Transición. Historia de una política española (1937-2017)

AutorEusebio Fernández García
Páginas313-321

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Con esta noticia del importante libro de Santos Juliá deseo comentar, también, otras obras aparecidas sobre el mismo tema, a la vez que expresar mi interés por ciertos asuntos conectados con ese importante proceso histó-rico que, cronológicamente, sitúo desde el 20 de noviembre de 1975 hasta el 28 de octubre de 1982 (fechas de la muerte del general Franco y victoria del PSOE en las elecciones generales, respectivamente). La memoria me permite recordar dos trabajos de los últimos años donde, de manera incidental y esquemática, he introducido algún comentario sobre la aparición de una visión distorsionada de la Transición que no se correspondía con lo que yo había vivido en aquella época ni con los logros que, de manera beneficiosa, se habían asentado. Y así en el primero de ellos, publicado en enero de 2013, y que fue el texto con el que contribuía al homenaje que la Universidad Carlos III rindió a su rector fundador, Gregorio Peces-Barba, unas semanas después de su fallecimiento, el 24 de julio de 2012, me permití salir al paso de las críticas a la Transición, que ya habían adquirido fuerza, hasta derivar en la utilización un poco posterior de una referencia peyorativa al régimen del 78, defendiendo la legitimidad y los logros de la Transición política y la calidad humana y democrática de sus realizadores. Pero sin soslayar sus deficiencias, sus promesas incumplidas, errores y miserias, entre las que citaba el incomprensible olvido de los desaparecidos del bando de los vencidos, recalcaba la ejempla-

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ridad del resultado final: la reconciliación entre los españoles y la posibilidad de vivir democráticamente1.

Con el paso de los años, hasta hoy, han enraizado y se han extendido las críticas a la Transición, al mismo tiempo que han aparecido libros rigurosos y ejemplares sobre ella, escritos por buenos historiadores, en los que sobresalen los buenos logros sobre las insuficiencias. A este debate, sin duda necesario e importante, se han añadido la reivindicación y las exigencias de una justicia reparativa y transicional, totalmente legítimas, que, en algún punto concreto, como es el de la situación y derechos de las víctimas de la dictadura franquista, deja bastante que desear. La mezcla de todo ello, algunas veces, no ha dado lugar a una mejor historia, regida por el derecho a la verdad, sino que ha derivado en una discusión política donde tiene primacía el presente sobre la objetividad del pasado, es decir, la historia de la Transición se ha convertido en objeto de manipulación política. De manera que nadie se sonroja ni avergüenza al oír o defender que los males actuales de la democracia española tienen su origen en el consenso constitucional, en la moderación interesada de los franquistas y de la oposición democrática y en las no menos interesadas y aprovechadas concesiones de ésta última.

Preocupado por todo ello pensé que la publicación de un artículo a finales de 2017, con motivo de un debate académico sobre un libro colectivo, de nombre Derecho y verdad, era el momento ideal para hablar de verdad y mentira en la política y del uso y abuso de la historia con fines de instrumentalización política. Creo que podemos conseguir algo parecido a la verdad histórica, pues se trata de seguir métodos objetivos, tener un buen conocimiento de los hechos históricos y tratarlos de manera no sectaria ni parcial. Lo contrario corresponde al mal uso de la historia con fines políticos. La síntesis de la mentira histórica y la mentira política.

También en el trabajo se mantiene que es posible compatibilizar una postura general positiva sobre la Transición con la crítica a sus defectos y el no olvido de sus insuficiencias, reiterando la necesidad de una política de Estado que solucione, de una vez por todas, el tema de las fosas comunes y posibilite la identificación de los asesinados y un entierro digno para las víctimas de la Guerra Civil y la posguerra, pertenecientes al bando republicano. En cuanto al presente se defiende la total reparación a las víctimas de la dictadura franquista, a las víctimas del terrorismo de extrema derecha y

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de la represión policial y del GAL durante la Transición, y posteriormente, y a las muy numerosas víctimas de la organización terrorista ETA2. Cualquier olvido es una prueba de sectarismo. El cumplimiento de todas estas exigencias sería hoy la respuesta a la solicitud de Paz, Piedad y Perdón que hizo
D. Manuel Azaña en el discurso pronunciado desde el Ayuntamiento de Barcelona, el 18 de julio de 1938.

Me parece que Santos Juliá en su libro Transición. Historia de una política española (1937-2017) da una explicación muy ajustada del porqué se produce, y se impone, en algunos analistas y en algunas ocasiones, la mentira histórica al tratar el tema de la Transición. Se trata de la sustitución de la perspectiva histórica por el objetivo político. También de la confusión de planos o de su mezcla poco rigurosa. Tanto al comienzo, como al final del libro quedan señalados estos defectos:

Hablar en estos últimos años de la Transición es hablar de política mucho más que de historia; o mejor: cuando se aparenta hablar de...

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