El suicidio

AutorJosé Carlos de Bartolomé Cenzano
Cargo del AutorLicenciado en Derecho en la Universidad de Valencia con Premio Extraordinario de Licenciatura y Doctor en Derecho por esa misma institución
Páginas119-140
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VII
El suicidio
“No hay más que un problema filosófico verdaderamente serio: el suici-
dio. Juzgar si la vida vale o no vale la pena vivirla es responder a la pregun-
ta fundamental de la filosofía. Las demás, si el mundo tiene tres dimensio-
nes, si el espíritu tiene nueve o doce categorías, vienen a continuación. Se
trata de juegos; primeramente hay que responder. Y si es cierto, como pre-
tende Nietzsche, que un filósofo, para ser estimable, debe predicar con el
ejemplo, se advierte la importancia de esa respuesta, puesto que va a pre-
ceder al gesto definitivo. Se trata de evidencias perceptibles para el cora-
zón, pero que se debe profundizar a fin de hacerlas claras para el espíritu”.
Si me pregunto en qué puedo basarme para juzgar si tal cuestión es más apre-
miante que tal otra, respondo que en los actos a los que obligue. Nunca vi morir
a nadie por el argumento ontológico. Galileo, que defendía una verdad científica
importante, abjuró de ella con la mayor facilidad del mundo, cuando puso su vida
en peligro. En cierto sentido, hizo bien. Aquella verdad no valía la hoguera. Es pro-
fundamente indiferente saber cuál gira alrededor del otro, si la tierra o el sol. Para
decirlo todo, es una cuestión baladí. En cambio, veo que muchas personas mueren
porque estiman que la vida no vale la pena de vivirla.” Así comienza Albert Camús el
estudio de un razonamiento absurdo en su obra “El mito de Sísifo”86.
86 Camús, A., El mito de Sísifo, Editorial Losada Buenos Aires El Libro de Bolsillo
Alianza Editorial Madrid, 1985, págs. 3 y ss.
José Carlos de Bartolomé Cenzano
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La palabra “suicidio” la utilizó por primera vez el abate Desfontaines en
173787. La retomaron posteriormente los enciclopedistas, pero hubo que es-
perar hasta el siglo XIX, ávido de conocimientos científicos, para abordar
verdaderamente su estudio. Desde esa época iban a oponerse dos Escuelas,
cada una proponiendo su tesis sobre la determinación de suicidarse: una de
naturaleza psiquiátrica, que busca un principio de explicación dentro del in-
dividuo; la otra, sociológica, que pretende encontrarlo en el entorno social.
El fundador de la doctrina psiquiátrica, Esquirol, en 183888, al argumen-
tar la frecuencia de la reacción suicida en el estudio de la patología mental,
entonces naciente, la ubica como un síntoma psicópata: No existe ningún in-
dividuo por el que no haya cruzado la idea del suicidio, y hasta el deseo de
precipitarse al vacío al encontrarse en un lugar elevado, o bien de ahogarse
al pasar sobre un puente. El hombre atenta contra su vida sólo en el delirio y
todos los suicidas están alienados”89.
Se trata de una visión contraria a la de Durkhein, toda vez que se centra
en la dimensión individual y patológica de los in dividuos.
Antes de que Durkhein investigara las razones de este fenómeno, en cuan-
to entidad social, Morselli lo había enfocado desde una posición psico-fisioló-
gica, imputando su producción a factores individuales, preponderantemente
orgánicos (de manera parecida a Esquirol)90.
87 Pierre-François Guyot Desfontaines (Rouen, 29 de junio de 1685 - París, 16 de
diciembre de 1745) fue un periodista, crítico, traductor y divulgador de la Historia.
Fue conocido sobre todo por sus airadas disputas con Voltaire, el abate Desfontaines se
puede considerar como el fundador de la crítica literaria y el periodismo moderno en Francia,
sobre todo en la medida en que pretendía realizar una crítica estética y moral de las obras, en
vez de limitarse a resumir o a reproducir largos extractos.
88 Esquirol estudió en Toulouse y completó su educación en Montpellier. Marchó a París
en 1799 donde trabajó en el “Hôpital de la Salpêtrière”, allí se convirtió en el alumno favorito de
Philippe Pinel. Estudió en profundidad “la locura” y estableció una Maison de Santé (sanatorio
mental) para realizar las investigaciones con seguridad en 1801. La Maison de Esquirol fue un
éxito, siendo calificada en 1810, como una de las diez mejores instituciones de París.
En 1805 se publica su tesis Las pasiones consideradas como causas, síntomas y medios de
curar casos de locura. Esquirol, como Pinel, creía que el origen de las enfermedades mentales
residía en las pasiones del alma y estaba convencido de que la locura no afectaba total e
irremediablemente la razón del paciente.
En 1817, ya en la Restauración Francesa, Esquirol inició sus cursos “maladies mentales” en su
improvisado estudio de Salpêtrière. Esta fue la primera enseñanza formal de psiquiatría en Francia.
89 Esquirol, E. D., “Memoria sobre la locura y sus variedades” (traducción de Carmen
Gallo, prólogo de Rafael Huertas García-Alejo), Dorsa, Madrid, 1991.
90 Morselli, “Il suicidio. Saggio di Statistica inorale comparata”, Milano, Dumolard, I879.

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