Las nuevas formas de participación socioambiental en los Ayuntamientos gallegos: el caso del Prestige y el voluntariado ambiental dos años después

AutorEnrique José Varela Álvarez
Cargo del AutorProfesor del Área de Ciencia Política y de la Administración de la Universidad de Vigo
Páginas415-433
1. Los nuevos movimientos sociales ante el reto de la sostenibilidad local

Después de más de una década de retraimiento de los movimientos sociales y su implicación activa en la vida pública2, parece que volvemos a Page 415 una época dorada de la participación social3, un nuevo retorno del ciudadano, en palabras de Pérez Ledesma (2000:VII)4. A lo largo de las siguientes líneas nos proponemos realizar un breve repaso del renacimiento público de estos grupos formales e informales que han pasado en España de la acción social5 básica de oposición al poder a través de las manifestaciones, a la construcción de un nuevo espacio social, ciudadano y político-administrativo estructurado, reglado y perfectamente organizado en torno a dos objetivos claros: por un lado, que la Sociedad Civil tenga voz y no solamente voto, en evolución desde una democracia representativa a otra más propiamente participativa6; por otro, que este tipo de acciones sean Page 416 útiles, produzcan resultados y se consoliden en las estructuras organizativas locales para dar respuesta a problemas estructurales y no coyunturales, sobre todo en materia de medio ambiente y desarrollo sostenible.

Para realizar este análisis el momento reciente y actual en Galicia no puede resultar más apropiado con motivo de la crisis de sostenibilidad que en su día provocaron las actuaciones político-administrativas en el desastre del Prestige. A ello nos aproximamos desde la perspectiva que dan los años pasados (ahora en noviembre de 2004 se cumplen dos años), constatando una reseñable fractura social7 (anunciada incluso por candidatos del Partido Popular a algunos Ayuntamientos en las pasadas Elecciones Locales de mayo de 2003 y amplificada con los resultados de las Elecciones Generales de 20048), que obligó a los ciudadanos de todo el Estado9 a movilizarse, a organizarse para suplir las acciones (en este caso inacciones) de los poderes públicos estatales y autonómicos, y a situarse al frente del problema con el fin de recoger los restos de chapapote dejados por el barco hundido, cuestión que, en paralelo, motivó la implicación de los Ayuntamientos asumiendo estos las responsabilidades en la gestión de la partici-Page 417pación ciudadana a través de la organización de grupos de voluntarios ambientales, superando en muchos de los casos los marcos legales y competenciales establecidos en las leyes de bases y autonómicas.

Así, en estos últimos dos años se han producido algunos hitos que nos permiten apoyar estas conjeturas iniciales. Un año y medio después de conseguir la mayoría en las elecciones generales de 2000 el Gobierno del Partido Popular comienza a sentir la presión ciudadana con las primeras movilizaciones en contra de algunas de sus decisiones públicas. Es este el caso de las movilizaciones sectoriales motivadas por la aprobación de una serie de leyes dirigidas a regular la enseñanza pública (Ley de Calidad de la Enseñanza, Ley Orgánica de Universidades...) lo que supuso el primer pulso de unos ciudadanos, los estudiantes, a la gestión de una de las áreas de política pública del Gobierno. En junio del año 2002, y como colofón a un largo proceso de desencuentros entre Sindicatos, Patronal y Ejecutivo, tiene lugar la primera huelga general en un gobierno del PP, con gran participación pública, lo que produce como consecuencia inmediata la renovación de parte del Ejecutivo y la apertura de un proceso de negociación con los actores sociales (fundamentalmente UGT y CC.OO.) dirigido a la modificación de la reforma laboral (decretazo). En noviembre de ese mismo año se produce la mayor tragedia ecológica10del país, con el hundimiento (como colofón a la peregrinación realizada por las costas gallegas, 6 días después del primer aviso de S.O.S. del capitán del barco a las autoridades españolas) el 19 de noviembre del petrole-Page 418ro monocasco, por nombre Prestige, que obligó a parte de la sociedad gallega a actuar11 utilizando sus propios medios para impedir que los residuos del barco llegaran a la costa, e incluso una vez en las playas y acantilados procediendo a su retirada inmediata intentando limitar su impacto. Ya en los primeros meses del 2003, se produce una de las mayores contestaciones ciudadanas a la política exterior del Gobierno que se recuerda en la reciente historia democrática española, con motivo del apoyo de nuestro país a la intervención anglonorteamericana contra Irak y el régimen de Sadam Hussein; millones de personas en toda España (más de un millón en Madrid y similar cantidad en Barcelona) mostraban así su repulsa a la guerra y a la resolución del conflicto a través de medios armados, al margen del Consejo de Seguridad de la ONU y de la Política Exterior de Seguridad de la Unión Europea. Finalmente, tenemos el luctuoso atentado del pasado 11 de marzo que ha dejado un nuevo panorama político, poco previsible días antes por las estructuras de ambos partidos y los más avezados comentaristas politológicos, y que ha movido conciencias y participación ciudadana y electoral como pocas veces antes en la historia de nuestra democracia (75,66% de participación en las urnas el 14 de marzo de 2004)12.

Sin embargo esta eclosión reivindicativa y de reconquista de la calle13no deja de ser un símbolo, una anécdota comparada con la verdadera fuerza de los viejos-nuevos movimientos sociales14 que han venido desarrollando acción colectiva básica (movilizaciones), además de actividades Page 419 y programas públicos de forma continuada15, fundamentalmente en los ámbitos locales, así como su participación e implicación en los Municipios canalizada a través de la gestión llevada a cabo por algunos Ayuntamientos, sobre todo en áreas y programas públicos relacionados con la protección del medio ambiente y el desarrollo sostenible16.

Ejemplos de colaboración y cooperación entre el tercer sector y las organizaciones públicas encontramos a lo largo y ancho del mundo, especialmente en el ámbito local (a veces tantas experiencias como Municipios), resultando difícil el establecimiento de una tipología de instrumentos y mecanismos de participación ciudadana local, y más específicamente rela-Page 420cionados con cuestiones socioambientales. Existen trabajos de investigación recientes17 que nos sitúan ante este complejo mapa de experiencias participativas, modelos y tipologías en España, a alguno de los cuales nos remitimos a continuación:

Fórmulas de participación en los Municipios españoles: Tipología:
Participación de base asociativa: Participación mixta: Participación de base personal:
De carácter
sectorial:
De carácter
territorial:
De tipo intensivo: De tipo extensivo:
Participación en
Diagnóstico de Problemas
y en Formación
de la Agenda Local:
Forúms y Mesas
Sectoriales de
Entidades.
Consejos Consultivos
de Entidades a
escala de barrio,
distrito, ciudad.
Planes
Estratégicos.
Forúms Temáticos. Asambleas.
Procesos participativos
temáticos: AL-
21, PEC
Círculos de Estudio. Audiencias.
Conferencia de
Consenso.
Teledemocracia
social.
Participación en la
Formulación de
Políticas y en la
Adopción de decisiones:
Consejos, Comisiones
y Ponencias
Sectoriales de Entidades.
Consejos Municipales
de Barrio o Distrito
con presencia
Asociativa.
Consejos Territoriales
Mixtos.
Presupuesto participativo Referéndum.
Planes Integrales. Jurados Ciudadanos
Mixtos.
Jurados Ciudadanos Consultas populares.
Paneles. Teledemocracia
local.
Ciudadanos.
Encuestas deliberativas.
Participación en la
Gestión de Equipamientos
y Servicios:
Gestión asociativa
de servicios municipales.
Gestión asociativa
de Centros Cívicos.
Gestión compartida
de servicios:
entidades y
voluntariado.
Gestión por voluntariado
de servicios
y programas
municipales.
Coproducción personalizada
de servicios.

Fuente: GOMÁ, R. y FONT, J., 2001:7018. Page 421

Podemos observar que de entre los mecanismos de base asociativa, los deliberativos de base personal, es decir, los que tienen relación con los clásicos de la democracia directa y los más novedosos para la evaluación de servicios públicos, mediación, elaboración de presupuestos participativos y descentralización territorial de servicios (GOMÁ, R. y FONT, J., 2001:61-76), el modelo que más se aproximaría a las necesidades de la participación ciudadana ante el caso del Prestige en Galicia está relacionado con la participación mixta en la gestión de equipamientos y servicios, promoviéndose actuaciones intergubernamentales entre voluntarios y entidades público-privadas en la gestión de la catástrofe. Sin embargo aún queda mucho por hacer ya que en relación con el medio ambiente y el desarrollo sostenible los mecanismos participativos locales de base mixta se han limitado hasta la fecha a la creación de Reglamentos y normas de participación ciudadana socioambiental, y en menor medida, al establecimiento de Núcleos de Intervención Participativa (NIP), al desarrollo de Planes Comunitarios, y a la puesta en marcha de programas de Investigación-Acción-Participante(IAP)/Programación-Autosustentable-Integral (PAI) (VILLASANTE, 1996:17319), muchos de ellos incluidos en las incipientes Agendas Locales 21, siendo por tanto muy limitados sus resultados y mostrando las deficiencias de la gestión compartida y las debilidades reales del marco intergubernamental en caso de crisis.

A continuación, y como fuente de inspiración ante el desastre del Prestige, se exponen algunos de los instrumentos de participación ciudadana local, especialmente el voluntariado centrado en cuestiones ambientales, para finalmente analizar el surgimiento, organización y gestión de los voluntarios ambientales canalizados a...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR