La Unión Europea: premio Nobel de la Paz y principal exportador mundial de armas. El negocio del tráfico legal/ilegal de armamento (también en España)
| Autor | Iñaki Rivera Beiras |
| Páginas | 192-203 |
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El carácter perverso que presenta la simbiosis entre crisis económica, criminalidad estatal-corporativa y daño social, se ve potenciado si consideramos algunas formas de financiación de las entidades bancarias en instrumentos destinados a la guerra. Más allá del evidente fraude que, en España, ha supuesto rescatar a la banca con el dinero público, mientras se dejan a las familias en situaciones desesperadas pues esos mismos bancos las expulsan de sus casas, existen otras formas de financiación que demuestran el papel criminal y criminógeno de la actuación de la banca, soportando financieramente un negocio que produce muchos miles de muertos más al año que los producidos por la delincuencia «común»: llamémosle, por ahora, el negocio de la producción y comercio de armas. A continuación se señalarán algunos datos sobre lo mencionado, de modo más ejemplificativo que exhaustivo, con el fin de mostrar gráficamente elementos de la simbiosis aludida.
Sabemos que la problemática del negocio del armamento no constituye un tema novedoso; se trata en realidad de un negocio muy antiguo. Baste recordar con Horkheimer & Adorno ([1944] 2009, p. 57), como simple imagen histórica, que en plena época Ilustrada el combate contra la explicación mitológica del mundo, provocó que la propia Ilustración se convirtiera en un
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mito: el que explicaba que la ciencia dominaría la naturaleza, y conduciría a la humanidad hacia un progreso que le liberaría de las fuerzas del mal. ¿En qué se asentó un progreso semejante? En los inventos, entendidos como artificios que cancelaban épocas anteriores e iluminaban nuevos tiempos. Y fueron justamente tres los inventos fundamentales: la imprenta (decisiva en el ámbito de la ciencia); la brújula (imprescindible en la economía, el comercio y la navegación); el cañón (decisivo en el ámbito de la guerra) (Horkheimer & Adorno, [1944] 2009, p. 59).
Una de las contradicciones más notables justamente en las pretendidas legitimaciones en torno al surgimiento del Estado moderno, ha sido señalada por Ferrajoli a propósito del tema ahora tratado. Señala el profesor italiano en esta misma obra que «una de las propuestas más importantes que he sugerido consiste en lograr la prohibición de las armas. Esta es una cuestión de fondo, sobre la cual he insistido en varias ocasiones, y que va más allá de la cuestión criminal. La transición del estado de naturaleza al estado civil se funda, como enseña Thomas Hobbes, sobre el desarme de los asociados y el monopolio público de la fuerza. La producción, el comercio y la posesión de armas son por ello el signo de una incompleta civilización de la sociedad. Mas, las armas no sirven sólo para matar sino también para alimentar aún más la delincuencia y las guerras. No se explica por qué, si no fuera por las fuertes presiones por parte de la política de los aparatos militares y de los lobbies que fabrican las armas, cómo es que no están prohibidas como bienes ilícitos —ne cives ad arma venant— al menos, como las drogas. Su carácter criminógeno es revelado por las estadísticas de asesinatos en los países donde las armas están libremente disponibles en el mercado y en aquellos en los que su porte está estrictamente regulado».
Pero, más allá de cuantos antecedentes (y aparentes contradicciones) quieran recordarse, parece indudable que con el fin de la guerra fría y el inicio de la globalización, el negocio del tráfico de armas adquiere tres nuevos perfiles que lo intensifican: alude Moisés Naím a la «proliferación, a la privatización y al anonimato-secretismo del comercio de armas» (Naím, 2012). Sobre ellos se volverá luego. La gran complejidad que encierra el tema tratado —al involucrar a Estados, empresas privadas, entidades bancarias de financiación, intermediarios, actores y operaciones legales e ilegales, opacidad y falta de transparen-
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cia— requiere que se adopte algún tipo de marco teórico que contribuya a desvelar la gran cantidad de elementos confusos que se esconden en los pliegues de las actividades examinadas.
Puede así adoptarse la perspectiva propuesta por Rothe y Collins (2011) cuando indican la necesaria consideración de lo que califican como un verdadero «sistema de criminalidad» (system criminality) el cual definen como «una construcción legal y teórica que puede ayudar a encontrar responsabilidades para los crímenes internacionales y transnacionales en particular en el nivel internacional y en el derecho internacional» (op. cit.: 24). Los citados autores, sugieren una expansión y revisión de dicho concepto que necesariamente debe incluir el fenómeno del tráfico de armas. Así, definen dicho «sistema», no en el sentido de una criminalidad sistemática, sino más bien como un «sistema que facilita una criminalidad que necesariamente se expande más allá de Estados singulares, organizaciones o redes» (ibídem).
En ese sentido, es muy útil la tipificación de mercados de armas que ofrecen los autores mencionados. Mencionan la existencia de: 1) un mercado blanco que se refiere a la venta legal de armas por parte de Gobiernos o fabricantes privados hacia otros países o gobiernos; 2) un mercado negro que trabaja encubiertamente en sus transacciones (ya sea de dinero o de armas) o que refiere al estatus ilegal de los compradores o vendedores (traficantes ilegales); 3) un mercado gris el cual hace referencia a aquellas transacciones que no son consideradas ilegales, pero que no pueden incluirse dentro de la categoría de mercado blanco (cfr. op. cit.: 23).2Con los elementos que proporcionan estas aportaciones, echemos un rápido vistazo al estado de la cuestión.
Todo «mercado» funciona a través de los vaivenes de la oferta y la demanda. Ambas han crecido y por ello el negocio está en auge. El aumento de la oferta es notable. Por ejemplo, si
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sólo hablamos de armas portátiles, de acuerdo a los datos suministrados por el Centro de Estudios Internacionales de Ginebra, Small Arms Survey es una iniciativa destinada al análisis de los mercados y de las consecuencias del comercio de armas portátiles que revela que éstas estarían siendo fabricadas por más de 1.000 empresas de unos 100 países en un mercado que mueve cerca de 10.000 millones de dólares anuales. Ello está provocando un aumento en la producción y un cambio en la identificación de los promotores del proceso, de manos públicas a firmas privadas, muchas veces de...
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