La salud mental en el Trabajo. Psicopatología laboral en el ámbito sanitario.

AutorLuis Ramón Capitán Pacheco
Páginas133-149

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1. Concepto de salud

El concepto de salud posee una difícil delimitación. Desde una perspectiva histórica, ha transitado desde una definición simple, materialista y negativa - la ausencia de enfermedad -, hacia otras más complejas, cuyo ejemplo más evidente es aquella que la Organización Mundial de la Salud emitió en 1947 para afirmar que la salud es un estado de completo bienestar físico, psíquico y social. (Vallejo y Leal, 2010). Esta definición implica una interpretación positiva de la salud que puede ser utópica, ya que consiste más bien en un ideal inalcanzable, dado que la mayor parte de los seres humanos padecen varias enfermedades y/o afecciones crónicas. Sin embargo, señala algo fundamental: además del aspecto biológico, destaca la importancia de los componentes social y subjetivo de la salud (Fernández-Montalvo y Garrido, 2007).

La salud, como concepto biomédico, hace énfasis en las condiciones propias del organismo y de los distintos subsistemas que lo integran. En cambio, desde la perspectiva sociocultural, se pone de relieve la interrelación existente entre el individuo y la sociedad que lo circunda. Lewis define el concepto de "salud social" desde dos frentes: desde la capacidad de la persona para cumplir satisfactoriamente el papel que se representa en sociedad, y desde el crecimiento personal y la felicidad del individuo (Vallejo y Leal, 2010).

Por ello, se puede entender que si bien históricamente la medicina ha prestado mucha más importancia al concepto de enfermedad que al de salud, dado que aquella ha sido el objetivo de su disciplina, en las últimas décadas ha ido prestando un interés creciente por la prevención y promoción de la salud y por estudiar la interacción entre el individuo y el ambiente para entender y tratar la enfermedad. Gracias a ello, por ejemplo, hoy en día tenemos indicios claros de que las condiciones de vida, determinadas por el medio físico y las prácticas socioculturales, son directamente responsables de alteraciones en la salud biológica.

Si decíamos que el concepto de salud es difícil de precisar, el de enfermedad lo es al menos tanto, y excede un tanto los objetivos de este capítulo. Sí conviene remarcar que la salud y enfermedad no son dos términos contrapuestos, sino que en cambio representan abstracciones de un continuo109 (Luque, 2000). Desde un enfoque constructivista, y partiendo de la salud como ideal, asumimos que es la persona individual (con su potencial de crecimiento y su vulnerabilidad para la enfermedad), en interacción con el ambiente (que igualmente puede proporcionar un sustrato para la realización personal como constituir un riesgo que amenaza la salud), la que consigue un nivel de salud dentro de ese continuo. En la actualidad, por tanto, estar sano es mucho más complejo que en las primeras décadas del siglo XX.

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2. Salud en el trabajo

Desde esta perspectiva de reciprocidad, el trabajo es un elemento determinante en la construcción de la salud de la persona (Dejours, 2009). De alguna manera, salud y trabajo interaccionan mutuamente: un buen estado de salud nos permite un buen desarrollo de la actividad laboral, mientras que el trabajador que experimenta satisfacción laboral experimenta un crecimiento personal. Por ejemplo, es conocido el impacto positivo en la salud que tuvo la introducción de la mujer en el mercado laboral (Dejours y Gernet, 2014).

Además, se dispone de suficiente evidencia para constatar que las personas que disfrutan de satisfacción laboral, entendida como el grado de bienestar y actitudes positivas que la persona experimenta hacia su trabajo, tienen un mejor estado de salud. En múltiples estudios llevados a cabo en países desarrollados, se ha encontrado una relación inversa entre el "status" laboral y el riesgo de padecer enfermedades crónicas, así como con la mortalidad asociada a éstas (Marmot y Siegrist, 2005)

En sentido contrario, mientras que una salud deficiente impide una buen rendimiento laboral, el trabajo puede implicar un riesgo en nuestra salud. Uno de los ejemplos más claros de esto es el de los accidentes del trabajo. Según el Ministerio de Empleo y Seguridad Social de España, sólo en año 2013 se produjeron un total de 1.148.079 accidentes laborales y hubo 540 fallecidos como consecuencias de accidentes de trabajo (Gobierno de España, 2013). En la actualidad, varias enfermedades, como por ejemplo la enfermedad coronaria, diversos trastornos músculo-esqueléticos (por ejemplo, el síndrome del túnel carpiano o las inflamaciones raquídeas) y la patología mental (ansiedad, depresión o adicción al alcohol), están relacionadas con condiciones sociales y psicológicas desfavorables en el trabajo. (Clougherty, et al, 2010)

Desde este punto de vista del trabajo como modulador positivo o negativo de la salud del ser humano, la salud en el trabajo podría entenderse como un grado razonable de armonía entre las facultades, las necesidades y las expectativas del trabajador, por un lado, y las exigencias y oportunidades del entorno, por el otro.

Cuando las demandas del medio laboral exceden a las capacidades o necesidades del trabajador, o bien cuando las necesidades del trabajador son pobremente satisfechas por las escasas exigencias del trabajo, sobreviene un problema laboral. Normalmente, este problema no sólo aparece durante la jornada laboral, sino que trasciende afectando a otras dimensiones del individuo. Por ejemplo, es frecuente la aparición de dificultades en la convivencia familiar o en las relaciones sociales extraiaborales.

La persistencia en el tiempo (como una exposición permanente a sustancias tóxicas) o una alta intensidad de un problema laboral (ser víctima de una agresión sexual, por ejemplo) puede implicar patología. La patología laboral se puede definir como el conjunto de enfermedades y de trastornos que se producen en una persona debido a la características del trabajo, tanto en lo que se refiere al ambiente como a las técnicas o procedimientos empleados (Fernández-Montalvo y Garrido, 2007).

2.1 Salud mental en el trabajo.

Podemos definir la Salud Mental en el Trabajo como el bienestar personal durante el desarrollo de una actividad laboral. Según guía clínica NICE "Promoting mental wellbeing at work", del Sistema de Salud británico, el bienestar mental es:

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"Un estado dinámico en el cual el individuo es capaz de desarrollar su potencial, trabajar productiva y creativamente, construir relaciones sólidas y positivas con otros y contribuir a su comunidad" (NICE, 2009).

Hayes y Numan señalan que el trabajo tiene un importante rol en promocionar el bienestar mental, ya que además de proporcionar una fuente de ingresos, dota a la persona de una serie de elementos que repercuten directamente en su salud mental. Proporciona al ser humano un sentido de identidad y de utilidad, además de un lugar para desarrollar las relaciones sociales. Además, ayuda a presentar un nivel de actividad física y mental, estructurar el tiempo diario y desarrollar la creatividad (Hayes y Nutman, 1981).

Por ello, se puede considerar el trabajo como un factor protector ante la enfermedad. De hecho, se conocen bastante bien los efectos negativos que provoca sobre la salud mental el desempleo, que se ha convertido en uno de los principales problemas existentes en nuestra sociedad. El desempleo se asocia a problemas de autoestima e identidad, mayor riesgo de padecer un trastorno psiquiátrico, mayores tasa de mortalidad y de suicidio y a pérdida de relaciones familiares y del soporte social.

Trabajar no sólo implica producir o llevar a cabo una tarea determinada. En el desarrollo del trabajo la persona necesita de su inteligencia, tanto racional (para definir objetivos, diseñar la actividad que le lleva a dicho objetivo), como emocional (para afrontar el fracaso durante el aprendizaje, para relacionarse con sus compañeros), su corporalidad (su fuerza física, la motricidad para aprender las diferentes habilidades técnicas) y en definitiva la implicación de todo su ser: requiere de tenacidad, ingenio, creatividad y sensibilidad (Dejours 2009).

En esta relación con su trabajo, el individuo se transforma, adquiriendo destrezas y sensibilidades que antes no poseía. Además del efecto per se de este acto de trabajo, aparece el reconocimiento por parte de sus compañeros, de sus jefes y adquiere un sentimiento de pertenencia a un colectivo. El trabajo, por tanto, ofrece un medio de cambio para la personalidad del trabajador.

Este proceso se da en el marco de una organización, que puede lubricar este proceso dándole al trabajador una autonomía organizada o, en cambio, como sucede en las formas de trabajo rígidamente organizadas, puede tener efectos desestructuradores de la personalidad.

En resumidas cuentas, la capacidad del individuo para encontrar bienestar mental en el trabajo está determinada por la interacción entre el ambiente laboral, la naturaleza del trabajo y las características subjetivas. Dicho bienestar mejora cuando un sujeto es capaz de cumplir sus objetivos personales y sociales, y conseguir una sensación de realización en sociedad (NICE, 2009).

Además, se debe tener en cuenta que existen determinados aspectos fuera de la actividad laboral, como por ejemplo la carga familiar, que pueden afectar al bienestar que el sujeto experimente en el trabajo.

2.2 Psicopatologíay trabajo.

Los costes asociados con la enfermedad mental son significativos tanto para el individuo y sus familiares, como para las compañías e instituciones. La patología mental laboral se asocia con disminución de la productividad, absentismo, jubilación anticipada, elevado recambio de personal - con la consecuente necesidad de contratar y formar nuevas plantillas-, así como por el bajo...

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