El teletrabajo como sistema implantable en las organizaciones públicas y privadas: estado de la cuestión.

AutorMiguel Ángel Purcalla Bonilla
CargoProfesor Titular de Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social. Universidad Rovira i Virgili
Páginas67-95

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1. Las nuevas tecnologías y la realidad indiscutible del teletrabajo

Las nuevas tecnologías han propiciado la aparición y/o la generalización de nuevas formas de trabajo; por ejemplo, del teletrabajo, que no es una manifestación o especie del trabajo a domicilio prevista en art. 13 del Estatuto de los Trabajadores -cuya característica principal es la consecución de un resultado o producto final-, sino una nueva categoría contractual cuyos rasgos básicos no coinciden con los de aquella modalidad, utilizando para ello técnicas variadas de telecomunicación informáticas. Me refiero a las denominadas «autopistas de la información», que en realidad no son sino un ordenador conectado a la red de telefonía, esto es, el sistema «RDSI»1, que permiten una mayor flexibilidad horaria y generan una deslocalización del trabajo, aunque presentan un reverso negativo desde la perspectiva de la salud del trabajador: extenuación mental por dedicación a la máquina -«vampirismo» adictivo-, depresiones por sensación de aislamiento y soledad, exposición a radiaciones electromagnéticas no ionizantes y deterioros visuales pese a las pantallas de visualización de baja radiación2, desviaciones de la columna derivadas

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de incorrectas posiciones ante el ordenador, lesiones cervicales, tendinitis en las manos, etcétera3.

En nuestro ordenamiento jurídico, debe quedar claro que no es lo mismo el trabajo a domicilio (regulado por el artículo 13 del Estatuto de los Trabajadores4), que es aquél en el que la prestación de trabajo de la actividad laboral se realiza en el domicilio del trabajador o en el lugar libremente elegido por éste y sin vigilancia del empresario, que el teletrabajo, que es una forma de organización y/o de realización del trabajo, con el uso de las tecnologías de la información, en el marco de un contrato o de una relación de trabajo, en la que un trabajo, que hubiera podido ser realizado igualmente en los locales del empleador, se efectúa fuera de estos locales de manera regular. La diferencia radica, pues, en que el teletrabajo puede prestarse en lugar no elegido por el trabajador y distinto de su domicilio y porque además puede haber formas de teletrabajo en las que exista una vigilancia empresarial (algunas manifestaciones de trabajo «on line»), pero ello no es equiparable al control del trabajo industrial a domicilio5. Dicho de otra forma, en el teletrabajo la empresa puede seguir controlando al trabajador en su tarea por medio de programas de software preparados a tal efecto (software accountings, boss everyware, sniffers), "que permiten registrar el número de operaciones llevadas a cabo, el tiempo que se ha invertido en cada una de ellas, marcando incluso la hora del comienzo y de finalización de las mismas, interrupciones, errores y demás. Por contra, en el trabajo a domicilio sólo se requiere la entrega de la tarea encomendada y la posible calidad de la misma"6.

El teletrabajo es un modo de organizar el trabajo con ayuda de las nuevas tecnologías de la información y de las comunicaciones, de tal forma que se realiza en un lugar diferente de las oficinas o instalaciones de la empresa. En el contexto actual de destrucción de puestos de trabajo, fruto en parte de la crisis económica y en parte del aprovechamiento empresarial de reducción de plantillas en muchos casos, puede suponer un filón de empleo para las actividades que permitan este tipo de organización del trabajo7, lo que ha llevado en algunos casos a la creación

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de portales virtuales de empleo para teletrabajadores8, aunque también es una buena medida para aligerar costes de infraestructura (repárese, por ejemplo, en el caso de la cadena de hoteles estadounidense Hilton, que ha enviado a trabajar desde casa a los miembros de su departamento de Reservas y Atención al Cliente). Es una forma de trabajar que encaja perfectamente en la nueva tendencia hacia la descentralización y flexibilidad de las estructuras empresariales y supone, además, una ruptura con el concepto tradicional en el que el trabajo estaba vinculado a un lugar y a un horario específico. Su implantación cuenta ya, incluso, con guías o manuales de orientación sobre las fases secuenciales en las que debe desarrollarse el procedimiento de inicio y desarrollo del teletrabajo en las organizaciones9.

Así las cosas, en el mercado global existen diversas clases de teletrabajo:

Teletrabajo desde el hogar. Es quizá el más adecuado para personas discapacitadas, con cargas familiares, telesecretarios/as, auxiliares administrativos, escritores, programadores, grabadores de datos, periodistas o delineantes freelance, etc.

Teletrabajo en oficinas remotas. Presenta diversas modalidades:

Centros de Recursos Compartidos: equipados con tecnologías de la información y de las telecomunicaciones, concentran en un sólo edificio prácticas relacionadas con el teletrabajo y organiza los recursos humanos de la empresa para obtener mayor efectividad y flexibilidad. Actualmente puede destacarse el telecentro de Ribes de Freser (Televall) y el de Banyoles (Tele-Estany)1.
Telecentros u oficinas Satélite: son lugares que, aunque distantes entre sí, trabajan conjuntamente en un entorno dirigido2. El telecottage es un tipo especial de telecentro, pero ubicado en zonas rurales. Su origen (escandinavo) fue el de acercar las nuevas tecnologías y conocimientos a los habitantes de áreas de difícil acceso a una serie de oportunidades y conocimientos. Actualmente, existe uno ubicado en Vizcaya (Gordexola)3 y otro en Asturias (Taramundi)4.

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Televillage: es un concepto que supone el combinar un estilo de vida en el campo, con el acceso a las grandes redes de información. En este caso serían pequeños pueblos conectados en su totalidad a este tipo de redes. Es el caso, por ejemplo, del pueblo virginiano de Blacksburg (EEUU).
Teletrabajo móvil o itinerante: analistas informáticos, agentes de seguros, vendedores, publicistas, creadores, auditores, consultores, formadores, comerciales, etc., es decir, trabajadores que desarrollan la mayor parte de su actividad en diferentes lugares (nómadas, como es el caso de IBM, que sólo en España tiene más de 1.000 teletrabajadores). De hecho, necesitan disponer de equipos fáciles de usar y transportar (portátiles, etc.).

Los países en los que más presencia tiene el teletrabajo como fórmula organizacional, son Dinamarca, con un 21,5%, Suecia, con un 18,7%, Reino Unido, con un 17,3% (con una clara tendencia al alza10), Estados Unidos con un 24,6%, Austria, con un 13,8%, y China con un 16,8%, muy alejados del 4,9% de España11. De su lado, el perfil-tipo del teletrabajador y de sus actividades en la Unión Europea es, según un reciente e interesante estudio12, el siguiente: varón (81,3%) para el teletrabajo habitual, y presencia importante de la mujer para el teletrabajo ocasional o esporádico (37,6%); edad más habitual entre 30 y 39 años (35,6%, especialmente en el caso de teletrabajadores móviles) y entre 40 y 49 años (32,6%, especialmente para el teletrabajador autónomo), de modo que los teletrabajadores entre 20 y 29 años suponen el 25,2% del teletrabajo ocasional y temporal; el 60% de teletrabajadores viven solos (singles) o son miembros de unidades familiares sin hijos, y tienen nivel de estudios superiores (60%); las actividades más habituales de teletrabajo son los servicios financieros y empresariales (14,1%), distribución, transporte y comunicación (7,4%), seguidos de actividades por debajo del 5% (industria -4,7%-, servicios personales y sociales -4,3%-, sector primario -3,7%- y, ojo al dato, Administración pública -3,6%-); estás más extendido en grandes empresas, de más de 1.000 trabajadores (11,8%), que en empresas entre 250 y 999 trabajadores (5,2%), aunque es significativa su presencia en pequeñas empresas (3,9%) y en microempresas (3,4%); y, por último, debe destacarse que la distancia entre el hogar del teletrabajador y el lugar de trabajo es un dato crucial, pues el 17% de teletrabajadores tienen más de 50 km de distancia respecto de la oficina principal de la organización empresarial, y el 40% del teletrabajo se desarrolla en áreas no urbanas.

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Como ventajas e inconvenientes del teletrabajo, se han señalado los siguientes13:

Para los trabajadores:

VENTAJAS INCONVENIENTES
· Incremento de productividad.
· Flexibilidad horaria, ejecución del trabajo según un plan independiente e individualizado al tiempo y necesidades de cada uno.
· Incremento de las posibilidades de acceso a un puesto de trabajo para colectivos especiales de trabajadores (trabajadores discapacitados,...).
· Reducción de horas extraordinarias.
· Ambiente de trabajo más tranquilo en casa, libre de interrupciones.
· Reducción de los costes y tiempos de desplazamiento de casa al trabajo.
· Ahorro en gastos de vestuario para el trabajo.
· Posibilidad de atender en casa, al tiempo que se trabaja, a niños o personas ancianas o enfermas. Conciliación de la vida laboral y familiar.
· Elección personal del entorno de trabajo.
· Pérdida de integración en la empresa. La distancia puede generar una mayor vulnerabilidad del teletrabajador por debilitarse su relación sindical, complicándose en este contexto la protección social y laboral del teletrabajador, sus posibilidades de promoción, etc.
· Menor comunicación con los compañeros de trabajo, peligro de aislamiento.
· Dificultad para encontrar un apoyo laboral y obtener respuesta en tiempo breve a consultas que se puedan formular.
· Dificultad para separar el trabajo de
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