Transición de productos a servicios: Venta de prestaciones en lugar de venta de bienes

AutorWalter R. Stahel
CargoInstitut de la Durée

Asunto: La innovación de sistemas enfocada hacia la optimización de las prestaciones de un producto, que lleva a reemplazar un producto de compra por un servicio, va acompañada tanto por una disminución notable del consumo de materiales, como por beneficios económicos. Existe una tendencia creciente entre las empresas más dinámicas a reemplazar productos por servicios ya que esto les reporta también otras ventajas como el aumento de la fidelidad de los consumidores y la reducción de los costes de marketing.

Relevancia: El desarrollo de la transición de productos a servicios y los beneficios para la sociedad que de ello se derivan depende en gran manera de las políticas que se diseñen para tratar, por una parte, el reciclado de las infraestructuras y por otra, el paso de productos a servicios.

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Introducción

La economía industrial del presente, que se ha desarrollado durante los últimos 200 años en los actuales países industrializados, se basa en la optimización del proceso de producción para reducir los costes unitarios y superar así la escasez de bienes de todo tipo, incluyendo alimentos, vivienda y productos duraderos. Se destaca el interés por tecnologías de procesos más eficaces y por las constantes mejoras de calidad de los productos en el punto de venta.

En consecuencia, las economías de los países industrializados se caracterizan actualmente por algunos factores clave:

Su población representa solamente un 20% de la población mundial, pero suponen el 80% del consumo mundial de recursos.

Sus mercados de productos tradicionales, como los automóviles, están saturados. Los stocks de productos se mantienen bastante constantes, y el 90% de las ventas son ventas de reposición.

El antiguo remedio de buscar mayores economías de escala (centralización de la producción para reducir los costes de fabricación) ya no puede resolver los problemas económicos, sin mencionar la cuestión de la sostenibilidad. Por ejemplo, el coste de los servicios que son instrumentos para vender artículos de producción centralizada (ingeniería de producción, transporte, marketing, seguros, ventas, comisiones) es múltiplo de los costes de fabricación puros; en consecuencia, optimizar más la producción carece casi totalmente de sentido económico.

La proporción de productos que va directamente de la producción al desecho (productos de vida-cero en la Fig.1) ha llegado a alcanzar el 30% en algunos sectores, por ejemplo, la agricultura.

Paradójicamente, pueden obtenerse resultados satisfactorios para algunos productos mediante pausas en el sistema, así como mediante aumentos de eficiencia derivados de la innovación del producto (por ejemplo, el aumento de seguridad producido por las retenciones del tráfico, que obligan a los vehículos a circular más despacio, es similar al aumento de seguridad que proporcionan los airbags).

El progreso técnico creciente se mueve más rápidamente que el desarrollo radical de nuevos productos; así la sustitución de productos ya existentes por otros nuevos restringirá cada vez más el progreso tecnológico, en comparación con la alternativa ofrecida por una mejora tecnológica gradual de los productos existentes.

El progreso tecnológico está enfocado hacia la producción, no hacia la utilización.

En los países industrializados el desarrollo sostenible debe comenzar con una reducción considerable del consumo de recursos. Esta "desmaterialización" sólo es posible a través de la innovación que debe ser dirigida por la economía. Esto define entonces una nueva tarea de gestión, para desligar el éxito económico del consumo de recursos, es decir, obtener la misma cifra de ventas y de beneficios con un flujo de recursos mucho más reducido. En muchos casos, esto sólo resultará factible redefiniendo las estrategias empresariales y orientándolas hacia la venta de prestaciones más que hacia la venta de productos.

Los stocks de bienes existentes representan por lo tanto los nuevos activos a gestionar y constituyen una enorme reserva de recursos. La tarea principal será reducir cada vez más la carga financiera impuesta por los costes de operación y de mantenimiento relacionados con estos activos, como ya es el caso de las infraestructuras.

Algunos ejemplos

Algunas multinacionales han puesto en marcha ya con éxito estas nuevas estrategias, separando las cifras de ventas y beneficios, del consumo de recursos y del volumen de fabricación. Ascensores Schindler está vendiendo servicios de transporte vertical en vez de ascensores; Xerox ofrece servicios de reproducción a la medida del cliente en vez de vender solamente fotocopiadoras; Safety-Kleen y Dow Europa venden el servicio de productos químicos en lugar de vender directamente estos productos; Safechem y Dow Germany arriendan el servicio de disolventes a las instalaciones de limpieza en seco; Mobil Oil vende monitorización de calidad de aceites para motores en lugar del propio aceite (para sus aceites sintéticos "Mobil 1"); GE Capital y ILFC alquilan aviones y Interface Inc. alquila alfombras de nylon. Otros muchos están tomando en consideración este concepto, incluido Braun, el fabricante alemán de electrodomésticos. Un gran número de compañías ponen ya en práctica un sistema voluntario de recompra o de retirada, como Eastman Kodak y Fuji para sus cámaras de un solo uso o GE Medical Systems para equipo médico de cualquier fabricante.

En la mayoría de los casos, el producto empleado para prestar el servicio continúa siendo propiedad de la compañía de servicios. El producto se retira después de su uso y se limpia o se reacondiciona antes de volver a usarlo. Con ello se crea un incentivo financiero para la compañía al incrementar el tiempo de vida del producto que presta el servicio. El precio que ha de pagarse por el éxito es, en parte, una regionalización de las actividades, las competencias y las responsabilidades de la compañía. La venta de prestaciones exige también el éxito en el trato con cuestiones culturales regionales: la estrategia de Ciba-Geigy de vender garantías de cosecha, en lugar de plaguicidas a los cultivadores de arroz en un país africano en los años 80 fue un éxito en cuanto a eficacia ecológica, pero no era compatible con las estructuras locales de poder.

Los conductores de taxi, los hoteles y el alquiler de trenes y de barcos constituyen ejemplos tradicionales de proveedores de servicios que venden prestaciones en lugar de productos.

Schindler, GE y otras compañías "de fabricación" generan actualmente el 75% de su volumen de ventas a través de los servicios. Su clasificación en las bolsas de valores (por capitalización de mercado) es normalmente muy superior a su clasificación por volumen de ventas, lo que indica el entusiasmo de los inversores por las compañías desmaterializadas. En áreas donde los fabricantes no quieren aceptar una mayor responsabilidad sobre el producto, se han introducido fabricantes reacondicionadores independientes: los que refinan de nuevo los aceites de motores como Safety-Kleen, los recicladores de neumáticos, las compañías que desmantelan conjuntos y revenden repuestos de segunda mano, como Phoenix Technologies en los Países Bajos, por citar sólo algunos. El número de compañías de un país implicadas en estas actividades es también, normalmente, un buen indicador del funcionamiento de la economía de mercado.

"La economía de servicios" en el sentido al que nos referimos aquí, es una economía centrada en la optimización de la utilización (o prestación) de artículos y de servicios, y por lo tanto, en la gestión de la riqueza existente (productos, conocimiento, naturaleza). El objetivo económico de la economía de servicios es "crear el mayor valor de utilización posible durante el mayor tiempo posible, consumiendo a la vez la menor cantidad posible de recursos materiales y de energía". Por ello, esta economía de servicios es mucho más sostenible, o desmaterializada, que la actual economía industrial, centrada en la producción como medio de creación de riqueza, y en la optimización del proceso de producción para lograr el crecimiento económico. En contraste con la economía de fabricación, el éxito económico en la "gestión de activos" sostenible de una economía de servicios, no proviene de la producción a gran escala sino de una buena economía y administración domésticas (Giarini/Stahel, 1993).

Economía lineal frente a economía cíclica

Los términos "valor añadido" en relación con actividades (de producción) hasta el punto de venta, "prescripción del valor añadido" (depreciación) después de la venta, y "residuo" al final del primer (y único) período de utilización de los productos, constituyen conceptos de una economía industrial lineal (Fig. l), en la que la responsabilidad sobre los productos cesa en la puerta de la fábrica, y donde el "residuo" - cualquier objeto que salga de la puerta de la fábrica - es problema (y coste) de otros. En contraste con esta estructura lineal, los ciclos, los círculos y los bucles (Fig. 2) no tienen principio ni fin. La administración doméstica de los artículos por parte de su productor se basa en un concepto de valor y no se detiene nunca; así una "economía en bucles" no conoce el "valor añadido" o el "residuo" en el sentido lineal, del mismo modo que los sistemas naturales tales como el ciclo del agua.

Figura 1. Estructura lineal de la economía industrial (o economía "río")

(Gráfico)

Fuente: Stahel, Walter y Reday, Geneviève (1976/1981) Jobs for Tomorrow, the potential for substituting manpower for energy; Informe a la Comisión de las Comunidades Europeas, Bruselas/Vantage Press, N.Y.

El actual sistema nacional de contabilidad es un legado de la economía industrial lineal: el hecho de que los costes de la gestión de residuos, los accidentes de tráfico y la descontaminación se cuenten todos como contribuciones positivas al Producto Interior Bruto (PIB), al mismo nivel que la fabricación de productos, muestra una deficiencia básica de las contabilidades nacionales: el PIB es una indicación de nuestra actividad económica, pero no de nuestra riqueza y bienestar. En este marco de referencia, la supresión de residuos corresponde a una "pérdida de ingresos" (es decir, es económicamente indeseable); en una economía de servicios sostenible, la supresión de residuos es una reducción de costes, es decir, un ahorro económico sustancial. La industria de gestión de residuos en Alemania le cuesta anualmente a la economía unos 45.000 millones de dólares - cuando la cifra sube, el PIB sube.

Cuando se discuten los beneficios de los cambios hacia una sociedad más sostenible, y los medios para medirlos, es importante tener en cuenta la falacia de los actuales razonamientos dentro del marco histórico de referencia (sistema nacional de contabilidad no sostenible, precios falsos de los recursos, subsidios para fomentar el desarrollo no sostenible).

Para alcanzar el objetivo de actividad económica basada en bucles, son necesarios una serie de cambios en los conceptos y la organización de la economía:

La estructura industrial de las actividades de fabricación y de reacondicionamiento tendrá que regionalizarse para estar más cerca de los activos de mercado; esto significa volúmenes más pequeños de (re-)fabricación y métodos adecuados que utilicen más personal y mejor cualificado, cuyo coste se financia a través de fuertes reducciones de compras de materiales y una virtual supresión de los costes de eliminación de residuos.

Los productos habrán de diseñarse como sistemas técnicos basados en un plan-modelo estrictamente modular, con facilidad de mantenimiento y facilidad de desmontaje sin secuencia predeterminada, realizado por trabajadores o por robots. El concepto-plataforma de Volkswagen constituye una expresión de esto.

Figura 2. Cierre de los bucles de materiales: bucles de una economía de servicios autoreabastecida, más sostenible (o economía "lago") e intersecciones de estos bucles con la economía lineal

(Gráfico)

Fuente: Stahel, Walter y Reday, Geneviève (1976/1981) Jobs for Tomorrow, the potential of substituting manpower for energy; Informe a la Comisión de las Comunidades Europeas, Bruselas/Vantage Press, N.Y.

Reciclado en oposición a servicios

La economía de servicios y la economía de reciclado son similares en cuanto que ambas pretenden reducir el flujo de materiales. Sin embargo, existen también diferencias fundamentales. La promoción de las estrategias de reciclado, como medio para cerrar el bucle de materiales (Bucle 2 de la Figura 2), presenta la ventaja a corto plazo de preservar las estructuras económicas existentes (basadas en el flujo de materiales) y así resulta fácil de poner en práctica. Pero, irónicamente, el reciclado resulta menos económico cuanto mayor es su difusión. Su éxito trae consigo un incremento de los recursos secundarios, dando lugar a una oferta excesiva de materiales. Con ello bajan los precios, tanto de recursos vírgenes como de reciclados, contra lo cual los fabricantes tienden a reaccionar buscando mercados de exportación. Así, el flujo de materiales permanece invariable o incluso aumenta. Las futuras innovaciones técnicas del reciclado incluirán mejoras en el diseño para la reciclabilidad de los productos, y nuevas tecnologías de reciclado, ninguna de las cuales, por desgracia, puede superar el fenómeno básico de rebaja de los precios antes mencionado (Jackson, Tim, 1993). Además el incremento del reciclado no reduce los flujos de materiales y de energía a través de la economía; no obstante, reduce el agotamiento de recursos y el volumen de residuos. En conclusión, el reciclado es un requisito previo necesario para la economía de servicios, pero no es suficiente por sí solo para resolver el problema del uso excesivo de recursos. Los materiales reciclados son más caros que los materiales vírgenes, mientras que los productos reacondicionados son más baratos que los nuevos: cuanto menor sea el bucle (en la Figura 2) mayor será la ventaja en competitividad.

Perspectiva estratégica

En contraste con el reciclado, las estrategias para una mayor eficiencia de los recursos a través de la optimización de la utilización de los productos, medida como "entrada de recursos por unidad de utilización" durante períodos de tiempo prolongados, producirán cambios estructurales sustanciales dentro de la economía. La clave para ello es cerrar el bucle de prolongación de la vida del producto (Bucle 1 de la Figura 2) que reduce el volumen y la velocidad de los recursos a través de la economía. Este cierre puede lograrse mediante la adopción de estrategias de retorno: debido a los cambios estructurales inherentes, estas estrategias son más difíciles de poner en práctica que el reciclado de materiales. Sin embargo, dado que estas estrategias se basan en planteamientos empresariales innovadores, como el Programa de Gestión de Activos de Xerox, son altamente competitivas y contribuyen al desarrollo sostenible. Llegarán a ser aún más competitivas ya que este tipo de actividad económica permite el aprovechamiento de economías de aprendizaje (Stahel, 1994). Las futuras innovaciones técnicas que cabe esperar en este campo son tecnologías que permitan el uso de componentes y de artículos reacondicionados y tecnológicamente mejorados, e innovaciones comerciales para mantener los productos en uso durante el mayor tiempo posible (Stahel, 1984).

También existe una barrera psicológica no despreciable: las estrategias para una mayor eficiencia de los recursos cuestionan a menudo la validez del cálculo actual de la optimización económica que termina en el punto de venta. A primera vista, los bucles cerrados de responsabilidad parecen incluso violar la tradicional "definición de tareas" en la economía (Taylorismo): la industria produce con eficacia y rapidez, los consumidores consumen prontamente y el Estado se deshace de los residuos en la forma más barata que puede. Estratégicamente esto significa que la utilización de productos se convierte en el centro de los esfuerzos de optimización económica, en lugar de la producción actual, y que el valor de utilización llega a ser un concepto fundamental del valor económico (Giarini/Stahel, 1989/1993).

Obstáculos, oportunidades y tendencias

Los signos apuntan claramente en esta dirección:

La tendencia hacia una mayor eficiencia de los recursos y hacia la desmaterialización de productos y de sistemas seguirá aumentando las penurias económicas de la producción de materiales-base y del sector de reciclado, ya que la demanda y los precios de muchos materiales continuarán cayendo.

Las directivas de la UE sobre responsabilidad de productos, y más recientemente sobre seguridad de productos, y el proyecto de directiva sobre responsabilidad de servicios, estipulan todas ellas un período de responsabilidad de diez años, pero la mayoría de los fabricantes dan todavía una garantía a corto plazo (6 a 12 meses).

Algunos fabricantes de automóviles ofrecen una garantía de coste total de 3 a 5 años, que incluye todos los costes excepto el desgaste de neumáticos y el combustible. En California, los vehículos eléctricos son sólo de alquiler.

El alquiler de corazones artificiales por parte de Baxter y la lanzadera espacial de la NASA han demostrado que la reutilización de productos de larga duración puede aplicarse también a las tecnologías avanzadas.

La industria se muestra cada vez más dispuesta a aceptar una responsabilidad ilimitada sobre el producto - y a utilizarla de forma agresiva en su marketing - a través de garantías para toda la vida (que fueron rechazadas por un tribunal federal de Alemania), garantías de devolución del dinero, ofertas de cambio y otras formas de devolución voluntaria del producto.

La contratación externa ("outsourcing") se está convirtiendo rápidamente en una forma generalmente aceptada de vender resultados en lugar de bienes (de equipo) o servicios. El alquiler de textiles es una estrategia que se está convirtiendo en norma para uniformes y vestimenta de trabajo, lencería de hoteles, textiles de hospital (incluso en recintos esterilizados) y toallas en servicios contratados para aseos.

Conclusiones para la política

El Estado es el mayor cliente individual en cualquier economía. Sin embargo, las políticas de adquisición de los organismos nacionales parecen ignorar ampliamente los beneficios de la compra de prestaciones en lugar de la compra de productos. Incluso resulta difícil que se impongan opciones fáciles, como las prioridades para prolongar la vida del producto. El parlamento de Baden-Würtemberg en Alemania fue probablemente el primer organismo estatal en todo el mundo en imponer la compra exclusiva de aceites reacondicionados para motores y de neumáticos reciclados para todos los vehículos propiedad del Estado, con la excepción de algunos vehículos de emergencia.

La innovación y la política industrial para la sostenibilidad constituyen la clave para una mayor productividad de los recursos. El Estado debería definir el objetivo de una productividad más alta de los recursos (por ejemplo, productos ecológicos) pero no las estrategias para conseguirlo. Aquí de nuevo, la Comisión Europea puede establecer normas para superar las inercias nacionales.

Algunos de los puntos clave de una política industrial para la sostenibilidad se pueden resumir del modo siguiente:

Introducir el factor tiempo en la legislación que gobierna la economía.

Desarrollar y utilizar métodos para medir el crecimiento sostenible durante largos períodos de tiempo, por ejemplo el GPI (General Progress Indicator, Indicador General del Progreso, IGP) utilizado en EE.UU., o el ISEW (Index of Sustainable Economy Welfare, Indice del Bienestar Económico Sostenible, IBES), en lugar del PIB (para una discusión de estos indicadores, véase W. van Dieren, 1995).

Definir y legislar la calidad mínima de los artículos a la venta dependiendo de su vida útil, mediante la exigencia de una garantía a largo plazo (por ejemplo, de acuerdo con los 10 años propuestos por las directivas de la CE), en lugar de la actual exclusión de la utilización de componentes usados en productos nuevos.

Centrar las subvenciones en I+D, así como en formación y especialización en métodos de prevención y de precaución, en lugar de tecnologías de procesos: comportamiento a largo plazo de los materiales, componentes y productos (desgaste y rotura frente a fatiga), gestión técnica de riesgos, consideraciones sobre diseño industrial para sistemas y medios para popularizar la sostenibilidad en términos de ecología sociocultural.

El principio de la "asegurabilidad de los riesgos" tal como aseguramiento bajo la forma de una red de seguridad de libre mercado para reemplazar las leyes estatales o las normas técnicas introduciría automáticamente el principio de precaución en los mecanismos económicos para elegir entre posibles tecnologías presentes y futuras. La factibilidad de la tecnología genética constituye un ejemplo de ello.

Las estrategias para cerrar el bucle de responsabilidad sobre el producto, tales como la retirada voluntaria u obligatoria de bienes de consumo, conducirían a mejores productos en una economía más eficiente (por contraste, el reciclado obligatorio conduce a mejores tecnologías de reciclado pero no a mejores productos).

Sin embargo debe observarse que la situación en muchos países del tercer mundo es radicalmente distinta. Estos países continuarán experimentando una fuerte demanda de materiales básicos para mejorar su infraestructura, y sufrirán continuamente una escasez de recursos y de bienes necesarios, incluyendo alimentos, vivienda, así como infraestructuras y servicios para la sanidad y la educación. Aunque una economía de servicios difícilmente puede ser un buen modelo para una economía en fase de desarrollo (la gestión de recursos se basa en la disponibilidad de bienes existentes), la transferencia de materiales excedentes de buena calidad desde los países industrializados a los del tercer mundo podría ser una solución para los problemas de ambos, siempre que junto con los bienes se transfieran también la formación práctica y los conocimientos.

Resumen y conclusiones

La tendencia en economía hacia una sociedad más sostenible y una economía de servicios comenzó hace ya algún tiempo, pero muchos expertos no son conscientes del posible cambio fundamental que puede surgir en el horizonte. Esto se debe probablemente a las interpretaciones basadas en los antiguos conceptos de economía industrial.

Una sociedad de servicios no resolverá todos los problemas de la sociedad, especialmente aquéllos que son herencia del pasado (por ejemplo, la limpieza de la contaminación o el desempleo de trabajadores superespecializados). Tampoco hará desaparecer el sector de fabricación. Pero bien podría reestructurarlo en empresas que fabriquen grandes cantidades de componentes normalizados mundialmente y en empresas regionales especializadas en montaje, desmontaje y reacondicionamiento de productos. Esta tendencia puede ya observarse en la tecnología electrónica y en la de aviación.

Una economía sostenible podría apoyarse en una estructura adecuada, caracterizada por la regionalización de los trabajos y de las competencias (minitrituradoras para reciclado de materiales, talleres de reacondicionamiento de productos, producción descentralizada de servicios tales como los seguros), y suplementada por unidades centralizadas de diseño, investigación y gestión. Una economía de este tipo consumirá menos recursos y éstos tendrán mayor eficiencia, y su producción se caracterizará por unidades regionalizadas más pequeñas con una mano de obra más cualificada y especializada. Los volúmenes de transporte de bienes materiales disminuirán y serán reemplazados cada vez más por el transporte de bienes no materiales (Stahel y Reday, 1976).

La venta de prestaciones en lugar de la venta de bienes exige una estrategia empresarial coherente basada en los principios de la economía de servicios. Esto incluye gestión de recursos, producción, marketing, finanzas y control. No es posible aplicar los modelos de control de la economía industrial para medir el éxito de un servicio y esperar resultados significativos. Las soluciones de prevención y de suficiencia no pueden medirse en términos de productividad.

Por primera vez desde el comienzo de la revolución industrial la economía ofrecerá movilidad de puestos de trabajo en vez de apoyarse en la movilidad de los trabajadores. Cuantos más bienes inmateriales se transporten más alta será la factibilidad del teletrabajo. La organización flexible del trabajo y el trabajo a tiempo parcial son compatibles con el suministro de servicios y de resultados durante las 24 horas del día, e incluso son necesarios para ello.

Como los servicios no pueden producirse por adelantado y quedar almacenados, y la mayoría de ellos tienen que prestarse donde se encuentre el cliente, el impacto sobre las zonas periféricas podría ser sustancial, así como el efecto sobre la carga medioambiental de las zonas céntricas (en particular, la presión sobre el transporte).

El énfasis actual en la tecnología será reemplazado por el énfasis en las estrategias empresariales y en la identificación de niveles culturales para obtener una ventaja regional competitiva.

La gestión de residuos podría convertirse gradualmente en un tema para historiadores más que para economistas. Muchas grandes compañías que cambian hacia un planteamiento más sostenible tienen un objetivo de vertido-cero de residuos para antes del año 2000. También algunas compañías de gestión de residuos toman a su cargo compañías de reacondicionamiento (Safety-Kleen en EE.UU.) en un movimiento para convertirse en gestores de recursos en lugar de operadores de limpieza "end of pipe". Los mejores productores de materiales se han convertido ya en gestores de materiales: Du Pont de Nemours está despolimerizando nylon y regenerando poliésteres (por ejemplo, PET), reduciendo así la necesidad de petróleo como recurso principal.

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Palabras clave

gestión de activos, servicios, venta de prestaciones

Referencias

Dieren, W. van, Taking Nature into account, Birkhäuser-Verlag, Basilea, ISBN 3-7643-51 73X, 1995.

Giarini, O. y Stahler, W. R., The Limits to Certainty, facing risks in the new Service of Economy, 2ª ed., Kluwer Academic Publishers, Dordrecht, Boston, Londres ISBN 0-7923-2167-7, 1989/1993.

Jackson, T. ed., Clean Production Strategies, developing preventive environmental management in the industrial economy, Stockholm Environment Institute. Boca Raton, Ann Arbor, Londres: Lewis Publishers. ISBN 0-8737-884-4, 1993.

Stahel, W. R., The impact of shortening (or lengthening) of life-time of products and production equipment on industrial competitiveness, sustainability and employment; informe de investigación para la Comisión Europea, Bruselas, DG III. Nov. 1, 1994 (confidencial, no publicado).

Stahel, W. R., The Utilization-Focused Service Economy: Resource Efficiency and Product-Life Extension. Págs. 178-190 en The Greening of Industrial Ecosystems, Allenby, Braden R. y Richards, Deanna J. eds. Washington DC: National Academy of Engineering; National Academy Press, 1994.

Stahel, W. R., The Product-Life Factor; en Orr, Susan Grinton (ed.) An Inquiry into the Nature of Sustainable Societies: The Role of the Private Sector; HARC, The Woodlands, TX, 1984.

Stahel, W. y Reday, G., Jobs for tomorrow, the potential for substituting manpower for energy; Informe a la Comisión de las Comunidades Europeas, Bruselas/Vantage Press, N. Y., 1976/1981.

Contactos

Walter R. Stahel, Institut de la Durée

18, Chemin Rieu, CH-1208 Ginebra, Suiza

Tel.: +41 22 346 39 32, fax: +41 22 347 20 78, correo electrónico: wrstahel@vtx.ch

Vera Calenbuhr, IPTS

Tel.: +34 95 44 88 287, fax: +34 95 44 88 339, correo electrónico: vera.calenbuhr@jrc.es

Sobre el autor

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Walter R. Stahel es director del Institut de la Durée en Ginebra y consultor de compañías, gobiernos y organizaciones supranacionales. Sus temas de estudio incluyen (entre otros) los problemas, conceptuales y de gestión, en relación con el riesgo, el desarrollo sostenible y el cambio de orientación de productos a servicios. Es autor de una serie de artículos y de libros sobre esta materia.

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