Bioética y trabajo social: los trabajadores sociales ante la autodeterminación de los colectivos más vulnerables y sus familias

AutorJosefa Fernández Barrera
CargoCoordinadora del Grup de Recerca i Innovació en Treball Social (GRITS) de la Universitat de Barcelona.
Páginas44-60

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Introducción

El objeto de este artículo es presentar los resultados de la investigación realizada en el año 2010 titulada: "El trabajo social con las familias: la responsabilidad de los trabajadores sociales en la autodeterminación de los colectivos más vulnerables". Su principal objetivo es contribuir en la generación de conocimiento sobre la relación entre el trabajo social y la bioética. Para ello, se presenta el marco conceptual principal que se ha utilizado, el marco legal, la metodología seguida en la investigación y los principales resultados del análisis relacionado con la bioética y el trabajo social. Finalmente, se presentan algunas conclusiones y propuestas.

La investigación se encuadra en tres conceptos: ética y trabajo social, autodeterminación y vulnerabilidad. El término ética es genérico tiene, sin embargo, espacios de concreción, en este caso la práctica del trabajo social. En tal sentido, una investigación referida a conflictos éticos de la profesión (Fuentes, 2004) indica, entre otros aspectos, que la deontología profesional debe tener en cuenta el contexto donde la práctica se verifica y como el profesional es determinado o condicionado por tal contexto: en nuestro caso el marco hospitalario.

La autodeterminación, por su parte, no puede deslindarse de la noción de autonomía del usuario, del cliente o, de manera más próxima a la investigación en que se basa este texto, el paciente. Para algunos autores la autodeterminación o autonomía es finalidad última del trabajo social (Salcedo, 1993), para otros no es un fin en sí mismo ligado a los usuarios, sino un derecho de estos (Bermejo, 2002). Para el Col·legi Oficial de Diplomats en Treball Social i Assistents Socials de Catalunya, una de las funciones del profesional del trabajo social es promocionar la facultad de elegir libremente (CODTS 2000).

El tercer término comprometido es la noción de vulnerabilidad asociada a menudo al de exclusión, no en relación de sinonimia, sino en un continuo dimensional en uno de los extremos del cual se ubica la exclusión, marginación o desafiliación y en el otro la inserción (Álvarez-Uría, 1992; Castel, 1997; Estivill, 2003; Arriba, 2008).

Ética y trabajo social

Cuando hablamos de ética nos referimos al estudio de la moral, aquello que deviene correcto o incorrecto. A menudo, ética y moral son entendidos como sinónimos, a su vez ambos conceptos están impregnados por la noción de valores, término, este último que acoge en su seno actitudes, creencias y principios, ya sean morales, religiosos políticos e ideológicos que comprometen a diversas profesiones, entre las cuales está el trabajo social (Cáceres et al. 2009). De hecho, siguiendo a Victoria Camps (1990), los principios éticos se mantienen pese a ser conculcados y por ello, una práctica profesional responsable no puede eludirlos.

Conviene también deslindar las nociones problema y dilema ético. El primero nos sitúa ante una decisión profesional difícil, el dilema, sin embargo, implica dos alternativas posibles, susceptibles de causar un conflicto moral cuya delimitación resulta poco clara (Úriz, 2006).

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Es interesante también resaltar los principios éticos propuestos por Biestek (1966), caros al trabajo social, ya que pese a su distancia en el tiempo, tienen plena expresión en nuestra contemporaneidad: individualización, expresión de sentimientos sin censura, implicación emocional controlada, aceptación del usuario o cliente, no emitir juicios, derecho a la autodeterminación (aspecto este que afecta de manera directa a la investigación que confiere sentido a este texto) y finalmente, derecho a la confidencialidad.

Para Sarah Banks (1997) los principios son: autodeterminación (nuevamente se resalta uno de los conceptos axiales de la investigación), promoción del bienestar, igualdad y justicia distributiva. Por otra parte, la autora clasifica los dilemas éticos en tres categorías: referidos a los derechos de los individuos al bienestar, el bienestar público y las opresiones derivadas de la estructura. Por su parte, Josefina Fernández (2000) indica como aspectos éticos vinculados al trabajo social, los derechos de los individuos, entre los cuales se encuentra el derecho a decidir y por ello el derecho a la autodeterminación o autonomía, el bienestar social o política social y la lucha contra la desigualdad y opresión, aspecto, este último, relacionado estrechamente con el concepto de vulnerabilidad.

Entre códigos de ética que enmarcan el desarrollo profesional del trabajo social cabe destacar por su proximidad el código de ética del CODTS, dividido en siete capítulos relacionados con principios generales del trabajo social: actuaciones profesionales, responsabilidad ante los usuarios y/o clientes, responsabilidad respecto a la entidad para la cual se presta servicios, relación con compañeros y otros profesionales, responsabilidad respecto la sociedad y la confidencialidad denominada como secreto profesional (CODTS 2000).

María Jesús Úriz (2004, 2006) destaca como herramienta de gran utilidad el Social Works Ethics Audit de Frederic G. Reamer. Este último configura su protocolo para las decisiones éticas a partir de la jerarquía de valores de Alan Gerwith ligadas a las nociones de libertad y bienestar, estableciendo con ello una serie de reglas entre las cuales destaca la autodeterminación en las citadas reglas, situándose esta, a nivel jerárquico, por delante del bienestar del usuario, cliente o paciente. A partir de lo anterior, Reamer elabora un protocolo para las decisiones éticas que pretende identificar el asunto ético en conflicto y a quien afecta este, pensar las acciones posibles y sus circunstancias, tomar la decisión necesaria y valorar el proceso. El mismo autor establece asimismo 17 áreas de riesgo en las que puede centrarse la auditoria ética, de las cuales destacamos: derechos de los usuarios y consentimiento informado (Úriz, 2006), ambas estrechamente ligadas a la investigación llevada a término por los autores del presente artículo. También Fernández (2000) plantea determinadas fases delante del dilema ético, entre las cuales menciona: el conocimiento de valores del trabajo social y, evidentemente, el conocimiento y comprensión del código de ética de la profesión.

Autodeterminación

Para el trabajo social el concepto de autodeterminación significa uno de sus pilares básicos. El antes mencionado Biestek (1966) define autodeterminación en tres proposiciones: derecho a la toma de decisiones y libertad de elegir del usuario, obligación del trabajador social de respetar este derecho y limitaciones legales e institucionales que obligan al trabajador social y al usuario. Salcedo

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(1993) destaca tres ejes fundamentales de este concepto: autonomía como independencia, como derecho y como competencia. La autodeterminación es, para este autor, el ejercicio competente de la autonomía.

Los fundamentos de la Bioética establecidos en el Informe Belmont (1979) están plenamente relacionados con este principio de autodeterminación que a su vez está vinculado al concepto de autonomía. Los principios básicos que, se establecen en dicho informe son los siguientes:

· El respeto a las personas, que acoge dos principios básicos: autonomía de los individuos y necesidad de protección de esta autonomía a personas que puedan tenerla menguada.

· El principio de beneficencia. La actuación médica busca siempre el beneficio del paciente.

· El principio de justicia. Referido a la correcta asignación de recursos.

¿A qué se refiere la autonomía? Es la capacidad de reflexionar, de tomar decisiones y de actuar. Vulnerarla significa impedir que una persona actúe libremente o negarle la información que le permita hacerlo. La evolución científica en las últimas décadas ha planteado dilemas cada vez más complejos, convirtiéndose la bioética en una rama institucionalizada del saber (De Vries et al. 2009). El progreso que esta nueva disciplina ha ocasionado en la defensa de los derechos de los ciudadanos, en las relaciones con los profesionales y, en las instituciones sanitarias, es indudable. Pero los principios que la bioética plantea han sido también blanco de críticas. La misma noción de autonomía es cuestionada por Jukka Varelius (2006) quien discute el valor intrínseco de este concepto y su capacidad de mejorar el bienestar de las personas. Otras críticas remiten el abordaje bioético actual a un supuesto fundamento liberal, que olvida aspectos colectivos de la salud de gran relevancia en países en vías de desarrollo. Así, considera que estos principios no pueden contribuir a promover la justicia social y la salud de la población (Azétsop, J., Rennie, S., 2010). Pese a las críticas, los principios de autonomía, beneficencia y justicia han llegado a la propia jurisprudencia cuando están en juicio actuaciones médicas. Por otra parte, es indiscutible el papel de los Comités de ética institucionales.

Una de les cuestiones más debatidas, en relación a la autonomía (autodeterminación) de los pacientes es el hecho de saber hasta qué punto pueden o quieren decidir. Flyn et al. (2006) analizaron las preferencias de 5.199 personas aprovechando una encuesta estatal de salud en Wisconsin (EUA). El 57% de las personas encuestadas deseaban controlar las decisiones médicas importantes, mientras el 39% esperaban que fuera su médico quien las...

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