El sistema de partidos en el Toledo de la Segunda República

AutorJ.M. Ruiz Alonso
Páginas49-70

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El sistema de partidos y la legislación electoral son factores claves para la consolidación de la democracia. Diversos estudios han puesto de manifiesto el peso que tuvieron ambos elementos en la crisis final de la II República. Sus conclusiones no siempre coinciden: mientras que J. R. Montero, G. Sartori y J. J. Linz, sostienen que la ley electoral republicana contribuyó a la fragmentación y a la desestabilización de la vida política, S. Varela y S. Juliá mantienen, por el contrario, que no fue responsable de dicha inestabilidad62. Claro está que el concepto de sistema se aplica a un ámbito estatal, pero procede investigar el subsistema provincial por el peso que la ley electoral concedía a la provincia63. Interesa encontrar las peculiaridades propias que le diferencian del general y que explican la vida política provincial. Dejando a un lado los sistemas del País Vasco y Cataluña, los historiadores de la política están básicamente de acuerdo, con las matizaciones que se quieran, en clasificar el sistema de partidos bajo la II República

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como de pluripartidismo polarizado64. Dicho sistema resulta ser, en teoría, uno de los más inestables para la consolidación democrática, y en él se hallaría una de las causas de la crisis republicana. Sin embargo, el devenir concreto de la II Republica española impuso ciertas acotaciones a la tesis general: se trató de un sistema en formación -faltó tiempo para su consolidación-, y tanta o más importancia que la estructura pluripartidista tuvo, como factor desestabilizador, la alta volatilidad del voto: el partido gobernante en un período prácticamente desaparecía de las Cortes en el siguiente65. Además, la clave de la inestabilidad residió en que los dos principales partidos se hallaban fracturados internamente por la existencia en ambos de una facción antisistema.

1. Descripción del sistema partidista toledano

A la altura de 1936, el subsistema político provincial se estructuraba de la siguiente manera:

  1. Extrema derecha: Comunión Tradicionalista (CT), Renovación Española (RE) y Falange Española (FE).

  2. Derecha: Acción Popular Agraria de Toledo (APATO) y Partido Agrario (PA).

  3. Centro: Partido Republicano Radical (PRR) y Partido de Centro Progresista (PCP).

  4. Izquierda burguesa: Unión Republicana (UR) e Izquierda Republicana (IR).

  5. Izquierda obrera: PSOE (UGT-Federación Española de Trabajadores de la Tierra).

  6. Extrema izquierda: PCE y (CNT).

El criterio aplicado para clasificar la familia republicana de la provincia de Toledo en el arco político -derecha, izquierda y centro- consiste más en la capacidad de pactar electoralmente con la derecha y con la izquierda (burguesa y obrera) según la ocasión táctica que en la flexibilidad (o ambigüedad) de los respectivos programas políticos. Ésa ductilidad sólo la practicaron en Toledo el PRR y el PCP. El P Agrario aquí fue incapaz de pactar con la izquierda, mientras que a IR y a UR le ocurrió lo mismo con la derecha66.

La morfología y evolución de estas formaciones políticas en la provincia del Tajo fueron las siguientes.

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a) La extrema derecha. En ella se situaban tres partidos de cuadros, antisistema y de fuerte institucionalización67, que en el caso de Toledo representaron poco electoralmente. En realidad, su papel consistió en radicalizar el ala derecha de APATO. El más influyente de ellos, constituido en mayo de 1934, fue Renovación Española. La relativa importancia del partido monárquico fundado por Antonio Goicoechea, se debió a que recogió en su seno a un grupo importante de notables upetistas y alfonsinos de los tiempos de la Dictadura; a la antigua relación de José Calvo Sotelo con la ciudad (destinado como funcionario de Hacienda en 1916, aquí conoció a la que después sería su esposa, Enriqueta Grondona); y a disponer de un presidente provincial de postín -el político y hombre de negocios, intelectual orgánico de la oligarquía de Neguri- José Félix de Lequerica68. Tras él, y como prohombres de la directiva: Fernando Aguirre (primer alcalde de Toledo bajo la dictadura primorriverista), el abogado Ángel Conde, Gabriel Ledesma Navarro, el marqués de Ruiseñada, el conde de Manzanedo, Alfredo Van der Brule (alcalde de Toledo durante la "dictablanda" del general Berenguer) y los Barber, cuñados del propio Calvo Sotelo. La imagen de marca de RE fueron las dinámicas visitas automovilísticas, demostrativas de su poderío económico, giradas los pueblos de la provincia para renovar los contactos y las redes del nunca desaparecido caciquismo monárquico:

"El jefe provincial de R.E., sr. Lequerica acompañado de varias personalidades...ha visitado en los últimos días a sus antiguos amigos de Talavera de la Reina, Puente del Arzobispo, Quintanar de la Orden, Oropesa, Los Navalmorales y otros pueblos de la provincia, constituyendo en ellos los Comités locales del Bloque Nacional...El sr. Lequerica y sus amigos han regresado muy complacidos de su visita a dichos pueblos"69.

Llegado el momento de las elecciones de II-1936, y frustrado el acuerdo provincial con APATO para conseguir un puesto en la lista de la C. Antirrevolucionaria, RE retiró su candidatura y ordenó a sus afiliados votar a aquella para no restarla votos.

No tuvo, en principio, Falange Española de las JONS demasiada aceptación entre la mesocracia toledana, poco dada a extemporaneidades revolucionarias, ni menos aún entre los obreros, por más que se empeñe la hagiografía local70. En su puesta de largo provincial -mitin en el cine Moderno de Toledo (24-II-1935)- José Antonio Primo de Rivera, en vista de la selecta concurrencia asistente -atraída más por su persona que por

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las ideas falangistas- no pudo evitar criticar veladamente a los cuadros provinciales por no haber sido capaces de llegar al elemento obrero71. Su jefe provincial fue el cántabro, José Sainz Nothnagel. Junto a él formaron la primera hornada falangista los cuadros, Salvador Franco Velilla, Fernando Morón, Antonio Tomás de la Cuerda, el abogado Félix Díaz de Rivera y Joaquín Miedes Lajusticia. Llegado a Toledo como director de la oficina del Patronato Nacional de Turismo, José Sainz constituía un caso singular de militancia en el nazismo original antes de que en el falangismo, debido a su origen familiar y formación en Alemania. Tal vez por ello, José Antonio le tuvo en gran estima y le designó miembro de la Junta Política Nacional. Por ello, también, su actividad conspirativa en los últimos tiempos republicanos rebasaría el ámbito provincial. En diciembre de 1935, coincidiendo con la crisis del Gobierno, y en consonancia con lo que se había debatido en la reunión de su Junta Política celebrada en el parador de Gredos (VI-1935), la cúpula falangista decidió precipitar un golpe de Estado ("..a ser posible con los militares y si no, nosotros solos..") antes de las elecciones que se avecinaban. Parece que fue precisamente José Sainz quien convenció a José Antonio, en un principio renuente, a que la intentona comenzase en Toledo, incidiendo en el impacto simbólico que supondría la imagen de falangistas y cadetes de la Academia de Infantería unidos, para precipitar la sublevación militar en toda España. Su activación dependía de que el coronel Moscardó, gobernador militar de la plaza, lo apoyase. Con tal fin se trasladaron a Toledo, Raimundo Fernández Cuesta, José María Alfaro y el propio José Sainz. El coronel consultó con Franco, a la sazón jefe de Estado Mayor Central, quien desestimó el plan por impracticable. Además se sintió agraviado por lo que consideraba iniciativas prematuras de los civiles. Así que Moscardó les aconsejó prudencia y espera72. Es pues, en el terreno conspirativo y desestabilizador y no en el electoral, donde esta formación tendrá incidencia en la vida política provincial, sobre todo después de marzo de 1936, cuando reciba en su seno a jóvenes de otras formaciones derechistas.

La Comunión Tradicionalista. Un siglo después del surgimiento de carlismo, la antorcha ultramontana seguía ardiendo en Toledo capital y en ciertos núcleos rurales de la provincia. Su fuerza básica residía en la capacidad ideológica de sus cuadros: una parte considerable del clero medio y bajo toledano y de la mediana nobleza. Había pasado ya la hora en que los primados toledanos encabezaron dicha opción. En lo que iba de siglo los cardenales Sancha, Guisasola, Almaraz y Reig habían aceptado pragmáticamente la Monarquía liberal, acentuando el contenido social de su magisterio y activismo. Aspecto este dejado de lado por el titular de la silla primada en los primeros meses de la II República, el cardenal Segura, pero aun sin caer en el ultramontanismo debido a la estrecha amistad que le unía al depuesto Alfonso XIII. La importancia de

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tener a este sector clerical de su parte, en beneficio ideológico y propagandístico más que electoral, hizo que APATO regalase un puesto a la CT en la Candidatura Antirrevolucionaria de 1936 y, consiguientemente, un diputado en la persona de Jesús Requejo San Román.

b) La derecha. El partido mayoritario y más importante de la provincia fue Acción Popular y Agraria de Toledo. Su constitución data de finales de abril de 1931, aunque para las elecciones constituyentes su núcleo original compitió bajo el nombre de Acción Nacional. Desde entonces su crecimiento fue meteórico, terminando por conseguir un apoyo electoral cifrado entre 117.000/129.000 votantes (1933/1936). El crecimiento electoral de la CEDA se produjo también en el resto de las provincias castellano-manchegas (excepto en Albacete), pero sin llegar a los niveles de Toledo. Tal crecimiento sólo se explica por la recepción en su seno de la masa católica y monárquica del mundo rural de los últimos tiempos de la Restauración, fortalecida bajo la Dictadura primorriverista, en una suma que integraba el...

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