le profeso, sino de una prueba inequívoca, suficientemente acreditada de su estilo sublime y competencia acreditada en el conocimiento de nuestro pasado histórico.

Al llegar a la localidad, con cierto resgusto afirmó: “Aquí vivieron reyes, nacieron condes y se alojaron personas investidas de una gran dignidad”, “se reunieron las cortes castellanas y hubo asambleas y concilios eclesiásticos”, existió una remota administración de justicia”. “En fin, nos ubicamos en zona de los antiguos campos góticos. Y como anécdota, te diré que incluso, según apunta Bartolomé de las Casas en Historia de las Indias, Carrión sirvió como moneda

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de cambio, fracasada, en un intento de permuta a favor de Cristóbal Colón, del Virreinato de las Indias por un estado en Carrión, proposición oficiosa que fue rechazada por el Almirante”.

Le inquirí con cierta dosis de provocación, para generar su discurso: “¿Dice usted que hubo sesiones de las Cortes castellanas en Carrión de los Condes?”

“Sí, amigo mío, Cortes, como las convocadas por el rey castellano Alfonso VIII en 1188, a las que, al parecer, solo asistieron con voz y voto los merinos nombrados por el rey, por lo que todavía serían incipientes, al haber sido privada de ambos, aún con su presencia, la representación de villas y ciudades. Ello fue así, como se deduce de la afirmación del historiador compostelano Manuel Colmeneiro y Penido en Cortes de los antiguos reinos de León y Castilla de que: La gloria de haber dado entrada en las Cortes al estado llano, sin duda pertenece al Rey de León Alfonso IX. Es verdad que Alfonso VIII de Castilla llamó a los “majores civitatum et villarum” a las de Carrión de los Condes de 1188; pero no consta que hayan sido elegidos, ni tenido voz ni voto en aquella asamblea, ni fue su presencia un acto de posesión desde entonces no interrumpida, del asiento que ocuparon a la par del clero y la nobleza; al contrario, todo nos inclina a creer que a las de Carrión no asistió el brazo popular. Según Colmeneiro, fueron famosas y memorables. En ellas, dicen que, siendo armado caballero el rey de León, lo que pone en duda, en este tiempo, la unidad entre ambos reinos, éste rindió vasallaje al de Castilla. Y también se produjo un acto, digno de memoria, pues recibió caballería el príncipe Conrado de Suabia, hijo del Emperador Federico de Barbarroja, príncipe que vino de Alemania para contraer matrimonio con la infanta Doña Berenguela, unión fracasada por haber sido asesinado antes de que la misma se produjera, aunque el posterior acercamiento de Castilla al imperio sí diera resultado, a través del casamiento de Beatriz de Suabia, nieta del emperador y sobrina de Conrado, con Fernando III, celebrado, precisamente aquí, en Carrión de los Condes en el Monasterio de San Zoilo. Por eso, como luego, el rey Alfonso X, se consideró con derecho al trono imperial, como debes conocer, ello tuvo incidencia en el derecho castellano y más concretamente en la interrupción del Espéculo. Pero hubo más sesiones de las cortes castellanas en Carrión, como las que parece tuvieron lugar en 1192 convocadas por Alfonso VIII, aunque esta fecha es dudosa, pues sus sesiones pudieron también celebrarse en los dos años siguientes. En ellas se atajó el problema de cómo sustentar a los soldados, ya que se estaba preparando la campaña militar, luego plasmada en la batalla de Alarcos de 1195 en donde fueron derrotadas las tropas cristianas, lo que paralizó la reconquista hasta la de las Navas de Tolosa. O como las Cortes de 1317 que Colmeneiro manifiesta fueron precedidas de un ayuntamiento, que como sabrás suponía reunirse para tratar de su único asunto. Reinaba ya Alfonso XI pero sometido a tutela por su

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minoría de edad. De lo en ellas acordado, se deduce la importante influencia de la denominada Hermandad general sobre los tutores del rey, ya que estos sin traba alguna confirmaron el cuaderno de peticiones que aquella presentó, lo que supuso un duro golpe al poder real. Las cortes carrionesas, en efecto, se limitaron a aprobar el cuaderno de peticiones y acuerdos que, previamente, había elaborado la Hermandad general: «…e seyendo y ayuntados rricos ommes e caualleros e escuderos ffijos dalgo e caualleros e ommes buenos procuradores de las çibdades e delas uillas de los rregnos del dicho sennor que son en la hermandat mostraronnos vn quaderno de muchas cossas que ellos auyan ffecho en los ayuntamientos que la hermandat auyan ffecho en Cuellar e aquí en Carrion, que eran a gran seruiçio de Dios e del Rey e nuestro e a pro de toda la tierra». No puede extrañarnos, por tanto, que una de las primeras decisiones tomadas por Alfonso XI al llegar a la mayoría de edad fuera suprimir las hermandades, cosa que hizo en las Cortes de Valladolid de 1325 y confirmó en las de Madrid de 1329. Y también de trascendencia fue el problema planteado en esta sesión de las cortes celebradas en Carrión de los Condes de que las apelaciones o no se resolvían o se dilataban demasiado en el tiempo, debido a que los jueces no podían dar respuesta a los pleitos porque una de las partes acudía ante los alcaldes que acompañaban al rey y la otra comparecía ante los alcaldes que iban con los tutores, pero el problema no se solucionó porque lo tutores respondieron que actuarían del modo que más beneficiase a Dios, al rey y a la tierra, tema tratado por José Sánchez-Arcilla Bernal en Alfonso XI (1312-1350), obra editada en Gijón en 2008”.

“Pero también se celebraron asambleas eclesiásticas y concilios en Carrión, como el concilio de Carrión de los Condes (1103) promovido por el arzobispo de Toledo Don Bernardo, legado de la Santa Iglesia de Roma, durante el cual, que se prolongó por largo tiempo (Huic negocio tam longo tempore agitato) fue presentada una bula del Papa por Diego Gelmírez, insaciable obispo de Santiago, ante el concilio de Carrión, basando sus reclamaciones contra el obispo de Mondoñedo y que lo confirmaba en los derechos y propiedades que la sede de Santiago desde antiguo poseyó en la de Iria; lo ratificaba en la exención de sujeción a cualquier metropolitano que tenía la misma sede y en el privilegio de los Votos de Santiago, lo que le supuso una gran riqueza. Como el obispo de Mondoñedo no asistió al concilio, ni aceptó su decisión, Gelmírez envió dos emisarios al Papa Pascual II, pero éste no concedió a...

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