Trabajo social en el siglo XXI ¿envejecimiento del campo profesional?. Uruguay

AutorMónica De Martino Bermúdez/Cecilia Espasandín Cárdenas/M. del Carmen Echeverriborda San Martín
Páginas585-614

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Introducción

Institucionalmente, la década de los noventa colocó como desafío la formulación y consolidación de una nueva institucionalidad académica para el Trabajo Social uruguayo -Departamento de Trabajo Social (DTS) inserto en la Facutlad de Ciencias Socales (FCS) - que encuentra su antecedente más inmediato en el Programa de Desarrollo de Trabajo Social de la propia FCS. Esto trajo aparejado, como primer desafío, reconstruir y asentar nuestra legitimidad profesional, aunque parezca paradójico. Desde un punto de vista más amplio cabe destacar que la misma no depende solamente de los logros en términos de consolidación institucional pues toda profesión o disciplina científica y sus referentes institucionales son resultado tanto de esfuerzos intelectuales como también de procesos sociales, económicos y políticos en consonancia con el tiempo histórico-social. El nuevo siglo ofrece nuevas y sugerentes posibilidades para la ampliación del espacio profesional, no obstante Trabajo Social debe estar a la altura de las circunstancias desarrollando su capacidad de respuesta. Creemos que existe consenso sobre lo que Netto (1996:115) indica: para ello Trabajo Social deberá profundizar la investigación, la producción de conocimientos y el contacto con las Ciencias Sociales contemporáneas a riesgo de convertirse en "un ejercicio profesional residual".

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Históricamente nuestra profesión ha revisado periódicamente, en el acierto o en el error, las orientaciones ético-políticas de sus estrategias de acción y las bases teóricas sobre las cuáles éstas se asentaron. Muchas de ellas, es obvio decirlo, se caracterizaron o aún se caracterizan por su externalidad respecto al campo profesional.153 Si bien existe bibliografía de referencia indiscutible (lamamoto; Carvalho, 1986; Netto, 1997), esta profesión, que se expresa a través de múltiples prácticas y referenciales teóricos y que asume diversas funciones socio-institucionales no ha sido seriamente investigada in totum por sus propios agentes. Un mayor contacto con la sociología de las profesiones tal vez permita superar cierto déficit objetivo sobre lo que somos. Desde esta primera perspectiva intentaremos realizar una primera aproximación al debate teniendo claro que el análisis de toda profesión carece de sentido si no incorpora las tendencias macroscópicas involucradas.

1. - Presentación de la unidad académica y del plan de estudios de la licenciatura en trabajo social

Síntesis histórica de la formación en Trabajo Social en Uruguay

La formación de la profesión en Uruguay involucra a dos instituciones: la Universidad de la República (UDELAR) y la actual Universidad Católica del Uruguay Antonio Larrañaga (UCUDAL), hasta 1984 denominada Universidad Católica del Uruguay (UCU) En esta última, la carrera de Trabajo Social es una Licenciatura de cuatro años y está a cargo de la Facultad de Ciencias Humanas. Además de la Licenciatura en Trabajo Social, la Facultad ofrece otras ocho carreras (Sociología, Ciencia Política, Relaciones Internacionales, Magisterio, Educación Inicial, Recreación Educativa, Comunicación, Artes Visuales e Ingeniería Audiovisual). La UDELAR es la universidad pública, laica y gratuita del Estado. La Licenciatura en Trabajo Social también posee una duración de cuatro años y está a cargo del Departamento de Trabajo Social de la Facultad de Ciencias Sociales que, a su vez, ofrece las licenciaturas en Sociología, Ciencia Política y Desarrollo. Según el Primer Censo de Egresados de Trabajo Social, en 2011, la UDELAR "nuclea a la mayoría de los egresados de Trabajo Social en Uruguay" (Claramunt; García; García, 2015: 10). Del total de egresados que participaron del censo, solo el 9% realizó sus estudios en otra institución diferente a la UDELAR (fundamentalmente en la UCUDAL).

Si nos remontamos a los orígenes de la formación profesional, los primeros cursos en la Universidad datan de 1927 (Acosta, 2005). Se ubicaban en la Facultad de Medicina (específicamente en el Instituto de Higiene Experimental) y formaban a las llamadas

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"visitadoras sociales". La profesión emergía subordinada a la institución médica y al movimiento higienista de comienzos del siglo XX. Se trataba de un perfil profesional marcadamente asistencialista y disciplinante. Así lo retrata el historiador Barran: "un cuerpo de visitadoras sociales (...) para emprender las modernas luchas profilácticas, que concurrirían a los hogares a vigilar el cumplimiento de las medidas higiénicas más elementales y levantar la ficha social, tan necesaria y tan importante como la ficha médica, contando las deficiencias en materia de vivienda, despistando los contagios, estudiando los factores de miseria y las condiciones de trabajo. Ellas encargadas de enseñar cómo debe hacerse de un modo razonado y apropiado la distribución del socorro que el Estado daría en medicamentos, abrigo y dinero a las familias de los tuberculosos pobres" (Barran, 1993: 105). Acosta (1997; 2005) y Ortega (2003; 2009) profundizan en las condiciones socio-históricas que demandaron el espacio sockrocupacional del trabajador social y su desarrollo. Aquí apenas señalamos que la emergencia de la profesión se produjo "bajo el influjo de un fuerte proceso de medicalización de la sociedad" (Ortega, 2009: 160). Estuvo vinculada al "reformismo social de origen burgués positivista" y en menor medida, al movimiento católico, dada la temprana secularización del Uruguay (Acosta, 2005: 237).

Aunque con una incidencia marginal, la formación profesional de corte confesional se inaugura en 1937 con la Escuela de Servicio Social del Uruguay. Esta Escuela se mantuvo vigente en el marco de la UCU y en la posteriormente refundada UCUDAL. La formación profesional en el terreno público prosigue con algunos puntos de inflexión a destacar (Ortega, 2009). En 1934, se funda la Escuela de Sanidad Pública y Servicio Social en la órbita del recién creado Ministerio de Salud Pública (MSP). La ubicación de esta escuela en el seno mismo del MSP (y no ya en el ámbito universitario) reafirma la condición de subordinación de la profesión a la medicina. En 1954, se crea en ese mismo ámbito la Escuela de Servicio Social, en un intento de reformulación de la formación profesional, "bajo la supervisión de la ONU" y con un programa de estudios que incluía y trascendía los temas médicos (Ortega, 2009: 172). En 1960 esta escuela pasa a depender del Ministerio de Instrucción Pública y Previsión Social y funciona hasta 1967.

En el marco de una profunda reforma universitaria de "ideales progresistas" (Acosta, 2005: 239), se crea en 1957 la Escuela Universitaria de Servicio Social (EUSS) que convivió durante un breve período con la otra Escuela de carácter ministerial. En 1967, se aprueba un plan de estudios inspirado en el Movimiento de Reconceptualización del Servicio Social en América Latina. Se trata de un proceso de renovación de la profesión, tendiente a la superación del tradicionalismo en Servicio Social y de fuerte crítica al orden social capitalista. Al interior de la categoría profesional, aparece un amplio abanico de perspectivas ideo-políticas, entre las cuales se destacaron las orientaciones "modernizadoras" (sociológicas), "desarrollistas" (vinculadas a la CEPAL), de "comunicación relacionar (o interaccionismo simbólico) y de "educación popular" (Acosta, 2005). La renovación del Servicio Social reflejaba las

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contradicciones de una sociedad sacudida entre la agudización del cuadro de dependencia (por la crisis del modelo de "industrialización por sustitución de importaciones") y las alternativas revolucionarias que el proceso cubano abanderaba. "Entendemos la renovación del Servicio Social como una refracción, en la cultura profesional, del proceso de constitución de la clase obrera en sujeto político" (Acosta, 2005: 227).154 Junto a la "crisis del proyecto revolucionario latinoamericano", también se agota el Movimiento de Reconceptualización del Servicio Social (Acosta, 2005: 231). La ofensiva neoliberal que operan las dictaduras en la región deja trunco los procesos de renovación profesional. La dictadura uruguaya (1973-1984) interviene el cogobierno autónomo de la Universidad y remueve las autoridades de la Escuela Universitaria de Servicio Social, restaurando el cariz benéfico-asistencial en los planes de estudio. El recrudecimiento de la represión a partir de 1976 conlleva la expulsión de docentes y la persecución de estudiantes, así como el cierre transitorio de la EUSS por su "infiltración subversiva". También la tortura, el exilio y la desaparición forzada tocan a profesionales de la categoría

La reapertura democrática en 1985 restaura a las autoridades legítimas de la EUSS. Se abre un período de discusión acerca de la reestructura de la universidad que, en 1992, desemboca en la creación de la Facultad de Ciencias Sociales, en cuyo seno se instala el Departamento de Trabajo Social. Esta nueva institucionalidad a la que hacíamos referencia en la Introducción y el propio cambio de nombre (de Servicio Social a Trabajo Social) significó "una voluntad por parte de los profesionales del Servicio Social de alcanzar un nuevo nivel en el proceso de maduración académica" (Acosta, 2005: 250), jerarquizando la producción de conocimiento y la formación en ciencias sociales. También en este período pueden identificarse distintas tendencias al interior de la categoría profesional y para...

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