La medicalización del suicidio: un dilema bioético

AutorÁngel Alonso Salas
CargoMédico. Doctorando en Bioética de la UNAM.
Páginas24-35

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El suicidio es un hecho que forma parte de la naturaleza humana. A pesar de lo mucho que se ha dicho y hecho acerca de él en el pasado, cada uno debe enfrentarse a él desde el principio, y en cada época debe repensarlo.

Johann Wolfgang von Goet he2

A manera de introducción

Los actos suicidas desde la antigüedad han producido un desconcierto y una condena social, religiosa y cultural por las dimensiones del acto. El suicidio ha sido considerado como un pecado o como un crimen, y con el paso del tiempo, se ha convertido en un problema de salud. Las instituciones de salud y gubernamentales han decidido brindar la mayor cantidad de recursos para incidir de manera efectiva en la disminución de los altos índices de ideación suicida, y así evitar que los sujetos decidan quitarse la vida por mano propia. Sin embargo, ¿todos los actos suicidas pueden catalogarse y clasificarse como producto de una patología y ser condenados socialmente ¿No existen algunos casos de suicidios que podemos considerar como válidos y legítimos, pues apelan a la autonomía y libertad del sujeto para tomar una elección con respecto a su propia vida En el presente texto, se llevará a cabo una reflexión acerca de la medicalización del suicidio, como uno de los problemas bioéticos de nuestro tiempo.?

1. El suicidio: un problema bioético

Quisiera comenzar este escrito con la reflexión con la que inicia el texto de Libertad fatal de Thomas Szasz, quien afirma que:

[...] más allá de la sencilla máxima de Goethe se encuentra una profunda verdad: la muerte voluntaria es una elección intrínseca a la existencia humana. Es nuestra última y profunda libertad. Pero hoy los ciudadanos de a pie no ven así la muerte voluntaria: creen que nadie en su sano juicio se quita la vida, que el suicidio es un problema de salud mental. Tras esa creencia se encuentra una evasión explícita que consiste en apoyarse en los médicos para la prevención, prescripción y provisión del suicidio y así evitar el tema3.

El suicidio se ha convertido en un serio y delicado problema de salud, que año con año incrementa el número de víctimas. Sin embargo, el fenómeno del suicidio no se puede reducir a un problema de salud pública, sino que constituye un dilema bioético, en la medida en que la comprensión del acto en sí, supone un diálogo interdisciplinario y un trasfondo teórico y práctico sobre la defensa de la autonomía y de la libertad en su máxima expresión. De esta forma, hablaremos del "suicidio racional", "suicidio deliberado" o "elección voluntaria de la propia muerte", en donde a diferencia de la mayoría de los suicidios (causadas por alguna psicopatología o que provienen de la "servidumbre de las pasiones"), se pueden entender en dos sentidos: en primer lugar, reconocer y aceptar que existen sujetos que tienen el derecho a decir "hasta aquí", es decir,

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determinar cuándo y cómo uno quiere morir, acción que manifiesta que la vida no debe ni puede ser el valor absoluto en nuestras sociedades. Y, en segundo lugar, la defensa hasta las últimas consecuencias de los principios de libertad y de autonomía, en relación a la "calidad de vida" o "proyectos de vida" que cada sujeto puede planear con respecto a su propia existencia. Es importante destacar que lo primero que debemos hacer es "desestigmatizar" la noción de "suicidio" y dejar de condenar dicho acto, y poder así repensar la validez que tiene un acto suicida y comprender los motivos por los que se considera que no tiene sentido seguir con un proyecto de vida.

Cuando usamos la palabra "suicidio" hacemos referencia a dos ideas bastante diferentes, por un lado "describimos una manera de morir, es decir, quitarse la vida, voluntaria y deliberadamente; por otro lado, la utilizamos para condenar la acción, es decir, para calificar el suicidio de pecaminoso, criminal, irracional, injustificado... en una palabra, malo"4, y el sentido al que aquí se hará referencia es al primero, es decir, una forma voluntaria y deliberada de terminar con la propia vida. Sin embargo, para poder llevar a cabo tal propósito, es importante conocer los puntos de vista a favor y en contra que la psiquiatría, la psicología y la filosofía tienen respecto al suicidio.

2. Suicidio y suicidología

La psicología sostiene que todo acto suicida es una patología y que al ser considerado una "enfermedad" que contrae el individuo, se legitiman, justifican y autorizan todas aquellas medidas de prevención, intervención y postvención del suicidio, para poder "curar" al sujeto de la afección o mal contraído. Pero, ¿necesariamente esto es así Edwin Shneidman, quien es considerado el padre de la suicidología, "ha enfatizado los procesos psicológicos más que en los biológicos o del medio ambiente como centrales para comprender y prevenir el suicidio"5. La Suicidología puede ser considerada como una rama de la psicología, en tanto que la primera se ha constituido como una ciencia que se enfoca en las actitudes, comportamientos, pensamientos y sentimientos autodestructivos, motivo por el que tendrá como objetivo y misión el incidir de manera efectiva en los sujetos mediante la prevención del acto suicida, a través de la afirmación del sentido y significación que en sí misma tiene la vida, o en su defecto, participar en la intervención y postvención del suicidio, a partir de diferentes terapias, modelos y técnicas6. En este orden de ideas, es posible definir al suicidio como "el proceso sistémico de síntesis de la disposición autodestructiva que, va más allá del grado de conciencia de quien lo exterioriza, está orientado a comunicar la intención de una resolución?

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al conflicto que le da origen, por medios letales"7. Es importante resaltar que existen diversos autores y corrientes psiquiátricas que creen en la existencia de una determinación bio-psico-socio-cultural del suicidio, así como también en el impacto de ciertos factores espirituales, existenciales, genéticos y socio-ambientales en la conformación de la identidad del sujeto y en la ideación suicida.

En referencia a la determinación e influencia de factores externos, Charles Neuringer, quien también es uno de los pioneros en el estudio de la cognición y suicidio, considera que no existe "un destino suicida en un individuo o que hay algún gen que está vinculado al suicidio. No creo que se nazca suicida, pero si creo que la formación parental temprana o el tratamiento parental temprano, especialmente si el súper ego es muy fuerte o tienes padres muy duros que exigen perfección de los hijos, los regañan por trasgresión, o ponen énfasis en el honor, ese tipo de formación temprana lleva a algunos niños a ver el mundo de una manera particular"8. Haciendo una paráfrasis de El segundo sexo, podríamos decir que "el suicida no nace, se hace", es decir, la existencia de sujetos que "ven el mundo de manera particular" y deciden optar por el suicidio no los convierte en enfermos mentales, sino en seres que desde su autonomía llevan a cabo una elección con respecto de su propia vida. Dicho con otras palabras, no es posible que en nuestra época, con los avances técnicos y científicos sigamos aceptando la existencia de que un determinismo (o algún tipo de factor que influye radicalmente en el ambiente o clima, o bien, por el contexto social, familiar o cultural, en el que se encuentran los sujetos) pues implicaría que no existe la libertad ni la autonomía del individuo, y que una serie de factores externos, el destino o la heteronomía son quienes manipulan y mueven la conciencia de los sujetos para quitarse la vida.

En este orden de ideas, el sujeto desde su libertad y responsabilidad va construyendo y moldeando su existencia. Sin embargo, el problema de muchos psicólogos es que pareciera que están convencidos de que si se instruye a un paciente a que vea el mundo de forma optimista o en una "esfera de cristal", se desvanecerán las ideas suicidas. Obviamente existen muchos casos en los que el paciente se percata que había sido la servidumbre de las pasiones la que había provocado el intento suicida. Sin embargo, ante un sujeto que ante una enfermedad terminal (no necesariamente en una etapa avanzada) o por un cansancio existencial, decide terminar lo más dignamente con su vida. Ante dichos sujetos, una de las mayores problemáticas a los que se enfrentan los psiquiatras es que no existe una terapia, método ni resilencia efectiva para que quien ha tomado la decisión racional de suicidarse, encuentre un sentido a su existencia.

Por tal motivo, la terapia con individuos suicidas es difícil, porque el personal de salud está peleando contra una forma particular y distinta de concebir a la vida y el mundo que no es el de la mayoría, y uno no puede dejar de lado que siempre hay otra crisis, que el cansancio, sufrimiento y problemáticas no se minimizan a "la vuelta de la esquina", motivo por el cual el problema es cómo equipar mejor a la gente para la próxima adversidad, a...

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