Estado de sitio y «jueces» penales militares en Colombia

AutorFernando Tocora
Páginas175-197
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Colombia ha sido una encrucijada. Un cruce de caminos geográco
entre el norte y el sur de América. Una encrucijada cultural entre el Caribe
abigarrado y extrovertido,entre el recogido ancestro indígena andino y la he-
rencia etnocentrista española; una encrucijada socio-económica entre un país
de latifundismo semifeudal y un país de vertiginosas ciudades de refugiados
y crecimiento caótico; entre ideologías confesionales racistas y excluyentes, e
ideologías de ruptura y apertura mental que en buena parte coincidieron en la
creación de la Constitución de 1991. Una encrucijada entre la «guerra fría» y
la guerra de baja intensidad. Una encrucijada entre la guerra y la paz.
La violencia en Colombia tiene un primer nombre propio: «guerra civil
no declarada» iniciada en los años 40s, luego del magnicidio –9 de abril de
1948– del líder popular Jorge Eliecer Gaitán143, candidato a la presidencia
143 Gaitán fue un destacado abogado penalista que desde su aliación al partido liberal
denunció los graves problemas sociales que aquejaban a los obreros y campesinos.
Era un excelente orador en las audiencias penales y también en la plaza pública.
CAPÍTULO VII
Estado de sitio y «jueces» penales
militares en Colombia
LA RENUNCIA A LA AUTONOMÍA JUDICIAL EL JUICIO PÉRDIDO DE LOS JUECES FERNANDO TOCORA176
con la primera opción de victoria. Es cierto que las confrontaciones venían
de atrás, de las guerras fratricidas pasando por la de los «mil días», pero la de
la persecución de liberales destinada a diezmar el partido de la mayoría se
potencializó con el asesinato de un líder de multitudes que le había apostado
a la paz y a la reducción de las injusticias sociales. En esa guerra está el origen
del movimiento subversivo. Las guerrillas se iniciaron como guerrillas libera-
les, forma de resistencia contra la represión de los gobiernos conservadores de
Ospina Pérez y Laureano Gómez que además de las fuerzas propias del Es-
tado habilitaron a sicarios para eliminar líderes populares del partido liberal,
incluyendo el del mencionado «caudillo» Gaitán, que acababa de realizar una
multitudinaria manifestación política pidiendo que cesara la represión ocial.
1. UNA PRETENSIÓN HEGEMÓNICA E
INSURGENCIA GUERRILLERA
Esas guerrillas liberales fueron abandonadas a su suerte por los líderes
del partido liberal que rmaron un pacto de paz por arriba con el partido
conservador. Las elites se pusieron de acuerdo en un par de balnearios es-
pañoles sobre sellar la paz alternándose en el poder. Las bases populares
involucradas que fueron las que más sufrieron en la confrontación, poco o
nada tuvieron que ver con el acuerdo. Fue un acuerdo entre las élites y los
partidarios de abajo siguieron padeciendo la violencia. Incluso un intento
de amnistía ofrecida por un gobierno militar surgido de un golpe de Estado
militar en 1953, que algunos en su momento llamaron «golpe de opinión»
contra aquella guerra civil no declarada, se frustró por el asesinato de co-
mandantes históricos de esa guerrilla como Guadalupe Salcedo, cometido
a la manera del asesinato de Emiliano Zapata por fuerzas del régimen. Fue
entonces cuando se retrajeron y se convirtieron al comunismo, alentadas por
el triunfo de la revolución cubana y la propaganda internacional comunista
sobre el progreso y la igualdad en esas sociedades.
Su asesinato originó el conocido fenómeno del Bogotazo, para designar la reacción
popular que incendio la capital y otras ciudades del país como respuesta irascible y
espóntanea por el sacricio de su líder.

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