Sociedad de la información

AutorJosé Justo Megías Quirós
CargoProfesor Titular de Filosofía del Derecho Universidad de Cádiz
Páginas71-98

SOCIEDAD DE LA INFORMACION

Durante los días 23 y 24 de marzo tuvo lugar en Lisboa la cumbre eEuropa o Europa. com. En ella se pretendió poner las bases para atacar uno de los puntos débiles del viejo continente frente a la avanzada 'economía electrónica' de EE. UU. El planteamiento inicial del Consejo Europeo extraordinario no consistía en afrontar la cuestión desde una perspectiva puramente económica, sino desde todas las perspectivas posibles (económica, social, educativa, de integración, etc. ). De este modo se podrían abrir varios caminos simultáneos que convergerían en un mismo punto: el desarrollo adecuado de la navegación por Internet de la sociedad europea en el menor tiempo posible. La Comisión Europea es consciente de que ella, por sí sola, no puede conseguir este objetivo y por ello presentó esta iniciativa al Consejo, reclamando al mismo tiempo la colaboración de todos los Estados miembros, del sector industrial y de los propios ciudadanos.

Una aventura que viene de lejos A principios de los años 90 dio el primer toque de atención la Comisión Europea al apreciar la gran trascendencia que tendría la evolución tecnológica para la sociedad. Se avecinaba un gran cambio y quería preparar el terreno para dar la respuesta adecuada en el momento oportuno. Desgraciadamente no fue así por dos razones. La primera razón fue que en aquel entonces se pensó que la iniciativa debía corresponder en mayor medida al sector privado, que debía prepararse para competir con cualquier agente extraño a la Unión; la Comisión pretendía arrogarse más bien un papel tan sólo de coordinadora de los avances que pudieran ir produciéndose en los Estados miembros. La segunda razón respondía a un entendimiento de la cuestión desde una perspectiva predominantemente económica.

A las grandes posibilidades de información, acumulada con técnicas muy diferentes a las tradicionales que permiten un acceso más rápido, se unía la ventaja de no tener que ir personalmente a buscarla, sino que ella podía venir a su destino prácticamente por sus propios medios, con el consiguiente ahorro de tiempo y gastos de viaje. Estas ventajas tendrían, a juicio de la Comisión, una gran trascendencia sobre los costos laborales de las empresas.

Los órganos de gobierno europeos pecaron de confiados. Entendieron que bastaba abrir el camino para que el desarrollo deseado llegara sin más. La idea de que una mayor liberalización de las redes de telecomunicaciones generaría una mayor oferta y competencia entre los proveedores, lo que conllevaría a su vez un abaratamiento de las tarifas de acceso. El paso siguiente era sencillo de imaginar, abaratados los costes vendría la avalancha de internautas a la red y la conexión masiva de empresas que apostarían por su modernización. Pero no fue así. Estos deseos habían quedado reflejados en 1993 tanto en el Libro blanco sobre crecimiento, competitividad y empleo, como en el Libro verde sobre política audiovisual.

En diciembre de ese mismo año Martin Bangemann, que se haría famoso más tarde por su posterior fichaje como Consejero de Telefónica al abandonar su Comisaría, comenzó a presidir una comisión de expertos procedentes del sector industrial. En esta comisión, integrada tanto por los productores como por los demandantes de los servicios, se gestaron los dos primeros informes de cierto relieve, Europa y la sociedad global de la información y el Plan de actuación. Europa en marcha hacia la sociedad de información.

Resultaban obvias las innumerables ventajas que suponía la integración de Europa a través de una red común de acceso fácil y barato, desde la creación de nuevas profesiones -debido precisamente a la creación de la red- y de puestos de trabajo, hasta el abaratamiento de los costes empresariales, que evitarían desplazamientos personales, eliminarían correo físico, tendrían acceso a información con mayor facilidad, etc. A esto habría que añadir la posibilidad de acercar nuevos servicios a través de la red a las poblaciones periféricas de las grandes ciudades; algunos de estos servicios estarían disponibles sin necesidad de trasladar a los ciudadanos ni a los profesionales, y sin necesidad de abrir nuevos centros en esas poblaciones, con el consiguiente costo para el sector público. Del mismo modo, resultaba obvia la posibilidad de una mayor y mejor formación profesional, educativa, de ocio, etc. , para todos los ciudadanos a través de los medios electrónicos.

Pero no todo iban a ser ventajas. Eran conscientes de que la primera barrera que habría que superar consistía en la desconfianza que suponía para los ciudadanos una posible intromisión en la vida privada; habría, por tanto, que avanzar en la protección de datos. También se encontraron con la desconfianza general de los ciudadanos hacia una posible mejora de las relaciones sociales a través de Internet; se hacía necesario presentar los proyectos en su vertiente social, dejando al margen las posibilidades de aislamiento que pueden otorgar las nuevas tecnologías. De mayor envergadura era la dificultad de una regulación jurídica homogénea para todos los Estados miembros (fiscal, de protección de datos, .. .) , pero había que asumir el riesgo e iniciar un proceso de legislación común.

Junto a estas dificultades, también contaba Europa con una desventaja frente a EE. UU. , la del idioma. Mientras que en Norteamérica tanto los demandantes como los proveedores de servicios de información cuentan con la ventaja que supone la comunicación en un único idioma, los europeos sufrimos una variedad de idiomas que se irá enriqueciendo a medida que se incorporen nuevos Estados a la Unión.

Pero en la dificultad en la que no nos diferenciamos de EE. UU. es en la posible evasión de puestos de trabajo a países con menor costo laboral. La creación de las redes telemáticas se convierte en un arma de doble filo, pues si bien permite trabajar desde casa a los europeos, también podría suponer que determinados trabajos emigrasen a Estados no europeos por contar con una mano de obra más barata.

Las propuestas de Bangemann El grupo de expertos propuso en los informes citados una serie de iniciativas que debían ser desarrolladas a lo largo de los noventa, de modo que Europa pudiera estar en condiciones de competir con EE. UU. con la llegada del año 2000. Se podrían concretar del siguiente modo:

En el ámbito empresarial: a) trabajar desde casa con un ordenador personal y conectado a la empresa; b) recibir formación a través de Internet; c) servicios telemáticos para las empresas: ejercicio de la actividad a través de la red (tráfico comercial, asesoramiento empresarial, fiscal, jurídico, .. .) , relaciones con instituciones públicas, etc. ; d) abaratamiento de costos (de correo, telefónicos, de transporte de cierto material, etc. ); e) apertura del mercado de las telecomunicaciones, con las consiguientes concesiones de nuevas licencias para la gestión por empresas privadas (prevista para el año 1998) En el sector público: a) gestión del tráfico rodado en ciudades y del cobro servicios a conductores (previeron gestión telemática en diez grandes ciudades para el año 1996 y para treinta en el año 2000) ; b) gestión del tráfico aéreo mediante sistema unificado de comunicaciones para todos los Estados miembros (en el año 2000) ; c) gestión sanitaria coordinada, de modo que se facilitaran los contactos entre especialistas, intercambio de conocimientos y datos experimentales, reducción de tiempos de espera por sobrecarga en centros sanitarios, facilitar la búsqueda de órganos para trasplantes, etc. ; d) gestión de los concursos públicos por procedimiento electrónico en los Estados miembros (publicación de concurso, de la información necesaria, de formularios e impresos, recepción de ofertas, etc. ); e) intercambio de información sensible entre los Estados miembros a través de la red (datos fiscales, aduaneros, laborales, etc. ) En el sector educativo y de investigación: a) se atendía en mayor medida a la enseñanza superior, aunque también aparecen tímidamente referencias a las enseñanzas elementales y medias como ámbitos en los que se debe promocionar la familiarización con las nuevas tecnologías; b) se previó para 1997 la posibilidad de que un tercio de las universidades europeas pudieran intercambiar conocimientos y datos de investigación, así como poner a disposición de los demás los datos sobre fondos bibliográficos que se poseen; c) también se contó con la conexión a Bibliotecas generales y especializadas y a otros centros de investigación ajenos a la Universidad.

La Autopista de la información: el gran reto a conseguir sería que el ciudadano pudiera desde su casa llenar su tiempo de ocio, aprender idiomas, realizar compras o gestiones bancarias, recibir ofertas múltiples, consultar a su médico, etc.

La propuesta 'eEurope. Una sociedad de la información para todos' Largo ha sido el camino recorrido desde las propuestas de 1994 y grandes los avances, pero no lo suficiente como para competir con otras economías electrónicas. A pesar de dominar determinados sectores tecnológicos, tales como el de las comunicaciones móviles y el de la televisión digital, los beneficios de todo orden que podían derivar de este liderazgo no se hacen realidad al cien por cien. La causa no es otra que la escasa penetración del acceso a Internet entre la población europea. Lo que está en juego, fundamentalmente, es la economía europea, pero las nuevas propuestas no se realizarán de nuevo desde una óptica estrictamente económica, sino globalizadora. Por ello, los objetivos de eEurope no serán solamente la conexión completa de todos y cada uno de los europeos a la red y su formación digital, sino también 'velar por que todo el proceso sea socialmente integrador, afirme la confianza de los consumidores y refuerce la cohesión social'.

Se reconoce en la propuesta que la tendencia liberalizadora de las telecomunicaciones, el marco jurídico establecido para el comercio electrónico y el apoyo a la industria de...

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