La Tecnología contra el COVID en el ámbito parlamentario

AutorAlmudena Marazuela Bermejo
Cargo del AutorLetrada - Directora de Informática, Tecnología y Transparencia de la Asamblea de Madrid
Páginas65-88
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Capítulo 3.
La tecnología contra el COVID
en el ámbito parlamentario
Almudena Marazuela Bermejo
Letrada - Directora de Informática, Tecnología y Transparencia
de la Asamblea de Madrid
A finales de 2019 saltaban las alarmas en todo el mundo. El nuevo virus emer-
gido en China no había podido ser contenido por las autoridades. Las escenas
retransmitidas y publicadas en los diversos medios de comunicación eran preocu-
pantes, casi apocalípticas. En pocos días, los casos irrumpían en otros países leja-
nos al compás de la incesante movilidad asociada a la globalización. La ciencia se
enfrentaba repentinamente a un enemigo sorpresivo, desconocido, rápido y letal.
Sólo algunos meses después la situación sanitaria internacional era descora-
zonadora: el número de contagios y de fallecidos sonaba diariamente, como leta-
nía incansable, en todos los telediarios continentales. Los Gobiernos nacionales,
regionales y locales se veían compelidos a adoptar medidas restrictivas de las li-
bertades de tránsito (aislamientos, confinamientos de la población, bloqueo de
zonas geográficas, cierres de fronteras, etc.) mediante declaraciones de estados
excepcionales, en sus diversas modalidades y denominaciones, que fueron com-
plementadas con cierres de los comercios y con la suspensión de las actividades
heterogéneamente definidas como no esenciales.
En este final de 2020, como en el peor de los sueños, el vaivén de las olas pan-
démicas continúa, las gráficas de los repuntes siguen al alza y el bullir de los re-
brotes no termina de remitir, aunque la ciencia ha ido avanzando en la batalla del
conocimiento de su enemigo (vías de transmisión del virus, patologías que produ-
ce, pautas y medicación para tratar el organismo afectado con mayores garantías
para algunos infectados, etc.). Pero, aun así, el número creciente de infectados y
fallecidos sigue imparable.
Y por si lo anterior no fuera suficiente, la prolongación de la situación ha
repercutido abruptamente en las economías. La consecuencia: Ertes, paro, impa-
gos, morosidad, cierre de empresas, crisis, hambre y conflictos sociales.
Ante este panorama sanitario y económico, los ciudadanos acuden, allá don-
de es posible, a la cobertura ofrecida por el Estado del Bienestar. Los Ejecutivos
han agilizado los suministros y servicios modificando las lentas legislaciones de
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contratación pública; restringiendo libertades y derechos, que en ocasiones -sin
mucho sentido- pasan de unas semanas a otras a ser contradictorias, aunque se
argumenten en la preservación de la salud pública; o disponiendo ayudas a em-
presarios y a la población desasistida.
Y en toda esta grave coyuntura, los Parlamentos, controladores de la activi-
dad de los Gobiernos en el esquema de las formas de Estado democráticas, han
quedado casi maniatados. La pandemia se propaga allá donde se producen con-
centraciones de numerosas personas, y el ámbito parlamentario es un hábitat
perfecto, dado el trasiego diario de reuniones y sesiones de los órganos rectores
(Mesas y Juntas de Portavoces) y funcionales (Plenos, Comisiones y Diputaciones
Permanentes); y de jornadas laborales en las que se concentran los parlamen-
tarios, funcionarios de la Cámara, personal de los Grupos Parlamentarios, el
Gobierno, altos cargos y personal asistente, los medios de comunicación, traba-
jadores de las contratas de las Cámaras, proveedores, suministradores, mantene-
dores, personal de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado y autoridades y
ciudadanos que, en calidad de invitados de los Grupos Parlamentarios, asisten a
las sesiones o a los actos institucionales o no institucionales de forma individual o
como representantes o miembros de asociaciones o grupos vinculados a ciertos o
específicos fines.
Por ello, muchos Parlamentos se vieron y han visto desde marzo aboca-
dos a aminorar o, incluso detener, temporalmente su actividad, posterior-
mente, retomada o mantenida con restricciones de presencia por parte de los
representantes y funcionarios asistentes y de ciertas medidas excepcionales
(limitación o prohibición de invitados, regulación e instauración del teletra-
bajo, creación de protocolos especiales de higiene y seguridad en las sesio-
nes, de climatización del aire de las salas, de creación de Comités COVID,
de ruedas de prensa telemáticas, etc.) y con nuevas reglas parlamentarias (la
implantación de votos delegados, las votaciones telemáticas, las sesiones re-
motas no presenciales del Pleno y de las Comisiones, las reuniones telemáti-
cas de la Mesa y las Juntas de Portavoces y de las Mesas y los Portavoces de las
Comisiones, restricciones de quorum, la corrección de sistemas de votación o
el incremento de reglas interpretativas de unos Reglamentos parlamentarios
que nunca previeron ni atisbaron una situación como la que estamos vivien-
do). La pandemia paralizó parte de la actividad de los Parlamentos durante la
primera ola infectiva. Una vez superada la crisis de la primera ola, la persisten-
cia del riesgo de contagios ha desplazado la actividad parlamentaria fuera de
los Legislativos transformándola -veremos si transitoria o definitivamente- en
una rara avis híbrida (simultáneamente presencial y remota a veces; sólo pre-
sencial en otras ocasiones; y sólo remota en las restantes).
En el ámbito de la Asamblea de Madrid, sede de numerosas sesiones y
reuniones de los órganos rectores y funcionales de las Cámaras y de encuen-

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