El sistema penal y la libertad de prensa

AutorMario Caterini
Páginas185-212

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Collective fear stimulates herd instinct, and tends to produce ferocity toward those who are not regar ded as members ofthe herd.

Bertrand Russell

Unpopular Essays1

1. La percepción mediática de la inseguridad

Según un conocido aforismo, todo aquello en lo cual se cree existe, y solamente esto2. El rol de los medios masivos de comunicación en la percepción de un cierto fenómeno, resulta desde hace tiempo cada vez más determinante, y eso por supuesto vale de manera decisiva también para los riesgos relacionados con los fenómenos criminales y las exigencias de seguridad relacionadas3. El riesgo es un producto socio-cultural, bajo el aspecto de la producción

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objetiva (risk-production) y también bajo el aspecto de la percepción subjetiva (risk-perception)4; en este último caso se puede decir que el riesgo lo construye la sociedad5. Buena parte de los riesgos contemporáneos, de hecho, son poco o para nada auto-evidentes y no incurren en el conocimiento directo de los ciudadanos, pero a menudo son los resultados que se derivan de un saber en cuyo ámbito se puede atribuir a los medios de comunicación de masas un rol decisivo en cuanto representan una herramienta de control social6.

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Las investigaciones empíricas del risk-analysis, han demostrado además que el hiato entre el riesgo real (a menudo difícilmente identificable o mensurable) y el riesgo percibido, toma énfasis por la impracticabilidad de poner como objeto de investigación a sujetos 'racionales'; porque, en realidad, la información que las personas obtienen está distorsionada por la propia naturaleza del proceso a través del que se obtiene7. La percepción del riesgo, entonces, es, por muchos lados, irracional, o mejor dicho, 'arracional’, ya que está influenciada por lógicas distintas de aquella de la efectiva existencia del riesgo, lógicas donde los medios masivos de comunicación tienen un peso determinante, al poder reducir o engrandecer un riesgo, dramatizarlo o disminuirlo8.

El riesgo percibido es, entonces, una construcción social de una realidad, donde a menudo la fuente reside en los medios de comunicación9. Por lo demás, el proceso de formación de tal percepción, bien mirado, no es lineal (hechos - mass media - ciudadanos), sino que tiene una naturaleza circular e inter-relacional, entre fuentes que se autoalimentan10. Los medios de comunicación, desde el sentido y la experiencia común, toman los riesgos que parecen interesar a los ciudadanos y, después, con su forma de representarlos, condicionan y refuerzan una cierta percepción del riesgo; percepción, que ulteriormente enfatizan los medios de comunicación, que apelan al sentido común precedentemente reforzado por los mismos medios, conformando un tornado ascendente, un círculo vicioso, a menudo difícilmente detenible11.

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En esta circularidad se introduce también la 'respuesta pública' solicitada por la demanda''autopoietica' que proviene de los medios de comunica12ción y de la percepción social del riesgo12. Con respecto al fenómeno criminal, esta 'respuesta pública' puede ser de carácter político, que reside en la discusión y formación de nuevas normas dirigidas [a menudo solo aparentemente] a afrontar el riesgo percibido, o puede ser de carácter judicial, que consiste en los procesos llevados a cabo por la magistratura, más conocido como 'derecho viviente', donde no raramente se fuerza la interpretación de la norma para rendir cuentas ante una presumible opinión pública. La 'respuesta pública', por otra parte, provoca efectos socio-políticos, que a su vez reciben una ulterior cobertura mediática y suscitan otra percepción social, que muchas veces reclama una nueva 'respuesta pública'. Así pues, son muchos los autores de la percepción del riesgo, según un mecanismo de recíprocas interferencias, en las que el resultado final, por lo general, no depende del comportamiento de uno solo de esos actores, sino de la alianza y a veces del enfrentamiento entre ellos, donde, según los casos, algunos cubren el rol de 'protagonista' y otros el de simple 'relleno'. Al final se trata de una lucha para imponer una cierta interpretación de la realidad13. Una lucha en la cual el sistema de comunicación de masas desempeña un papel fundamental, mientras que el usuario uti singuli no desempeña ninguno.

El poder de los medios de comunicación de masas se funda, en primer lugar, sobre la selección de las noticias (agenda setting)14. Mientras el derecho se conforma discriminando entre lícito/ilícito, los medios de comunicación

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al contrario, lo hacen basándose en el código información/no información15. Si es evidente que, sea lo que fuere, una selección debe existir, el problema está en los criterios seguidos16. En los sistemas capitalistas la lógica es comercial, o sea se seleccionan aquellas noticias que resultan más apetecibles, más vendibles, que por lo general coinciden con aquellas que tocan la fibra emocional, típicas de algunos fenómenos criminales17. Los mass media se autole-gitiman en cuanto no temen otra sanción que no sea la del mercado, de los lectores/espectadores18. De este modo, la información se vuelve en una mercancía que debe producir el mayor provecho posible19. Todas las potenciales noticias que no tienen esta aptitud - y quizás son la mayor parte de ellas -son ignoradas por los medios de comunicación de masas, incluso si se trata de fenómenos o riesgos fundamentales para la convivencia civil, que decaen en un limbo mediático destinado a la absoluta marginalidad o indiferencia.20

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A menudo sucede que las noticias más 'rentables' se enfatizan, se exageran y se repiten según un mecanismo de amplificación exponencial dirigido a sobre-estimular a los destinatarios de la información para evitar el síndrome de abstinencia, o de todos modos a intervenir inexorablemente, poco a poco, a medida que disminuye el componente dramático o emocional de la noticia, a favor de otros riesgos amplificados por los medios de comunicación21. La redundante enfatización mediática de los riesgos más 'comerciali-zables', puede determinar la creación de alarmas sociales 'arracionales', una especie de pánico colectivo que a menudo no tiene un fundamento efectivo: se trata de la más conocida paradoja del miedo donde la emoción se exagera con respecto a la realidad22. Esto pasa en detrimento de los daños o perjuicios de fenómenos más importantes, pero carentes de appeal mediático, que necesitarían una mayor atención socio-política. Con la ulterior consecuencia de una inapropiada repartición de los recursos, puesto que la clase política cuanto más impregnada esté de cultura populista más atención prestará (en la producción normativa y en el destino de las inversiones) a los riesgos más aparentes y no a los más graves.23

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En ese contexto, donde la emotividad asume un rol de parámetro de las opciones, el miedo juega un papel fundamental de control social. Desde un punto de vista sociológico, el miedo no está conectado a la posibilidad de que específicos elementos de peligro se difundan realmente en un ambiente social, sino a «la interpretación y legitimación colectiva de indicios más o menos arbitrarios de peligro como pruebas indiscutibles de una amenaza a la estabilidad o existencia de una sociedad»24. En el tránsito de los indicios arbitrarios a la prueba cierta de la existencia de un riesgo, anida la posibilidad de control social por parte de las élites, el poder de instrumentalizar o construir escenarios para generar miedo y obtener así consenso político. El miedo, en particular en lo que concierne a criminalidad, es una sensación muy fuerte y elemental, hasta al punto de poderse manipular y, así, difundir fácilmente en la colectividad25. Si el miedo como instrumento de persuasión de masas hoy tiene orígenes teóricos nobles y destacables26, a través de la capilaridad de los medios de comunicación de masas, domina cada vez más la escena política y condiciona las elecciones legislativas, enfocadas hacia los fenómenos que generan miedo y están orientadas a atraer consenso.27

El miedo puede ser instrumentalizado, manipulado, catalizado o incluso construido y los protagonistas, cuando eso acontece, por lo general son las

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élites políticas, económicas y mediáticas. No siempre es fácil individualizar al autor del injerto del recorrido circular sobredicho (percepción del riesgo - cobertura mediática - respuesta pública); podría ser el sistema económico-mediático por intereses comerciales, o también una facción política para tener consenso28. De todas formas, una vez iniciado el circuito, el rol de los medios de comunicación de masas es imprescindible en cuanto necesario para la percepción colectiva del riesgo y para generar el difundido sentimiento de miedo. Si después el poder político logra controlar los medios de comunicación - a través de sus imposiciones o concentraciones de la propiedad -, el sistema democrático se altera ulteriormente, en cuanto las fuerzas políticas logran que la opinión pública solicite las reformas que ellas mismas desean.29

2. El marketing político-criminal y los medios de comunicación de masas

La incidencia de los medios de comunicación de masas en la política criminal en los últimos tiempos está cada vez más ligada al modo de hacer política. El declive de las contraposiciones ideológicas y el menguar del más conocido "voto militante", de hecho, han llevado en muchos casos a la afirmación de los conocidos...

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