La veracidad de lo verosímil o tricotar la historia

AutorJorge Urrutia
CargoUniversidad Carlos III de Madrid
Páginas9-22
240
La veracidad de lo verosímil o tricotar la historia
JORGE URRUTIA
UNIVERSIDAD CARLOS III DE MADRID
En 2005, la novela de Philip Roth La conjura contra América recibió el Premio de
la Sociedad de Historiadores Americanos «a la novela histórica de tema america-
no más destacada del período 2003-2004». Nada de particular tendría, ya que es
una novela de interés, si no fuese porque en ella Charles A. Lindberg, el famoso
aviador, se presenta a la Presidencia de los Estados Unidos y derrota a Franklin
Roosevelt en las elecciones de 1940. Dada la política antijudía que instaura el
nuevo presidente y que negocia un acuerdo de cooperación con Adolf Hitler, se
pone en marcha en el país norteamericano una persecución contra los judíos
quienes, comprensivamente, entran en pánico. Por eso, la novela se inicia con un
párrafo que contiene mucha información: «El temor gobierna estas memorias, un
temor perpetuo. Por supuesto, no hay infancia sin terrores, pero me pregunto si
no habría sido yo un niño menos asustado de no haber tenido a Lindberg por
presidente o de no haber sido vástago de judíos».1
¿Cómo pudo ser objeto de un premio a la mejor novela histórica la narración de
unos hechos inventados? ¿Qué entienden los miembros de la Sociedad de Historia-
dores Americanos que sea una novela histórica? Es muy posible que la respuesta no
deba pivotar tanto sobre el concepto de novela como sobre el de historia, pues lo
que en este caso tendría que importar es la veracidad o no de los discursos.
Es indudable, por ejemplo, que gracias a las novelas de Benito Pérez Galdós
sabemos mucho de la vida madrileña de finales del siglo XIX. También cabría
decir que gracias a lo aprendido en los libros de historia nos reconocemos en el
Madrid que retrata Galdós. Si las dos frases son ciertas, la historicidad no residi-
ría en la exactitud repetitiva del contenido de los discursos, ya que los libros de
Pérez Galdós parecen basarse en la peripecia de unos personajes subsumidos en
las tensiones sociales, mientras que la historiografía se preocuparía sólo por esas
tensiones. Sería incorrecto decir que conocimiento histórico y conocimiento no-
velesco coinciden, aunque sí sería cierto afirmar que concuerdan. ¿Las peripecias
individuales, que centran las novelas, no forman parte de la historia? ¿Debemos
considerar bajo el prisma de la historicidad tan sólo las grandes magnitudes? De
uno a otro extremo las posibilidades del relato han sido varias y se han ensayado
con frecuencia.
1. Philip Roth: La conjura contra América; Barcelona: Mondadori, 2005.
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