¿Por qué las tasas de paro difieren en europa? [*]

AutorMichel Husson
Páginas04

Las tasas de paro varían considerablemente en el interior del conjunto europeo, tanto en nivel como en evolución. Dar cuenta de estas diferencias es una tarea extremadamente difícil, pero también fascinante. Si se consigue, al menos en parte, realizar este programa, entonces es posible deducir propuestas eficaces en cuanto a las políticas más apropiadas para luchar contra el paro y volver al pleno empleo.

Este artículo se centra en esta temática. Sintetiza y prolonga los resultados de un informe (Husson, Jolivet, Meilland, 1999). Su argumentación se desarrolla en dos tiempos. Es la segunda parte la que propone una modelización de cuyos resultados se deducen algunas conclusiones que se esperan útiles. Se muestra en particular que los resultados del crecimiento tienen más peso que el medio institucional de los mercados de trabajo. El compromiso social juega a su vez un papel pero su puerta de entrada pasa por una sustitución capital-trabajo menos rápida más bien que por una moderación salarial nítida.

Antes de llegar a estos resultados, la primera parte examina la línea de interpretación dominante que consiste en imputar los mejores resultados de empleo a una mayor flexibilidad del mercado de trabajo, ella misma condición indispensable de la moderación salarial. Los resultados empíricos no corroboran esta lectura en cierta manera espontánea, y los modelos teóricos sobre los que se asientan sacan a la luz problemas de coherencia interna. Pero, como restringen a priori el campo de la investigación científica, tendríamos que empezar por una vuelta crítica al obstáculo que constituyen.

PRIMERA PARTE: LAS EXPLICACIONES STANDARD

Las falsas evidencias de la moderación salarial

En la «vulgata» de la economía dominante, las diferencias de resultados no pueden explicarse en último término más que por una desigual capacidad de cada país para dar prueba de moderación salarial. Este esquema es más atrayente desde el momento en que se apoya, en sus versiones más simplificadas, en simples correlaciones gráficas que parecen aportar una prueba sin tomar en cuenta las afirmaciones avanzadas.

Así, el gráfico 1 muestra una fuerte correlación inversa entre la progresión de la tasa de salario real con la del contenido en empleo (número de empleos por unidad de producto). Los datos de la OCDE permiten un modelo en corte sobre 20 países, lo que da un buen coeficiente de correlación de 0,55.

[NO SE INCLUYE LA TABLA]

Ante tan bella ligazón, conviene preguntarse sobre el sentido de esta correlación. ¿No podríamos ver en ella una causalidad inversa? La cantidad de empleo no es otra cosa, en efecto, que el inverso de la productividad aparente del trabajo. Entonces, si ésta es a su vez un argumento de evolución del salario real: incluso si la norma de una parte de los salarios en el valor añadido constante no juega ya como antes, la progresión relativa del salario real no está completamente desconectada con la de la productividad. Nos encontramos entonces ante la situación de elegir entre dos lecturas de los mismos hechos:

  1. es en los países donde el salario ha aumentado de manera menos rápida donde la cantidad de empleo ha aumentado más.

  2. es en los países donde la productividad ha aumentado más rápidamente donde la progresión del salario real ha sido la más importante.

    Estas dos proposiciones no parecen equivalentes a pesar de que corresponden al mismo tipo de correlación, ya que la cantidad de empleo es inversa a la productividad del trabajo. La estimación econométrica de la relación (productividad-salario) es entonces de una calidad equivalente a la de la relación inversa (salario-cantidad de trabajo). Establece que la evolución relativa del salario real depende de la de la productividad del trabajo. El coeficiente de evolución es estable y próximo a 1/2, como se ha podido verificar por diversos procesos de estimación ( sobre todo «apilando» los países). Esto significa que solamente la mitad de las ganancias de productividad recaen sobre los asalariados en forma de progresión del salario real. La norma salarial se aleja de una regla «fordista» según la cual el salario real crece como la productividad pero no ha roto más que a mitades (de media) con este tipo de relación.

    Esta constatación nos conduce entonces a hacernos dos preguntas. La primera es, de nuevo, la del sentido de causalidad entre salario y productividad. Pero hay otra que nos lleva a preguntarnos sobre la mejor manera de definir la noción de «moderación salarial». Ahora bien, estas dos cuestiones están estrechamente ligadas, como se puede ver con un ejemplo estilizado de comparación entre dos países A y B. La productividad progresa claramente menos rápido en A que en B (0,5% por 2%). En A, el salario aumenta como la productividad y la parte salarial en el PIB permanece entonces constante. En B, el salario aumenta como la mitad de la productividad, lo que conduce a un descenso de la parte salarial (cuadro 1).

    [NO SE INCLUYE LA TABLA]

    Si se examina directamente la progresión salarial, se podrá decir que el país A ha hecho prueba de una moderación salarial que le garantiza una mayor riqueza en el empleo del crecimiento. Para un crecimiento del PIB del 2%, el país A crea en efecto, 1,5% de empleos por año. Aparece entonces como «una máquina de creación de empleo».

    Por su lado, el país B ha obtenido un crecimiento de salario real dos veces más rápido que en A, pero esto conlleva una desaceleración más rápida del contenido en empleo del crecimiento. Es por ello por lo que un mismo crecimiento del 2% no conduce a ninguna creación de empleo. El país B ha manifestado claramente su «preferencia por el salario» en detrimento del empleo.

    La paradoja, pensando en una cierta comparación Estados Unidos / Europa, es que el país B (Europa), desde un cierto punto de vista, ha demostrado una mayor moderación salarial ya que ha conseguido hacer retroceder su parte salarial, contrariamente al país A (Estados Unidos). La elasticidad del salario a la productividad es igual a 1/2 en Europa mientras que equivale a 1 en los Estados Unidos. La gran diferencia reside en la capacidad de los Estados Unidos en crecer tanto con menos productividad que los otros, y no en un rigor salarial superior, si se evalúa éste en relación con la distribución de las ganancias de productividad.

    [NO SE INCLUYE LA TABLA]

    Es por otra parte perfectamente conforme a la teoría establecida medir así lo que Bruno et Sachs llamaban wage gap en su obra de referencia (1985). La parte de los salarios en el valor añadido representa un indicador sintético de la norma salarial, en la medida en que su evolución salarial no está a priori unida a la de la productividad del trabajo (como puede serlo el salario real). Se trata de una ratio que no evoluciona más que en la medida en la que la elasticidad del salario a la productividad no es unitaria. Si esta elasticidad es inferior a la unidad, la parte de los salarios baja y hay moderación salarial. En el caso inverso, la parte de los salarios aumenta y hay derrapaje salarial.

    Paro y beneficio van a la par

    Pero si se admite esta definición de moderación salarial, llegamos a un nuevo resultado inquietante que es la existencia de otra relación, positiva esta vez y tan clara (coeficiente de correlación de 0,51), entre la cantidad de empleo y la parte de los salarios (gráfico 2). Hay por lo tanto aquí una contradicción: la evolución de la cantidad de empleo está asociada negativamente a la progresión del salario real, pero está al mismo tiempo correlacionada positivamente con la de la parte salarial. Dicho de otra manera, la moderación salarial, si se la señala por el descenso de la parte salarial, va a la par con un descenso del contenido en empleo. Resumiendo, la moderación salarial así definida aparece como desfavorable al empleo. Ciertamente, salario y productividad varían paralelamente, pero la incompletitud de esta relación hace que el primer resultado (correlación inversa entre salario y empleo) y el segundo (correlación positiva entre parte salarial y empleo) sean compatibles.

    Se puede incluso ir más allá, mostrando que esta correlación es susceptible de ser extendida directamente a la determinación de las tasas de paro. Sobre el mismo período se obtiene en efecto una nueva correlación que abarca un conjunto de 20 países de los cuales se han retirado los resultados particularmente atípicos de dos países, Finlandia (donde el paro ha explotado) e Irlanda (donde el beneficio ha dado un salto hacia delante, a tasa de paro constante). Dejando de lado estos dos países –lo que no es absolutamente indispensable– se saca a la luz una muy clara correlación entre el restablecimiento de los beneficios y la subida del paro (gráfico 3) que confirma solidamente la econometría (coeficiente de correlación de 0,63). Los países que han sufrido la mayor progresión de la tasa de paro en el período considerado son también los que demuestran la mayor moderación salarial medida por el restablecimiento de la tasa de beneficio ( que equivale a un retroceso de la parte salarial).

    [NO SE INCLUYE LA TABLA]

    La asignación de las ganancias de productividad

    Esta discusión conduce, antes de considerar otras formas de modelización, a examinar en detalle las modalidades de la asignación de las ganancias de productividad. Se trata de nuevo de una descomposición que describe ex post los fenómenos observados, sin excluir interacciones entre sus diferentes componentes.

    La progresión de las ganancias de productividad puede verse afectada en tres grandes campos:

    – en la progresión del salario real por cabeza

    – en la reducción del tiempo de trabajo

    – en el restablecimiento del beneficio por reducción de la parte de los salarios.

    El cuadro 2 recuerda las oposiciones clásicas entre Japón, Europa y los Estados Unidos. En los Estados Unidos, las ganancias de productividad disponibles son menos elevadas y afectadas íntegramente en el salario real. La progresión del beneficio es mínima y obtenida sobre todo...

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