Memoria de un tejido cultural, social y político del Consejo Regional Indígena del Cauca - CRIC. Trayectoria y reflexión

AutorAbelardo Ramos Pacho
Páginas90-100

Originalmente escrito en lengua nativa y traducido por el autor al castellano.

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Preámbulo

Por la condición de ser indígena participante de esta trayectoria en parte, decidí realizar este ensayo y reflexión en primera persona, como también tejer el texto en una forma narrativa muy cercana al discurso oral de la lengua nasa de la que tengo competencia oral y escrita. Así mismo, dos aclaraciones me parecen pertinentes: la primera, el CRIC es el movimiento social indígena situado en el suroccidente del país en el departamento del Cauca, al cual me voy a referir. Y la segunda, es el significado de la voz nasa: desde todo punto de vista cosmogónico /nasa/ es el nombre del pueblo originario con que nos reconocemos en distintos lugares de nuestro ámbito territorial haciendo resistencia y vida al uso social de nuestra lengua indígena, estos casos nos dan momentos de felicidad cuando nos vemos entre practicantes del mismo código lingüístico, el nasa yuwe. Desde el pensamiento ancestral, nasa denota a un ser humano o algo susceptible de vida, por ejemplo, de un animal cuadrúpedo hembra que está en estado de gestación hablamos diciendo //nasa / ji’pa’// para decir «está preñada» y cuando revisamos cuidadosamente a contraluz del sol un huevo de gallina que ya lleva dos semanas de incubación y le encontramos fértil también decimos tiene nasa, //ji’p// quiere decir «tener», entonces nasa es lo que es un ser susceptible de vida o viviente. Así mismo nos expresamos de la mujer embarazada.

La palabra nasa se aplica a uno de los pueblos con cultura específica, a uno de los componentes del tejido social del departamento del Cauca, en cuanto que en este departamento nos encontramos en convivencia junto con los demás pueblos como: los // sia / pedee //, «gente de caña brava» que forman parte de la gran familia embera chocó de la región costa pacífica, los totoró, el guambiano, los nasa, los inga y yanacona por la región sur, los kokonuko, los afrocolombianos, los ambalueños, los wanakas y la población campesina.

Los cuatro primeros pueblos por orden poseemos lengua ancestral viva y en los otros sólo quedan algunas marcas o huellas inscritas en la toponimia del paisaje, que al

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parecer constituye otra forma de resistencia cultural que efectúan las mismas lenguas. Así también en varios pueblos hay algo de música autóctona, así como las prácticas de medicina tradicional, los múltiples relatos que hoy han pasado a ser narrados en caste-llano, existen diversas formas de trabajo colectivo como las de sembrar y cosechar, de construir sus viviendas y en las formas matrimoniales. Las cuales caracterizan la cosmovisión de cada pueblo y todos estos grupos han ido participando paulatinamente en el tiempo y dinámica del movimiento social indígena aglutinándose en el CRIC, acerca de lo cual en el resto de apartados me detendré con atención durante esta reflexión.

La memoria imagina y fija sus pasos en la formación del pensamiento ancestral

Este pensamiento se relaciona con las narraciones que guardamos los pueblos originarios en nuestra cabeza: la historia de nuestros desarrollos orales a través del tiempo y territorio, y son hoy por hoy muchas de ellas las que formaron parte del acervo cultural y las experiencias que hicieron hitos en el interior de la colectividad, dando sentido a las lógicas de nuestra cosmovisión propia, éstos son los mitos fundacionales contados y recontados una y otra vez mientras se vive. Cuando uno se refiere a la memoria no se reduce a la remembranza que, de una forma anecdótica, todas las personas tenemos en la cotidianidad y lo que contamos fugazmente a nuestros allegados, sino a lo que, como habitantes de un territorio en algún momento en la vida, compartimos en el seno de la colectividad, y que lo sentimos todos, o nos reímos o rabiamos de los relatos, tomando partido por lo que nos afectan, reitero que tanto en lo individual como en lo colectivo de la sociedad. Es decir, éstos son los relatos que circulan pasándose de boca en boca en cada generación en el espacio del tiempo, de la familia y en la comunidad. Éstos obedecen a la creatividad y sabiduría de un pueblo milenario que los creó en su propia lengua, es decir, son relatos que circulan desde tiempos remotos y que nos cogen a nosotros para construir las bases de nuestro pensamiento, para resistir ante la historia y frente a la realidad actual, aun en este mundo globalizado. En este sentido suponen herramientas de pensamiento como recur-sos propios para vivir y afrontar la diversidad y la interculturalidad ante las múltiples formas de embates y estrategias de desalojo de nuestra memoria a las que recurre la modernidad y que se expresan de manera tan sutil en los discursos ideológicos disciplinares y científicos, mediatizados en los medios propiamente dichos, los desarrollos de lenguajes de control a través de cada disciplina y cada cual con sus verdades inamovibles fundadas en sus cánones eurocéntricos, dios único, capitalista, masculino, heterosexual y adultocéntrico.1Entonces, la lucha de pensamiento que afronta nuestra memoria es de una magnitud incalculable, pues a diario la avalancha ideológica nos arrastra colonizando la mente y el corazón adormecido, que no pasa sólo por encima de los pueblos indígenas sino también en la carne de la gente mestiza en las sociedades del mundo de la periferia, esto es lo que nos pone a pensar como el no-yo exponiéndonos a la manipulación de la élite y a defender como idiota útil sus intereses, perdiendo libertad y autonomía, en el letargo de la resignación. En esta razón la lucha del CRIC no se reduce a la simple recuperación de una tierra material para sembrar, sino que la lucha compromete la defensa integral de la vida misma. Ésta es la concepción de memoria como se sigue en adelante.

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Desde el índice anterior, lo que reflexiono aquí sobre la trascendencia de la memo-ria, y subrayo memoria, viene de escuchar en la práctica los relatos de los mayores que tocan los sentimientos hasta el fondo de los poros del propio cuerpo y llegando a conmover hasta las entrañas del mismo corazón. Los jóvenes nasa o simplemente la gente tercermundista podemos aprender de las historias orales de nuestros abuelos para volver a proyectarnos a la transformación de una vida digna en la que nos es deseable y cala en nuestra cabeza la idea de Lame de que seamos nosotros mismos los autores de la pradera de nuestro propio destino. En mi caso, los mayores con quien hice mi escuela de pensamiento son:

- Julxu //Nxikxnas//, «regañón» oriundo de la vereda de //bahç//, «(el) cabuyo» (ya fallecido) y el mayor Ángel María //Yu’yinu//, «no se deje pegar». Ambos en distintos momentos históricos, cuando así lo han considerado necesario, han ejercido su papel de liderazgo en la zona. El primero nos contó sus experiencias de varias batallas ganadas y perdidas por los indios nasa durante las guerras libertarias, partidistas y otras contra los enemigos territoriales de otros tiempos y siendo él preso en la cárcel de San Isidro de Popayán ejerció como escribano del luchador y pensador indígena Manuel Quintín Lame. El segundo, nos enseñó la pertinencia y legitimidad de la lucha de defensa cultural, siendo él mismo un gran thê’wala y excelente narrador de los mitos fundacionales, me enseñó //nasnasa / u’juya’//, «(que consiste en) andar como nasa con identidad».

- El capitán Leis //Pe’te//, «amanecer», perteneciente al //khabu / Kiwe//, «territorio de la vara de mando» del Çxhab Wala, «(el) magno pueblo». Nótese que aquí tuvo una de sus viviendas el cacique legendario don Juan Tama Calambás, el hijo de la estrella y la laguna de Piçkwe thâ’Ïkh, «(la) laguna del cerro del hombre», pero que en habla cotidiana se llama la laguna de Juan Tama. Leis, aunque ha colaborado en el mantenimiento de un modelo de cristiandad del dogma católico por el espacio de su vida, él mismo no se ha permeado del sincretismo, cuando cuenta los relatos nasa, que la supuesta teología de inculturación desde la Iglesia y el vicariato de Belalcázar ha pretendido imponer, p. ej. en la década de los años setenta y ochenta fue profesor bilingüe algunos años por parte de la educación contratada con las misiones y el Estado colombiano y fue traductor de los sermones del misal al lado de los curas.

- El mayor Kalus /Laamus/, «palma de ramos», habitante de la vereda de /Çxî’kiwe/, «(la) tierra de loros», quien nos entretuvo tantas noches al lado del fuego sentados en pagus bajos con la barriga y los pies calientes oyéndole, y la mayora Martina Pacho Toconás, gran artista de los tejidos de cabuya y...

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