Desde la unión peninsular al régimen de la restauraçâo

AutorModesto Barcia Lago
Páginas339-422

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El sueño de unidad peninsular que había ilusionado los desvelos del Perfecto, del Afortunado y de los Católicos, pareció realizarse cuando Don Sebastián, ardiendo de fe y "juvenil temeridad", como el Jerjes de la tragedia esquilea (Los Persas, 745), se desvaneció en 1578 ante los muros de Alcazarquivir, para volver en las alas de la leyenda, como esperanza redentora en las sombras de la memoria de un pueblo arruinado por la locura de una cruzada imposible:

áSperai! Caí no areal e na hora adversa

Que Deus concede aos seus

Para o intervalo em que esteja a alma imersa Em sonhos que sâo Deus.

Que importa o areal e a morte e a desventura Se com Deus me guardei? É O que eu me sonhei que eterno dura, É Esse que regressarei.969

Las "profecías" del "Bandarra", alentadas por los "pescadores de río revuelto" buscadores de su ganancia, prendieron en el alma popular de los "cristianos nuevos", urgida de esperanzas redentoras de un presente desesperado, en "crisis de abatimiento", ha escrito agudamente A. S. De SOUSA970, para hacer del sebastianismo el mito del "Oculto", o Encuberto, que, como un Mesías -o un Mahdi de la tradición musulmana shiíta- tendría que venir un día a salvar la nación. PESSOA, ese "vidente filho universal/ dum futuro-presente Portugal", en la descripción poética de TORGA, elevará al zapatero de Trancoso a profeta del re-nacimiento portugués: Page 400

Sonhava, anónimo e disperso,

O Império por Deus mesmo visto,

Confuso como o Universo

E plebeu como Jeus Cristo.

Nâo foi nem santo nem herói,

Mas Deus sagrou com seu sinal

Este, cujo coraçâo foi

Nâo português mas Portugal.971

Las trovas populares serían glosadas por el propio Padre António Vieira con teológica erudición jesuítica en su História do Futuro, a favor de la Restauraçâo, apoyando a la dinastía Braganza contra la Casa de Austria y la Unión Peninsular; nutrirían el mito de una futura grandeza nacional de Portugal con la venida providencial de un quimérico "Quinto Império", que PESSOA asumirá como promesa:

O céu `estrela o azul e tem grandeza.

Este, que teve a fama e à gloria tem,

Imperador da língua portuguesa,

Foi-nos um céu também.

No imenso espaço seu de meditar,

Constelado de forma e de viâo,

Surge, prenúncio claro do luar,

El-Rei D. Sebastiâo.

Mas nâo, nâo é luar: é luz do etéreo.

E um dia; e, no céu amplo de desejo,

A madrugada irreal do Quinto Império

Doira as margens do Tejo.972

Un Imperio de ilusiones poéticas, abstraído de la realidad, que surgiría como culminación de la saudade con la que PESSOA contempla el tiempo histórico:

Nem rei nem lei, nem paz nem guerra,

Define com perfi l e ser

Este fulgor baço da terra

Que é Portugal a entristecer-

Brilho sem luz e sem arder,

Como o que o fogo fátuo encerra.

Ninguém sabe que coisa quer.

Ninguem conhece que alma tem,

Nem o que é mal nem o que é bem. (Que ânsia distante perto chora?) tudo é incerto e derradeiro.

Tudo é disperso, nada é inteiro. Page 401

Ó portugal, hoje és nevoeiro... É a hora! 973

Por eso o Encuberto vendrá al fin de los tiempos, saliendo del encantamiento de la memoria en que mora:

Haverá rasgôes no espaço

Que dêem para outro lado,

E que, um deles encontrado,

Aquí, onde há só sargaço,

Surja uma ilha velada,

O pais afortunado

Que guarda o Rei desterrado

Em sua vida encantada?974

Y realizará la catarsis en el fulgor de la "Excalibur do fi m" para revelar el Santo Grial en la epifanía triunfante:

E assim, passados os quatro

Tempos do ser que sonhou,

A terra será teatro

Do dia claro, que no atro

Da erma noite começou.

Grécia, Roma, Cristiandade,

Europa -os quatro se vâo

Para onde vai toda idade.

Quem vem viver a verdade

Que morreu D. Sebastiâo?975

Las tres Coronas de Iberia en la "Monarquía Hispánica"

La crisis abierta con el irracional arduus furor del Rey mozo dejó a Felipe II de Castilla-Aragón como solución. Ya el Habsburgo -que en su momento aconsejara a Don Sebatiâo no meterse en la aventura africana- se había encargado generosamente de pagar los rescates de muchos de los nobles portugueses cautivos de los moros tras el desastre de Alcazarquibir.

De los candidatos a la sucesión, complicada porque Don Manuel I había tenido cuatro hijos y dos hijas, no plantearon problemas de especial trascendencia Manuel Filiberto de Saboya, Catalina de Braganza, Alberto de Parma, o la Reinamadre de Francia, Catalina de Médicis, instrumento de la pugna política conjunta Page 402 de Francia e Inglaterra; solamente Don António, Prior del Crato, hijo natural del fallecido Infante Don Luís Manuel con Doña Violante Gómes, presentó verdadera rivalidad a la candidatura austracista fl ameando la bandera del populismo anticastellano, tal como había ocurrido en las jornadas de la instauración de la dinastía de Avis.

No obstante, como pone de relieve DOMÍNGUEZ ORTIZ, "no fue la casualidad ni la imposición armada las que hicieron de Felipe II, hijo de Isabel de Portugal y nieto de don Manuel el Afortunado, el candidato con mejores títulos al trono portugués, vacante tras la muerte de Don Sebastián en Alcazarquivir y el breve reinado del viejo Cardenal Don Enrique. La Edad de Oro de Portugal había finalizado; habían aparecido (ingleses y holandeses) temibles competidores para sus intereses coloniales; ello explica que no sólo la aristocracia sino la burguesía vieran con buenos ojos una unión con el imperio español. Muchas ilusiones, algunas incompatibles, confluían en el Rey español; el clero veía en él al defensor de la religión, los cristianos nuevos, que acaparaban las actividades económicas y fi nancieras, esperaban de la nueva situación un campo más amplio para sus especulaciones y una mayor libertad de movimientos que afl ojara la tremenda sujeción en que los tenía la Inquisición portuguesa"976.

En efecto, el interés que, objetivamente, para Portugal tenía la inserción en la comunidad ibérica era patente. Lo expone con precisión ELLIOT:

El Imperio portugués del siglo XVI era esencialmente un imperio asiático donde Brasil no era más que un mojón en la ruta del opulento oriente. Pero en un mundo en el que la balanza comercial europea con el Extremo Oriente era permanentemente deficitaria, los portugueses necesitaban plata para obtener las especias asiáticas. Desgraciadamente su imperio, a diferencia del de sus vecinos españoles, carecía de minas de plata. Así pues, Portugal se veía cada vez más obligado a recurrir a España para obtener la plata que sólo el imperio colonial español podía entonces proporcionar, y, mucho antes de 1580, la prosperidad de Lisboa se había hecho estrechamente dependiente de la de Sevilla977.

El mito del sebastianismo, claro está, no era alternativa la realidad, y, como aduce H. SARAIVA, "o sentimento antiespanhol foi pouco mais que uma atitude literária de algúns homens das camadas intelectuais e, na alma do povo, reduziu-se a uma nostalgia calada"978. Don António, Prior del Crato, no fue capaz de revitalizar el cuerpo de la nación, por más que, cabalgando en la leyenda del sebastianismo, había llegado la presentarse tal que un redivivo Maestre de Avis; Page 403 pero, como sugiere VALLADARES, "puede creerse que el rechazo popular al Prudente fuera en realidad una manifestación del conflicto social que existía entre los poderosos, acusados ahora de traidores, y los estratos más bajos"979.

Dos siglos después del fin de la primera dinastía borgoñona, el panorama era muy diferente y el poderío de Felipe II, entonces en su cenit, consiguió cubrir su cabeza con la Corona portuguesa, a la par con las de Castilla y de Aragón. Una triple Corona sobre la misma Real testa que expresaba los anhelos de una Unión Dinástica Peninsular largo tiempo buscada, y que, ésta vez, las interferencias de la oposición de Francia y de Inglaterra, que ayudaron al candidato del Crato, no pudieron impedir: ahora, ciertamente, nunca se ponía el sol en los dominios del Gran Habsburgo ibérico. Un exultante entusiasmo podía ver en el Magno Austria el culmen de una sostenida tendencia a la re-unión peninsular, que Cervantes celebra en La destrucción de Numancia, escrita a seguir del feliz suceso, que hacía de la vieja Iberia un Imperio universal y celeste, el cual retoma la memoria de los numantinos / ibéricos, que entroncan directamente con los visigodos para que, como en las "bodas" isidorianas, la España heredera de Numancia reemplace a la Roma imperial.

Frente a los apoyos de la nobleza y de las clases industriosas y comerciantes, que veían en la Unión la garantía de la conservación del Imperio y de la oportunidad de revitalización de la postración nacional, el sebastianismo populista de los opositores, como aduce un OLIVEIRA MARTINS crítico con ella, "era pois uma explosâo simples da desesperança, uma manifestaçâo do génio natural íntimo da raça, e uma abdicaçâo da história. Portugal renegava, por um mito, a realidade; morría para a história, desfeito num sonho; envolvia-se, para entrar no sepulcro, na mortalha de uma esperança messiânica"980. Por eso, el historiador, sin ocultar su prevención contra la dinastía austracista, tiene que rendirse a la evidencia de las ventajas que representaba, descargando -con cierta justicia, por otra parte- sobre el jesuitismo las responsabilidades de la oportunidad de la Unión Dinástica Peninsular, que para él representaba, con todo, la abdicación de la independencia:

A primeira consequência da educaçâo jesuíta foi o modo por que Portugal, rendido ao probabilismo, se abraçou ao rei de Espanha que vinha salvá-lo em 1580 dos atrevimentos e loucuras do prior do Crato.

Lo positivo del juicio crítico, aflora por debajo del disgusto por la unión, y si el primero de los "Filipes" -el segundo de España- "conquistou, mas prometeu guardar os foros deste último pedaço da Península, amalgamado no corpo da sua monarquía", el...

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