La ejemplaridad en el servicio público

AutorAlberto Moreno de Tejada Clemente de Diego
Páginas55-76

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1. La imitación moral de prototipos

La teoría de la imitación moral de prototipos surge a principios del siglo XX con la crisis de la Modernidad (Gomá, 2003)1. Max Scheler (1874-1928)2elaboró una teoría de los prototipos dentro de una ética personalista. El prototipo es un conjunto de valores con forma personal. Es un ideal, a priori, no un modelo humano o un líder. El seguimiento surge del amor al prototipo. Los verdaderos prototipos deben reunir al mismo tiempo todos los valores estimables en una comunidad en una época dada. Las élites estarán formadas por personas ejemplares por reunir una diversidad de valores y verosímilmente esta clase de élite podrá ejercer una influencia en la sociedad compleja a la que pertenece mucho más eficaz que la que sería esperable de símbolos de valores específicos. El auténtico poder de influencia, que despierta a su vez el más potente amor, emana de la evidencia y seducción de un prototipo, real por ser poseedor de una pluralidad de valores pero ideal por el imperativo de deber-ser que su persona enuncia (Gomá, 2003, p. 211).

Henri Bergson (1859-1941) atribuye a la moral abierta el papel de motor de la evolución y el progreso vital3. La moral abierta descansa en las personalidades de ciertas figuras. La generalidad de dicha moral tiende a la común imita-

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ción de un modelo. Los grandes hombres de bien no piden nada y sin embargo obtienen. No tienen necesidad de exhortar; les basta existir; su existencia es una exhortación. Porque tal es el carácter de esta moral. Mientras que la obligación natural es presión o compulsión, en la moral completa y perfecta hay llamamiento (Bergson, 1997, p. 16). Por más que se haga, habrá que volver siempre a la concepción de los creadores morales que se imaginan una nueva atmósfera social, un medio en que se viva mejor, es decir, una sociedad tal que si los hombres llegasen a conocerla no querrían volver a su anterior estado. Solo así se definirá el progreso social (Ibidem, p. 42). Bergson cree que son las almas místicas las que han arrastrado y arrastran aún en su movimiento a las sociedades civilizadas (Ibidem, p. 45). Para él, se influye sobre la voluntad por dos caminos: el adiestramiento y el misticismo. Por el primer método se inculca una moral compuesta de hábitos impersonales; por el segundo se obtiene la imitación de una persona, y aun una unión espiritual, una coincidencia más o menos completa con ella (Ibidem, p. 52). En el primer caso la persona se liga a lo impersonal y trata de acoplarse a lo impersonal. En el segundo caso responde al llamamiento de una personalidad, que puede ser la de un revelador de la vida moral, o la de uno de sus imitadores, o inclusive, en ciertas circunstancias, la suya propia (Ibidem, p. 54).

Javier Gomá en su ensayo Imitación y Experiencia (2003) desarrolla una primera teoría general de la imitación sobre la base de la imitación de prototipos (Tercera Parte, pp. 329 y ss.)4. La imitación de un modelo moral se compone de dos elementos, la acción del sujeto imitador y el ser del modelo imitado. A su vez, el estudio de este primer elemento, denominado la pragmática, se compone de otros dos elementos: el prototipo y la acción imitativa. De la naturaleza del prototipo depende la acción imitativa, precede y conforma el sentimiento imitativo. El estudio del prototipo es, por tanto, prioritario respecto al de la acción imitativa. Distingue el autor cuatro principios del prototipo: 1) la excelencia; 2) la unidad integral del ser y del deber ser; 3) la analogía dialéctica; 4) la facticidad. El prototipo es un tipo personal, normal, general y, además, posee el rasgo de la excelencia. La idea del prototipo excelente consiste básicamente en considerar compatibles, simultáneamente en un mismo individuo, los valores más estimables vigentes en una sociedad, de suerte que «su actitud ejemplar al servicio de las polis» puede generalizarse a los demás miembros de la ciudad al ser una representación concreta y personal de esta (Ibidem, p. 340). La unidad integral del ser y del deber-ser se da en los prototipos excelentes. La excelencia sobresaliente es ella misma ley individual, medida y canon (ejemplo y modelo) para los demás miembros de la ciudad (Ibidem, p. 344). El ejemplo

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humano representa la conjunción de lo concreto y lo universal y suscita en el oyente vivos deseos de identificación. La unidad simultánea de todos los valores permite la universalidad del prototipo. «Es decisivo para la universalidad del prototipo que este se mantenga en una unidad simultánea de todos los valores, como la felicidad es una realización de todo el ser humano entero, un cumplimiento total, y no la ejecución de esa o aquella virtud»(Ibidem, p. 351). La analogía dialéctica es la semejanza desemejante en la relación entre el modelo y la copia. Existe semejanza entre el modelo y la copia por participar de la misma forma. Existe desemejanza por la superioridad del modelo. La analogía inspira al amante la confianza necesaria para atreverse a desear lo siempre desemejante (Ibidem, p. 352). La facticidad del yo, último principio del prototipo, se refiere a los modelos previos a la experiencia que influyen en la conciencia del sujeto. La imagen del hombre comúnmente admitida es la medida con la que se juzga la conducta de las personas. Enunciados los principios del prototipo, procede ahora describir la naturaleza de la acción imitativa. Los cuatro principios actúan como imán en la acción imitadora. Esta presupone en el sujeto una percepción sentimental y un deseo. El deseo de imitación se dirige hacia el prototipo entero como fórmula personal. Pero la auténtica imitación no conlleva una pérdida de personalidad ni una disolución del sujeto. Solo la personalidad madura y sana es capaz de auténtica imitación porque supone la fortaleza de aceptar la influencia elevadora de un prototipo superior, sin ceder a un abandono irresponsable, sino sometiendo al modelo al tribunal de la propia razón (Ibidem, p. 360). El sujeto ha de servirse del entendimiento para juzgar los modelos. La mayoría de edad del sujeto consiste en juzgar autónomamente la heteronomía de los modelos ejemplares. La dificultad estriba en elegir el auténtico prototipo de la variedad de modelos que se ofrecen. Este discernimiento del prototipo implica su identificación, su posterior conocimiento y finalmente, su aprehensión. La experiencia de los ejemplos reconocidos, conocidos y comprendidos como prototipos por un sujeto en el transcurso de las sucesivas etapas de su vida desarrolla un saber pragmático, que Gomá denomina experiencia de la vida.

Estudiado el primer componente de la teoría general de la imitación, la acción del sujeto imitador, Gomá pasa a describir el segundo componente: el ser del modelo imitado. La esencia del ejemplo se estudia desde una perspectiva metafísica. Gira en torno a la idea del universal concreto. En el ejemplo se despliega toda la comprensión y toda la verdad con mayor plenitud que en la enunciación abstracta de la regla moral. Si desapareciera de nuestro mundo el ejemplo de virtud, no podría volverse a traer ni con ayuda de todos los libros escritos por los más eximios moralistas (Ibidem, p. 383). La filosofía del ejemplo confluye con la teoría sobre el prototipo y ambas culminan en la idea del universal concreto. Sobre él afirma dos cosas: su necesidad y su imposibilidad. La experiencia de la vida, desde una perspectiva metafísica, es el saber, basado en la propia experiencia, sobre la semejanza y mayor desemejanza del ejemplo del hombre en relación con el universal concreto, necesario pero imposible, así

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como el sentimiento de promesa y nostalgia que esa experiencia produce. Las dos partes de que se compone la teoría general de la imitación, la pragmática de la imitación y la metafísica del ejemplo, desembocan en la experiencia de la vida como concepto unitario integrador de ambas (Ibidem, p. 394).

2. El papel de las élites en la administración pública

La teoría de las élites estudia la contribución de minorías excelentes en la transmisión de las ideas y las conductas de una comunidad. Las élites desempeñan, en mayor o menor medida, un papel de guía y ejemplo en la sociedad necesario para mantener su unidad y cohesión. Walter Bagehot (1826-1877) analizó por primera vez esta contribución en el origen y desarrollo de las naciones (Gomá, 2003). En su ensayo de 1872 Las leyes científicas del desarrollo de las naciones en sus relaciones con los principios de la selección natural y de la herencia5, estudia los factores determinantes en la configuración de los caracteres nacionales. Dice el autor que la imitación inconsciente es la fuerza dominante en la formación de los caracteres nacionales (Ibidem, p. 37). Esto se consigue mediante la imitación de los caracteres preferidos y la eliminación de los caracteres detestados (Ibidem, p. 101). La tendencia a la imitación y el poder de imitar se encuentran principalmente desarrollados en aquellos que poseen el menor espíritu de abstracción (Ibidem, p. 103). El gobierno de discusión hace posible el progreso, y cuando es bastante fuerte rompe la regla inmutable de la costumbre antigua y despierta el espíritu de invención que dormitaba en los hombres, en última instancia corrige la condición hereditaria del género humano de obrar prontamente. Da en la sociedad entera movimiento y vida al pensamiento. A diferencia de un gobierno despótico, el gobierno de discusión ha hecho a los hombres de todas condiciones más aptos para que cada uno emplee a su manera su energía intelectual (p. 200). En estas condiciones, el hombre excepcional es capaz de producir ideas verdaderamente...

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