Salida de los deportados de Inglaterra.- Establecimiento en Australia.- Organización y vicisitudes de la colonia

AutorConcepción Arenal
Páginas36-49
36
CAPÍTULO II.
SALIDA DE LOS DEPORTADOS DE INGLATERRA.– ESTABLECIMIENTO EN
AUSTRALIA.– ORGANIZACIÓN Y VICISITUDES DE LA COLONIA1.
Después de haber procurado formar una idea exacta de lo que debe ser la
pena, vamos a examinar lo que ha sido la deportación a Botany-Bay, y veremos
si los procedimientos del Gobierno inglés están conformes con los principios
de derecho. Para hacer esta especie de confrontación, es indispensable un re-
sumen histórico de la colonización penal de la Australia, que aunque sea, como
será breve, ha de bastar para que pueda apreciarse en vista de los hechos, si la
práctica de la deportación se ha inspirado en la teoría de la justicia.
Inglaterra, aunque sin un sistema de deportación bien determinado, tenía
el propósito y la práctica de deportar sus criminales, y saneaba la atmósfera
moral, enviándolos a sus colonias de América. El objeto no era más que des-
hacerse del mayor número al menor coste posible, y el modo de conducirlos
a las Barbados, a Jamaica, y la situación que allí tenían, forman una de las
páginas más ignominiosas de que debe avergonzarse un pueblo honrado.
El suelo que hoy forma los Estados-Unidos, cuando era colonia inglesa,
recibía de la madre patria, periódicamente, un gran número de penados a
deportación, y la provincia de Maryland, sobre todo, se veía todos los años
invadida por falanges de malhechores. La verdadera causa de la insurrección
de las colonias inglesas de la América Septentrional, fue, que cuando un pue-
blo, en todas las esferas, ha llegado a su mayor edad, no puede permanecer
bajo la tutela de otro que no es más fuerte que él. Entonces, y aún después,
se presentan como causa del movimiento, agravios que no han sido más que
ocasión de él; toda revolución es la resultante de un gran número de fuerzas,
aunque sea muy común no tomar acta más que de las que se presentan en
primero y último término.
Seguramente, ni el impuesto sobre el té, ni la deportación de los crimina-
les de Inglaterra a sus colonias de América determinaron a éstas a sacudir el
yugo; pero en un pueblo predispuesto a rebelarse, debía causar una impresión
profunda la voz de Franklin cuando apostrofaba a los ingleses diciéndoles:
«Vaciando vuestros presidios sobre nuestras ciudades, haciendo de nuestro
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toriador y partidario de la colonización penal.

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