Semblanza por mí vivida del Profesor Cobo del Rosal

AutorQuintanar Diéz Manuel
PáginasXXXIII-XXXVI

Nació en Granada; de lo que siempre se ha sentido muy orgulloso –el 29 de diciembre de 1934, en plena Segunda República. Con su habitual humor suele decir que es "un niño republicano"–. Desde los cinco años hasta que terminó el bachillerato estudió en el colegio de los HH. Maristas, unos años por debajo de otro ilustre granadino, Manuel Jiménez de Parga, con quien conservó una buena amistad. A partir de ahí va a tener un amigo incondicional hasta este momento: Rafael Lozano Guindo. Dice de él que no es un amigo sino que es un "testigo de mi vida entera". En la actualidad, colabora profesionalmente como consultor en el Bufete Cobo del Rosal.

En el colegio fue un niño extremadamente rebelde, sobre todo si se tiene en cuenta la época, pero también extremadamente inteligente. Sin apenas esfuerzo aprobó el bachillerato con muy buenas notas y también, a la primera, la rigurosísima reválida-examen de Estado. Su padre, con quien le unía un afecto muy profundo, decidió por él la carrera que debía empezar: Derecho. No Medicina como él hubiese querido. La carrera de Derecho la inició en Granada los dos primeros años, con excelentes calificaciones, diferentes matrículas de honor en todos los cursos, y la finalizó en la Universidad de Valladolid con iguales calificaciones y coronada con el primer premio extraordinario de Licenciatura. En él tuvieron una influencia decisiva tres maestros del Derecho.

Me refiero a Don Eustaquio Galán y Gutiérrez, Catedrático de Derecho Natural y Filosofía del Derecho, expedientado y expulsado del escalafón y, posteriormente, readmitido durante el tardofranquismo en la Universidad Complutense de Madrid pero no en la Universidad de Valladolid que se negó en redondo a que volviera a su claustro. Mi maestro consideró este incidente como una suma iniquidad e injusticia, así como producto de la más envilecidora "envidia". Desde el Consulado de España en Roma llevó a cabo un testimonio en el citado procedimiento sancionador que constituyó una encendida defensa del que fuera su Profesor de Filosofía del Derecho.

Sus otros dos maestros fueron catedráticos en distintas especialidades. El primero Don Emilio Gómez-Orbaneja, Catedrático de Derecho Procesal, discípulo de Beling en Tübingen, durante más de cinco años y becario de la Institución Libre de Enseñanza de la Republica. Con Don Emilio nada más conocerse se trabó una mutua simpatía a pesar de que este era hombre distante y circunspecto que, como liberal republicano, el franquismo vetó para la cátedra de Derecho procesal de la Universidad...

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