Imaginarios sociales y migraciones: la imagen de un mundo maravilloso en la imagen del colonizador

AutorRaquel Cabral
Cargo del AutorCátedra UNESCO de Filosofía para la Paz
Páginas147-156

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Introducción

Este texto busca reflexionar sobre el tema de las migraciones internacionales al margen de la legalidad jurídica que, en los últimos años, forma parte de las grandes preocupaciones sociales, políticas y económicas de muchos Estados. Este fenómeno se encuadra en un contexto de exclusión social, desigualdad e inseguridad que legitiman y normalizan los valores e imaginarios sociales construidos desde los centros de poder, como el ideal del sueño europeo o americano como paradigmas de felicidad y paz social, legítimos para un importante sector de la población mundial.

¿Qué nos hace creer que el bienestar y la felicidad se encuentran en Europa, Estados Unidos, Canadá o Australia? Para responder a este interrogante, reflexionaremos y analizaremos la imagen del colonizador como referente de cultura civilizada que se complementa con la visión de estos países como fuentes inagotables de riqueza, desarrollo y felicidad. Estos imaginarios sociales han impregnado el ideario de muchas colonias, incluso cuando ya dejaron de serlo, con una referencia fatalista: la riqueza y la felicidad está en la metrópolis.

Desde los años cuarenta, el concepto de desarrollo como sinónimo de riqueza se presentó como la salvación de todos los problemas mundiales. En aquel entonces, Harry Truman, presidente de los Estados Unidos, lo interpretó de acuerdo a los intereses políticos y económicos de los países del norte. A partir de este momento, el sueño dorado o el sueño americano se legitima y los

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países del tercer mundo1no podrán alcanzar el desarrollo de manera interna debiendo cumplir con las directrices impuestas por los países ricos y sus empresas. Como señala Esteva (1996), esto produjo un desmantelamiento de la totalidad del mundo y se creó una realidad fragmentada e imaginaria.

Esteva (1996) agrega que es evidente que esta construcción social del desarrollo como crecimiento económico permitió al presidente de Estados Unidos, Harry Truman, eliminar la connotación negativa del término y su relación con la colonización. A pesar de lo anterior, aún en los días actuales se hace referencia al término como un nuevo tipo de imperialismo, pero con algunos matices. Por ejemplo, la actual división del mundo en países ricos del norte y pobres del sur nos imposibilita ver más allá de la realidad impuesta por el modelo económico, ya que es conocido que dentro de los países considerados desarrollados y ricos existen inmensas bolsas de pobreza, de inseguridad, violencia y condiciones de vida indignas. No obstante, los imaginarios sociales siguen trasmitiendo que estos países son la tierra de oportunidades donde conseguiremos cumplir nuestros sueños.

¿Por qué se sigue pensando que la felicidad se alcanza en estos países? Son muchas las causas que conforman esta visión, entre ellas y quizá una de las más evidentes, es la creencia de que el desarrollo y el bienestar social se alcanzan a través de una acumulación de bienes. En esta lógica, es frecuente la asociación entre la riqueza, la paz social y la felicidad, aunque como mencionamos, en plena sociedad globalizada estos países considerados ricos y desarrollados presentan grados de exclusión, desigualdad y empobrecimiento.

Por otra parte, una de las más sutiles causas de que este imaginario siga presente en las sociedades actuales, es la irresponsabilidad de los medios de comunicación en todos los productos culturales que son capaces de generar como por ejemplo: películas, canciones, programas de radio y TV, libros, revistas, juegos, Internet y anuncios publicitarios. Todas estas pequeñas fábricas de imaginarios se unen a las instituciones clásicas como son la familia, la escuela, la iglesia y el propio Estado para legitimar valores e ideales respecto a las migraciones que a veces son confusos y equivocados. A falta de más información, generan frustración, decepción, separaciones familiares, pérdida de derechos, fomentan la discriminación y todo tipo de sufrimiento humano.

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Es evidente que el tratamiento mediático y discursivo de la inmigración es tan solo una parte del grave problema social en torno a la llegada de las pateras y cayucos a las costas de España, Italia, Francia o Estados Unidos. Millares de personas ponen en riesgo sus vidas en un intento desesperado de lograr un futuro más seguro para sí mismos y sus familias, aunque bajo amenazas tan extremas como el riesgo de la deportación, los engaños de los inter-mediarios y los peligros de navegar en alta mar con frágiles embarcaciones. Esto, sin duda, señala un grave problema social relacionado con las injustas estructuras económicas y políticas de muchos países que obligan al desplazamiento forzado de muchísimas personas. Ante la esperanza de un futuro mejor en tierras lejanas, prefieren arriesgar sus vidas por una mínima posibilidad de cambio.

Para profundizar en estos planteamientos, hemos estructurado el presente artículo en dos partes. En la primera, nos dedicaremos a la reflexión en torno a la pregunta: ¿Por qué tanta gente quiere emigrar y solo unos pocos lo consiguen? La intención de este planteamiento es discutir algunas premisas sobre el proceso migratorio que conlleva comprender algunos mecanismos de expulsión y de atracción de poblaciones en determinados contextos, y que obedecen a determinados intereses políticos y económicos de los Estados. En la segunda parte, nos proponemos reflexionar sobre el impacto de los medios de comunicación en la formación de imaginarios sociales de un mundo feliz, que en la mayor parte de los casos, se refiere a las antiguas metrópolis como cunas de bienestar, desarrollo, riqueza y felicidad. Para ello, analizaremos algunas ideas planteadas en la película Un mundo maravilloso del director Luis Estrada Rodríguez (México, 2006).

Por último, nuestras conclusiones tratarán de reflexionar sobre el papel que juegan los medios de comunicación en el contexto migratorio, así como su doble actuación, tanto en la conformación de imaginarios que alimentan los principales flujos de migración como en la denuncia que busca concienciar sobre la real problemática de fondo.

¿Por qué tanta gente quiere emigrar y solo unos pocos lo consiguen?

Ramonet (1996) citado por Martínez Guzmán (2001: 271) denuncia que en la lógica del pensamiento único claramente sobran seres humanos. Más allá de la crítica al sistema desarrollista al que hemos llegado, el autor también nos interpela sobre la masacre de innumerables vidas que son literalmente...

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