El trabajo de las mujeres: una mirada desde la historia

AutorPilar Pérez - Fuentes Hernández
CargoDepartamento de Historia Contemporánea Universidad del País Vasco/Euskal Herriko Unibertsitatea
Páginas06

?Las mujeres, aunque representan el 50% de la población adulta del mundo y un tercio de la fuerza de trabajo oficial, realizan casi las dos terceras partes del total de horas de trabajo, reciben solo una décima parte del ingreso mundial y poseen menos del 1% de la propiedad mundial?.1

Abordar el tema del trabajo de las mujeres supone un reto intelectual para los estudiosos de las ciencias sociales si tenemos en cuenta la multiplicidad de trabajos que estas realizan y que, además, el esfuerzo por sistematizar esta compleja experiencia ?que desborda el mercado de trabajo como escenario de la actividad? requiere la utilización de nuevas categorías analíticas. Es decir, cualquier esfuerzo por abarcar y sistematizar el trabajo que realizan las mujeres nos obliga a realizar una revisión profunda de los paradigmas tradicionales de algunas disciplinas.

Vamos a empezar a reflexionar sobre estas cuestiones partiendo de algunos datos sobre el mundo del trabajo en la Comunidad Autónoma del País Vasco elaborados por el EUSTAT 2. En primer lugar, nos encontramos con que la tasa de actividad de las mujeres mayores de 16 años en 1998 era del 41,2%, y la de los hombres del 65,8%; y que a su vez, esta diferencia varía enormemente según los grupos de edad, haciéndose más aguda cuanto mayor es la población. Así, entre los jóvenes de 16 a 24 años las diferencias son de 7 puntos (36,9% las mujeres y 44,2% los hombres), mientras que entre el grupo de 25 a 44 años es de 20 puntos (76,7 % y 95,6% respectivamente), y en las de más de 45 años hay 39 puntos de distancia en la tasa de actividad entre ambos sexos (18% las mujeres y 48,3% los hombres).

Si observamos las tasa de actividad por estado civil las diferencias son de tal magnitud, que podemos afirmar taxativamente que el matrimonio condiciona de manera opuesta las trayectorias laborales de los hombres y las mujeres. Mientras que entre solteros la diferencia en la tasa de actividad es tan solo de 10 puntos (62,7% las mujeres y 72% los hombres), entre casados y viudos las diferencias se duplican (33% y 62,5% respectivamente).

La conclusión que sacamos de la Encuesta de Población en relación a la Actividad es que la participación de hombres y de mujeres en el mercado de trabajo es muy diferente a lo largo de los diferentes ciclos vitales, de tal manera que la edad y el estado civil determinan de manera desigual la presencia y la ausencia en el mercado de trabajo. Pero además, si analizamos donde y como están presentes los hombres y las mujeres en el mercado de trabajo nos encontramos, también, situaciones muy distintas. Lo primero que tendríamos que destacar son las diferencias en los niveles de ocupación, ya que las mujeres son tan solo del 34,2% mientras que en el caso de los varones alcanza el 58,7 %. El resultado es que, aproximadamente, de cada tres personas ocupadas, una es mujer. Y en cuanto al paro, la tasa es del 12 % para los varones y del 26,4% para las mujeres; en este caso, de cada 5 parados, tres son mujeres.

Si comparásemos estos datos con del conjunto de España o de otros países de la UE nos encontraríamos con un panorama muy semejante, aunque con diferencias en las intensidades del mismo fenómeno.

Dicho esto, también es importante resaltar que en las ultimas décadas ha habido muchos cambios favorables en la posición de las mujeres en los mercados de trabajo, sobre todo en lo que respecta a las generaciones más jóvenes. Por ejemplo, en 1985 las mujeres vascas de 25-34 años tenían una tasa de actividad del 57%, y diez años después, en 1995, esta era del 82%. En el caso de las de 35 a 44 años, el salto ha sido enorme: del 37% al 66 %, y también se hace notar con menos intensidad en los grupos de más edad, ya que las mujeres comprendidas entre 45-54 años han pasado en una década de 26% de tasa de actividad al 39%.3

Los cambios se manifiestan todavía más claramente si observamos la tasa de actividad de las mujeres con relación a su estado civil. En 1985 la tasa de actividad de las solteras entre 25 y 44 años era del 92% frente al 37% en el caso de las no solteras; diez años después las tasas eran del 91% para las solteras y del 66% para las no solteras.

Hay otros datos del EUSTAT que, también, son importantes para situar el tema y tener una fotografía más clara de la situación actual. Me refiero a los tipos de trabajo realizados por las mujeres en el mercado laboral: el 84,4% de las mujeres ocupadas trabajan en el sector servicios, frente a un 45,2% de los hombres. Esto significa que las mujeres se encuentran mayoritariamente en profesiones en las que realizan tareas similares a las del ámbito privado o familiar y que tienen relación con el cuidado de las demás personas o de las cosas de estas. Y por ultimo, recordemos también que las trabajadoras están sobre todo en el sector público más que en el privado, al contrario de los hombres ?exactamente es el doble?, que hay una mayor incidencia de los contratos a tiempo parcial y que existe una manifiesta discriminación salarial en contra de las mujeres.

En resumen, que aunque ha habido importantes cambios en cuanto a los niveles de participación de las mujeres en los mercados de trabajo, persiste, sin embargo, una clara segmentación del mismo por razón de genero.

A veces, cuando se mira atrás y se comparan las tasas de actividad de las mujeres en la España de los años 30, que apenas alcanzaban el 9%, con la situación actual, se sacan conclusiones muy erróneas respecto a lo que realmente ocurría en el pasado y lo que es peor, respecto al futuro, dando por hecho que la igualdad de oportunidades para hombres y mujeres en el mercado de trabajo será el único escenario posible.

Quiero decir con esto que podría deducirse a partir de estos datos que las mujeres están recorriendo en este fin de siglo un largo camino que partía de la ociosiosidad universal de las mismas en el pasado (o de la estricta dedicación a las labores domesticas), hacia el mundo del trabajo y la emancipación, y que, consiguientemente, la igualdad entre hombres y mujeres formará parte ineludible, querámosla o no, de un futuro prosimio precisamente lo que pretende esta reflexión es ayudar a deshacer estos prejuicios que tantas veces contaminan los análisis históricos y distorsionan los debates políticos en nuestros días.

Pero volvamos a otros datos de interés publicados por el EUSTAT. Según la ?Encuesta de Presupuestos de tiempo? realizada en 1998, las mujeres trabajaban al día en la CAE una media de 16 horas y 39 minutos y los hombres de 15 horas y 28 minutos. Para un observador sin prejuicios sobre la categoría trabajo, aquí hay algo que no encaja con los datos anteriores sobre actividad y ocupación, y la pregunta que debemos hacernos, aunque todavía son numerosos los expertos en trabajo y mercado de trabajo que la consideren poco pertinente, es: ¿de que estamos hablando cuando hablamos de actividad y de trabajo?

Si abundamos más en la encuesta sobre el uso del tiempo podemos comprobar que las mujeres emplean 6 horas y 28minutos en lo que se define como trabajo reproductivo y 10 horas y 11 minutos en trabajo productivo. Por el contrario, los hombres emplearían 3 horas y 47 minutos en el primero y 11 horas 41 minutos en la otra modalidad de trabajo.4 Lo que ocurre es que el EUSTAT, siguiendo las pautas de Naciones Unidas y de otros organismos internacionales, y en cumplimiento de los Planes de Acción Positiva para las Mujeres ha evaluado el trabajo realmente realizado en la comunidad autónoma, independientemente de que una parte del mismo pase por el mercado ?regulado o sumergido? y otra no.

El termino trabajo reproductivo se refiere al trabajo doméstico, al de cuidados y de transporte realizado en o para los hogares que genera bienes y servicios para el consumo de sus miembros. Es un trabajo necesario pero no valorado social y económicamente, que no es fuente de estatus ni de ingresos y que no resulta fácil de ponderar por la simultaneidad de tareas que conlleva 5. Es un trabajo realizado fuera del mercado y a quien lo realiza no se le considera persona activa.

Cuando nos referimos al trabajo productivo, nos estamos refiriendo al trabajo remunerado, es decir al mercado laboral, y en este caso la medición de los tiempos se ha hecho teniendo en cuenta la dedicación a esta modalidad de trabajo y el tiempo medio empleado en el transporte para acceder a el.

Pero lo cierto es que si miramos a nuestro alrededor, podemos observar con claridad como una misma actividad circula de una modalidad a otra de trabajo, de la esfera ?económica? a la ?no económica?, es decir del mercado al no-mercado, o también de un mercado regulado a la ilegalidad y viceversa, dependiendo de circunstancias y sujetos. Los trabajos están ahí y su naturaleza y su valor real no cambia aunque lo haga el precio y el significado del mismo en función de las relaciones sociales en las que se inscriba.6

Los datos sobre la media de horas trabajadas diariamente por hombres y mujeres en la CAPV no hacían referencia al estatus profesional de las personas encuestadas y esta es una cuestión relevante. Pero si tomamos el estudio realizado por Emakunde sobre Familia y espacio domestico7 podemos abundar más en como es el reparto de los trabajos ?productivos y reproductivos? entre hombres y mujeres en función de su relación con el mercado de trabajo En él podemos comprobar que el 43,3% de las ocupadas declaran que las tareas del hogar las hacen ellas solas, es decir, son mujeres sometidas a doble jornada de trabajo; el 30,1% respondían que realizan la mayor parte del trabajo doméstico trabajando cuando menos jornada y media y solo el 26 % que lo comparten con sus compañeros. Esta información nos sitúa ante un panorama no tan alentador para las mujeres como nos quieren hacer creer los más optimistas, porque esto quiere decir que hay una segmentación y jerarquización de los trabajos de raíces muy profundas y difíciles de remover pese al aumento del empleo femenino. En este caso, como en muchos otros...

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