Socialismo o Barbarie y la Internacional Situacionista: notas sobre un «desprecio»

AutorBernard Quiriny
Páginas130-152

* Publicado en Archives et documents situationnistes, n.º 3, otoño de 2003, pp. 27-65 con el título «Socialisme ou Barbarie: notes sur une "méprise"». Traducido del francés por Julia Gutiérrez Arconada.

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La posteridad mediática de la obra de Guy Debord tiende a sustraer el pensamiento situacionista del campo de las ideas políticas para situarlo en el de las controversias literarias. Referencia ineludible para una gran parte de la prensa cultural que general-mente no retiene más que un puñado de concepciones invocadas ritualmente (de las que «espectáculo» es la más famosa), objeto de apropiaciones y de luchas estratégicas entre actores del ámbito social y editorial, parece gozar de un estatuto particular y no poder ser sometida al estudio histórico como otras. Una obra así no se trata tranquilamente; no se puede decir prácticamente nada sin que se perciba como una intimidación, una declaración de guerra o la expresión de un posicionamiento estratégico cuya neutralidad no podría ser ni admitida ni contemplada. No se habla de La Sociedad del espectáculo sin segundas intenciones: se suscriban sus tesis o se rechacen, estamos obligados a elegir bando y retomar los sarcasmos con los que se resumen hoy los debates sobre el situacionismo. Si Régis Debray y sus discípulos en «mediología» critican a Debord, será con una voz teñida de una ironía condescendiente;1si un admirador les responde será con un tono de guardián del templo, humorísticamente irreverente.2Y casi estamos tentados de repetir a propósito de la obra de Debord por muy incomparables que parezcan

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los niveles de pensamiento, lo que Papaioannou decía de la de Marx, «sistemáticamente libre de la ley común y tratada con desprecio de las reglas elementales de la historia de las ideas filosóficas [...] Cuanto más se habla de Marx menos se le lee. Pocos textos son tan célebres como las Tesis sobre Feuerbach, pero leyendo las interpretaciones con las que se han calificado tenemos la impresión de que Marx se ha reducido al papel de testaferro tras el cual cada uno puede esconderse para dar una apariencia de legitimidad «de izquierdas» a sus propias opiniones o a la última filosofía de moda».3Sólo hay que reemplazar «Marx» por «Debord» y sobre Feuerbach por «de La Sociedad del espectáculo» en estas líneas para obtener una buena descripción de la suerte reservada hoy a la obra del más conocido de los pensadores situacionistas.

La abundante literatura consagrada -directamente o no- al situacionismo la mayoría de las veces se ahorra el trabajo de historia de las ideas, sin embargo muy interesante, en beneficio de un acercamiento hagiográfico en el que la mitología y las exageraciones de todas las clases a menudo tienen su lugar. Así Vincent Kaufmann, en una obra consagrada al autor de Panegírico,4rápidamente hace justicia con los dos «desprecios» relativos a las influencias políticas e intelectuales que habrían podido modelar sus propias ideas. La primera concierne al filósofo Henri Lefebvre, del que a menudo se ha dicho que inspiró a los situacionistas el tema de la vida cotidiana;5él mismo reivindicará después esa paternidad, despreciando una cronología que Vincent Kaufmann restablece: «En una carta fechada el 14 de febrero de 1960, Debord escribe al situacionista belga André Frankin que está descubriendo en La suma y el resto la teoría de los momentos, que halla interesante, y que Lefebvre que le había escrito, el 3 de enero de 1960 para ser precisos, después de la aparición del número 3 de Internationale situationniste y está a punto de encontrarse con él. ¿Qué podemos deducir de todo esto? Que Debord no conoce a Lefebvre en 1958 como éste recuerda en algunas entrevistas -¿un desprecio más?- sino dos años más tarde, es decir, cuando menos un poco tarde para que la leyenda de Lefebvre bautizando al niño situacionista tenga mucha credibilidad».6La Internacional situacionista efectivamente mencionará en varias ocasiones los trabajos de Lefebvre pero también señalará las insuficiencias: «Por lo tanto Debord ha leído a Lefebvre, como ha leído a muchos autores de los que nunca dudó en servirse, pero la impresión dada aquí ciertamente no es la de un deslumbramiento».7El segundo es el que nos interesará aquí: después de haber tratado el caso de Henri Lefebvre, Kaufmann se propone «disipar otro desprecio»:8el de la influencia que habrían podido tener sobre Guy Debord y la Internacional Situacionista las concepciones del grupo de intelectuales y obreros revolucionarios Socialismo o Barbarie. De creerle, la cuestión habría sido groseramente despachada en los apresurados esquemas de filiación donde la IS se encontraría rebajada a una copia pálida pero lúdica de S. o B. Sin embargo, que sepamos, nadie ha sostenido semejante simplificación, al menos en esos términos tan excesivos; el carácter cuidadosamente impersonal de las formulaciones de

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Vincent Kaufmann («revelaremos además que el situacionismo que algunos se esfuerzan en reducir a una nota a pie de página de la historia de los austeros y a veces indigestos trabajos de Socialismo o Barbarie...»)9lleva a pensar que él mismo no tiene una idea muy clara. ¿Por qué imputar así a adversarios ficticios una tesis tan groseramente caricaturesca? ¿Y porqué insistir en ese punto10sobre lo que, de leerlo, en definitiva no es más que un simple «desprecio», que una rectificación en algunas líneas tendría que poder resolver -si no fuera precisamente porque la cuestión, mucho más compleja de lo que parece, merece algo más que una solución de compromiso?

La influencia de los trabajos de S. o B. sobre la IS y, más precisamente, la adhesión formal de Guy Debord a la organización fundada en 1949 por, entre otros, Cornelius Castoriadis y Claude Lefort, siguen siendo puntos oscuros de la historia del situacionismo; para el biógrafo Chistophe Bourseiller, el segundo merece, como mínimo, una interrogación.11Michèle Bernstein, compañera de Debord, niega de una manera ambigua la idea de una adhesión efectiva;12Debord mismo parece no haber sido nunca particularmente elocuente sobre este periodo. Pierre Guillaume, antiguo miembro de la organización revolucionaria, informa así de la estupefacción de un «amigo que es un gran conocedor de la historia de las publicaciones y las polémicas»13relativas a la IS cuando informa del paso de Debord por S. o B.: «creía conocerlo casi todo sobre el tema, pero ignoraba este episodio. De hecho pensaba que Debord había tratado de esconderlo o borrarlo. Es su sorpresa lo que me ha hecho tomar consciencia de que no existe ningún texto, ni nada que haga alusión a la adhesión formal de Guy Debord a S. o B., mientras que los números de Inter-nacional situacionista constituyen una crónica bastante completa y bastante fiel de todo lo que merecía ser retenido de la vida y los pensamientos de los situacionistas. Este amigo sostenía incluso, que él supiera, que la mayoría de los situacionistas lo habrían ignorado. Sin embargo, es esta adhesión la que está en el origen de un verdadero cambio de la IS, que es fácil de constatar en la lectura de la revista, y que explica el eco público que adquirirá».

Que Debord haya deseado o no borrar su participación en S. o B., observamos que la muy oficial Historia de la Internacional situacionista de Jean François Martos14menciona tratos entre ambos grupos pero no dice ni una palabra de ninguna adhesión de Debord. Éste, después de haber leído el manuscrito del libro antes de su publicación, confirmará al autor que «no tiene nada que añadir»;15o casi nada, así pues la influencia de

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las concepciones de S. o B. sobre la orientación política de la IS, completamente decisiva a los ojos de Guillaume, merece algo más que las consideraciones despectivas de Vincent Kaufmann.16

1959, los primeros contactos

En 1959, P. Canjuers (alias Daniel Blanchard, numerosos miembros de S. o B. militan bajo seudónimo), joven miembro de la organización revolucionaria, participa en la revisión semanal del correo. «Mi mirada fue capturada por esta pequeña y elegante publicación, su cubierta brillante, su título increíble»17-se trataba del número 3 de Internacional Situacionista. «Me apoderé de él e inmediatamente me arrojé a la exploración de lo que poco a poco me parecía como una tierra nueva, otro mundo, raro pero fascinante, de la modernidad». Seducido por el tono y las concepciones de este «pequeño grupo de desconocidos», «totalmente insólitos en relación a los mensajes que nos dirigían otros minúsculos grupos consagrados a salvar del desastre estalinista algunos vestigios de la herencia revolucionaria», Blanchard toma contacto con Debord y se encontrarán varias veces durante los meses siguientes «durante largas entrevistas en cafeterías o en paseos sin fin por las calles».

Debord por su parte ya se había encontrado con militantes de Socialismo o Barbarie, un año más tarde, durante una reunión del «Comité de enlace de acción de los jóvenes». Encontramos en su correspondencia un relato poco ameno de esta primera confrontación:

Había allí algunas buenas voluntades, llegadas en gran parte del movimiento Ajista, que habían constituido ese comité inmediatamente después del 28 de mayo, creyendo en el obstáculo próximo. Pero algunas cabezas pensantes de Socialismo o Barbarie han desarmado a todo el mundo enseñándoles su ciencia pura y, de reunión en reunión, se han asegurado la autoridad «desmitificante», ese trabajo de desmitificación debía ser dirigido únicamente contra las organizaciones obreras.

Toda la discusión no ha sido más que una polémica entre los miembros de Socialismo o Barbarie y yo, porque parecían temer que hubiera venido a destronar su poder y a reinar a continuación en su lugar sobre los inocentes. Para desacreditarme...

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