Los términos del problema: qué se entiende por fe y qué por (sacramento del) matrimonio. 'fides' y 'foedus

AutorMiguel A. Ortiz
Cargo del AutorPontificia Universidad de la Santa Cruz (Roma)
Páginas273-278

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Esto es, para Benedicto XVI: el vínculo matrimonial, la misma realidad natural, ha sido elevada a la dignidad de sacramento; a los efectos de la sacramentalidad no se requiere una fe personal sino la intención de hacer lo que hace la Iglesia; fe e intención matrimonial no se pueden confundir pero tampoco separar totalmente.

Antes de detenernos en la relación entre fe e intención matrimonial, conviene dedicar una palabra a los términos de la cuestión: qué se entiende por fe y qué por matrimonio.

No me detendré en distinciones propias de la teología sacramentaria, sobre la fe como habitus y como acto. En ese sentido el Catecismo de la Iglesia Católica señala que el bautismo hace al hombre capaz de creer en Dios, esperar en El y amarlo, de manera que todo el organismo de la vida sobrenatural del cristiano tiene origen en el bautismo (n. 1266). En ese sentido, como virtud infusa o como hábito, teniendo también en cuenta la conexión entre bautismo y matrimonio, siempre está presente la fe en la celebración del matrimonio de los bautizados8. De ese modo, siempre hay una base de fe... Tampoco me voy a detener en la cuestión de la presencia de la fe de la Iglesia en la celebración del sacramento, incluso por parte de un ministro que no tenga fe, siempre que esté presente la intención de hacer lo que hace la Iglesia9.

Al tratar de la relación entre fe y matrimonio se corre el riesgo, en mi opinión, de quedar prisioneros de un cierto reduccionismo, cuando se tiende a poner el acento solamente en una dimensión subjetiva de la fe, para deter-minar de qué manera la falta de fe personal -la falta de respuesta consciente del sujeto- puede incidir en la validez del matrimonio.

Todos recuerdan la advertencia de Familiaris consortio, donde Juan Pablo II se plantea qué ventajas e inconvenientes tendría reclamar un grado de fe personal en los contrayentes, para concluir que resulta inviable determinar un grado de fe personal. Conclusión que retomó en sus discursos a la Rota romana de 2001 y 200310. En el primero de ellos subrayó que «introducir para el sacramento requisitos intencionales o de fe que fueran más allá del de casarse según el plan divino del "principio" -además de los graves riesgos que indiqué

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en la Familiaris consortio (cf n. 68): juicios infundados y discriminatorios, y dudas sobre la validez de matrimonios ya celebrados, en particular por parte de bautizados no católicos-, llevaría inevitablemente a querer separar el matrimonio de los cristianos del de otras personas. Esto se opondría profundamente al verdadero sentido del designio divino, según el cual es precisamente la realidad creada lo que es un "gran misterio" con respecto a Cristo y a la Iglesia».

Además, un acento excesivamente subjetivista de la fe, como percepción y respuesta del individuo, fácilmente deja de lado el otro aspecto de la relación entre fe y matrimonio, que podríamos llamar positivo, y que tiene a su vez dos aspectos: la fe que sostiene las elecciones verdaderamente matrimoniales (sean o no conscientes los esposos) y el matrimonio y la familia como escuelas de fe y de evangelización11. De algún modo en ese horizonte se mueve la encíclica Lumen fidei del Papa Francisco, cuando subraya el doble vínculo: es cierto que los sacramentos son sacramentos de la fe, pero también debe afirmarse que la fe tiene una estructura sacramental (n. 40).

Puesto que también la fe tiene una estructura sacramental, la fe debe entenderse según la lógica de los sacramentos, entre los que se encuentra el matrimonio: la fe tendrá elementos comunes con la estructura del amor conyugal. Hay que ver cómo incide la fe en el matrimonio pero también cómo el matrimonio ayuda a entender la fe. Teniendo en cuenta que el matrimonio está radicado en la misma naturaleza, de donde toma el signo sacramental, es preciso contemplarlo desde la perspectiva del "sacramento de la creación". Por otro lado hay que profundizar en la dimensión eclesial del matrimonio, que significa eficazmente la unión entre Cristo y la Iglesia.

Son dos perspectivas complementarias: no puede ponerse la atención solamente en los casos en los que la fe es débil, sino que debe...

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