Dos siglos de códigos (balance y perspectivas de la codificación)

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El mero e irremediable paso del tiempo, desde luego, pero también (y sobre todo) el ensanchamiento de las preocupaciones de los historiadores del derecho y la consiguiente, paralela, renovación metodológica que –en silencio o con estrépito, con autenticidad o con patéticas concesiones a las tornadizas modas intelectuales cuando no a las pulsiones de la pura y simple impostura– se ha ido operando a lo largo de las últimas décadas, han producido, entre otros cambios, la bien visible ampliación del repertorio de cuestiones y, por ende, del ámbito material de la historia jurídica que se estudia, se investiga, se escribe, se «hace», en fin, en españa.
se ha desembocado, así, con naturalidad en lo que hace unos cuantos decenios hubiera resultado impensable, atrapados, inmovilizados como nos hallábamos en las mallas de la antigüedad y del Medievo. el paulatino estiramiento de las inquietudes de los estudiosos del pasado jurídico ha terminado por depositarnos en la orilla misma del presente. Quiero creer, además, que, a medida que nos aproximábamos a los períodos más cercanos de nuestra historia hasta rozar la línea de la siempre borrosa y resbaladiza actualidad, se abría paso simultáneamente entre los cultivadores de la historia del derecho la conciencia de la necesidad de inmunizarse ante el engañoso atractivo de determinadas sendas accesorias (tan sugestivas y prometedoras en apariencia como a la postre estériles) para concentrarse en el recorrido de la ruta principal. con otras palabras, clausurar experiencias infecundas que muy poco han aportado y transitar por el camino real. ¿hará falta subrayar la obviedad –¡tan olvidada!– de que para los juristas no existe otro camino real distinto del empedrado con los requerimientos que impone el estudio del derecho y el conocimiento, en suma, de las manifestaciones del fenómeno jurídico?
pues bien, si somos sensibles a esas transformaciones poco más que aludidas y fieles al planteamiento subyacente que acabo de insinuar, la pared maestra del imponente edificio que vislumbramos es la codificación; nos damos de bruces con la codificación, la grandiosa empresa que ha consumido los mayores y mejores esfuerzos de los juristas de los dos últimos siglos. Y como cultivar la historia del derecho no consiste en el fondo, en última instancia, sino en contribuir, con la especificidad de nuestra mirada, a una comprensión más acendrada del derecho y en desarrollar a tal fin un instrumental que facilite y...

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