La transición democrática

Cargo del AutorProfesores de Derecho Constitucional de la Universidad Complutense
  1. LA EVOLUCIÓN POLÍTICA DESDE EL RÉGIMEN

    1. Ideas generales

      Hay que destacar, antes de nada, la peculiar forma de extinción del Régimen franquista que se produce como consecuencia del hecho biológico de la desaparición física del general Franco, su fundador y sostén. Esta circunstancia contrasta con el modo de terminación de regímenes similares como el fascismo italiano o el nacionalsocialismo alemán, vinculada a fenómenos de ruptura violenta. A la muerte de Francisco Franco se acentúa la crisis política del Régimen iniciada ya anteriormente, si bien con la permanencia de la clase política gobernante, los aparatos de poder intactos y vigente la totalidad del ordenamiento jurídico de la época. Esta situación explica en gran medida los principales caracteres de la transición democrática.

    2. Los datos sociológicos de la transición

      Conviene recordar siquiera brevemente los datos más relevantes de la sociedad española en que se realiza el proceso de cambio democrático, sin los cuales es difícil entender algunas de sus claves más significativas. Así, han puesto de relieve autores como Amando de Miguel y José María Maravall que pueden señalarse datos positivos y negativos, entendidos los primeros como los más favorables para llevar a cabo una ordenada y pacífica transición y los segundos como aquellos que la dificultaban objetivamente, si bien a veces no fue fácil precisar el carácter de alguno de ellos, en que se combinaban valoraciones diferentes.

      Entre los datos positivos deben citarse:

      1. Crecimiento económico. Desde los años sesenta se inicia un despegue de la economía española que llega a colocarla en el décimo puesto de las economías mundiales. Se trata de un hecho de enorme importancia cuya ausencia en la Segunda República, última experiencia democrática, fue indudablemente una de las causas de su fracaso.

      2. Comunicación con el exterior. En el Régimen anterior pueden diferenciarse varias etapas pues si en los años inmediatos a la conclusión de la Guerra Civil se trataba de un sistema autárquico en lo económico y en lo político, progresivamente se produjo un proceso de apertura exterior. En ese sentido ha de subrayarse la apertura diplomática que supusieron los Acuerdos con los Estados Unidos y el Concordato con la Santa Sede en 1953 hasta el establecimiento general de relaciones con la mayoría de los Estados (el caso de China Popular es especialmente significativo) y la presencia de España en gran parte de las organizaciones internacionales. Igualmente fue destacada la apertura económica iniciada a raíz del Plan de estabilización de 1958 y que culmina, por ejemplo, con la firma de un Acuerdo Preferencial con la Comunidad Económica Europea en 1971. Finalmente hay que poner énfasis en la apertura sociológica que se abre paso ya a mediados de la década de los sesenta y en la que deben incluirse la apertura informativa que supuso la Ley de Prensa e Imprenta de 1966 y el incremento del turismo extranjero y nacional, que permitieron el conocimiento de realidades políticas diferentes y de otros puntos de vista en los comportamientos sociales.

      3. Nueva clase media. Una de las consecuencias más evidentes del desarrollo económico fue la aparición durante el Régimen franquista de una importante clase media, elemento decisivo para la estabilidad de un sistema político democrático, como ya señalara Aristóteles, y también casi inexistente en la época de la Segunda República. En efecto, como pudo comprobarse más tarde, una clase media numerosa amortigua posturas extremas e incide en la propia configuración del sistema de partidos políticos, dificultando el surgimiento de los históricos partidos «de clase», y del movimiento sindical, en el que prácticamente desaparecen antiguas tendencias revolucionarias.

      4. Aumento del nivel cultural. Frente a la sociedad empobrecida en el plano cultural por lo que se refiere al conjunto de la población durante la Segunda República, el nivel en este orden se eleva de forma notable con un índice de alfabetización prácticamente general, el aumento de los recursos económicos destinados a favorecer a los alumnos más necesitados y el incremento considerable del estudiantado universitario.

      5. Relativa tolerancia. Con la Ley Orgánica del Estado de 1967 desaparece la vieja definición del Fuero del Trabajo de 1938 del Estado español como Estado totalitario, lo que va acompañado por una legislación ordinaria que, aunque de modo tímido y a menudo contradictorio con la realidad cotidiana, va creando un cierto clima de tolerancia. Recordemos, por ejemplo, la liberalización que supuso la Ley de Prensa e Imprenta de 1966, inspirada por el entonces Ministro de Información y Turismo Manuel Fraga Iribarne, que suprimió la censura previa, o la Ley de Libertad Religiosa de 1967. Ese ámbito de tolerancia fue aprovechado por los medios de comunicación social de tal modo que en los últimos años del franquismo se publican libros de ideología marxista o nacen diversos semanarios que, entre sanciones y amenazas de cierre, tienen un papel destacado en la preparación del cambio político que se avecinaba (Cuadernos para el Diálogo, Cambio 16, Triunfo, etc).

        A ese clima de tolerancia contribuyó también muy notablemente la Iglesia Católica española a raíz del Concilio Vaticano II. Al margen de situaciones conflictivas producidas en los últimos años del franquismo, merece ser destacada la importante labor desempeñada por los sectores eclesiásticos, personificados en figuras como el Cardenal Tarancón.

      6. Alejamiento del extremismo ideológico. Es patente el predominio del centrismo como cultura de defensa de la convivencia pacífica, del diálogo y de la moderación. Esa actitud estuvo presente en buena parte de la clase política del Régimen especialmente en sus últimas fases pero también en los partidos de oposición, como demuestra la tesis de la reconciliación nacional defendida por el Partido Comunista de España. Dos tipos de razones convergentes explicarían esa situación, tan diferente del radicalismo de algunos momentos de la Segunda República. Por un lado, como recuerda José María Maravall, en los años de comienzos de la transición ya un 75% de españoles no habían conocido la Guerra Civil y por tanto no sentían, o sentían en escasa medida, emocionalmente la antigua división entre los dos bandos enfrentados. Pero, por otro lado, no es arriesgado pensar que los ciudadanos restantes, que habían sufrido los horrores de la contienda, no estaban dispuestos a repetirla.

        El clima ideológico, de moderación y entendimiento, hizo posible el consenso constituyente y más tarde condicionó en buena medida el sistema de partidos políticos y la realidad electoral española.

        Como se dijo anteriormente, junto a estos datos positivos existían otros datos negativos que podrían dificultar la transición pacífica hacia la democracia. Recordemos entre otros los siguientes:

      7. Conflictos sociales. Se produjeron básicamente dos tipos de conflictos que pudieron incidir gravemente en el mantenimiento del orden público: el movimiento obrero y el estudiantil. Sin embargo, y exceptuando hechos desgraciados como la muerte de varios trabajadores en Vitoria en el curso de un conflicto laboral, estos datos no condicionaron el proceso de cambio.

      8. Crisis económica. La crisis del petróleo desencadenada en 1973 originó una profunda convulsión en la economía española, incrementándose los problemas de desempleo, inflación y déficit de la balanza de pagos. Con un Régimen debilitado políticamente, la escasa capacidad de los distintos Gobiernos para afrontar decididamente estas cuestiones acentuó los problemas económicos igual que sucediera durante la Segunda República después de la crisis internacional de 1929. Es evidente que el deterioro económico del país dificultó muy seriamente el proceso de transformación política, lo que explica los acuerdos que en esta materia consideraron conveniente suscribir con posterioridad el Gobierno de UCD y la mayoría de los partidos con representación parlamentaria.

      9. Apatía o indiferencia política. La inexistencia de una cultura democrática entre los ciudadanos, consecuencia lógica de la larga duración del Régimen, constituye por sí un riesgo cierto en el sentido de que la falta de convicciones ideológicas sólidas ya arraigadas facilitan la implantación de fórmulas autoritarias sin rechazo social posible. Aunque desde el punto de vista positivo esa desideologización social, por el mismo motivo, favorece también las propuestas del cambio político.

      10. Terrorismo. Si bien, como se dijo antes, el nivel de conflictividad social fue tolerable, los años de la transición fueron especialmente azotados por la violencia terrorista. Hay que advertir que ésta estuvo presente ya en los últimos años del franquismo (asesinatos del Presidente del Gobierno, almirante Luis Carrero Blanco, del comisario de policía Melitón Manzanas González o del guardia civil José Pardines Arcay entre otros; explosión con víctimas de un artefacto en la calle del Correo en Madrid, etc.) pero se intensificó durante la transición. Las acciones del terrorismo de ultraizquierda nacionalista (ETA) o revolucionaria (GRAPO) y de la extrema derecha (asesinato de abogados laboralistas en la calle Atocha de Madrid) pusieron en peligro repetidamente el proceso democrático ante las amenazas de una reacción autoritaria y forzaron el consenso de los principales partidos políticos en la defensa de las instituciones y de los proyectos democratizadores del Gobierno.

      11. Presión involucionista de la extrema derecha. Aunque con un alcance no del todo conocido, diversos grupos afines al Régimen anterior pretendieron la continuidad de sus principios e instituciones, con apoyo en ocasiones de algunos sectores de las Fuerzas Armadas. En esta línea hay que situar la resistencia a aceptar la reforma política durante la etapa del Gobierno Arias Navarro, la difusión del pensamiento contrario al cambio político emprendido por algunos medios informativos (diario El Alcázar) o las diversas...

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