Los salarios en España (recensión)

AutorLuis Fernández Briceño
Páginas180-182

LOS SALARIOS EN ESPAÑA

SANTIAGO PÉREZ CAMARERO

ÁLVARO HIDALGO VEGA*

Fundación Argentaria -Visor Dis., 2000

Madrid, 2000, 289 páginas

El objetivo fundamental de este trabajo es

ofrecer una descripción general de la estructura

salarial en España, de las diferencias

salariales y de las causas que parecen determinar

una y otras. Para ello, los profesores

Pérez Camarero e Hidalgo Vega han utilizado

una de las fuentes más recientes y completas

sobre esta materia: la Encuesta de

Estructura Salarial de 1995 (EES.95) realizada

por el Instituto Nacional de Estadística.

La posibilidad de obtener datos y características

personales y salariales de una muestra

de más de 175.000 trabajadores les ha ofrecido

la oportunidad de realizar múltiples cruces

de variables. La EES.95 permite el acercamiento

a cuestiones esenciales para la comprensión

del mercado laboral. Analizar comportamientos

salariales, determinantes y

consecuencias de los mismos supone hacer

alusión a rasgos y procesos de particular

importancia en el funcionamiento del mercado

laboral, tales como la discriminación por

sexo o la segmentación del mercado laboral.

Asimismo, han dedicado atención al análisis

de la estructura y composición de los salarios.

El análisis de la estructura salarial obliga

a los autores a estudiar la homogeneidad y

diversidad salarial, las distorsiones del mercado

laboral y los determinantes salariales.

La ESS-95, base empírica de este trabajo,

explota diversas variables de importancia en

cuanto a su carácter de determinantes salariales.

Para su análisis y exposición, se han

agrupado en tres tipos. En primer lugar,

variables derivadas de la oferta de trabajo, es

decir, características personales del trabajador,

como son la edad, el sexo, la titulación y

la experiencia previa. El segundo grupo de

variables determinantes está constituido por

aquellos parámetros que derivan de las condiciones

pactadas entre empresario y trabajador:

antigüedad, ocupación, jornada y tipo

de contrato. Por último se agrupan las variables

establecidas por la demanda de trabajo.

Tales son la propiedad de la empresa, la actividad

económica, el tamaño de la empresa, el

tipo de mercado y la clase de convenio que

regula las relaciones laborales. En algunos

casos los autores han utilizado otras variables

complementarias, como las vacaciones,

horas extras, diversos tipos de complementos

salariales o el grado de subempleo.

La edad, al igual que la experiencia previa,

carece de entidad como potenciador del salario,

manifestándose, en tal sentido, más como

un lastre que como una ventaja. El valor teórico

del conocimiento acumulado y la mayor

habilidad y destreza, supuestamente asociados

a tener más años de vida y de actividad

laboral, quedan en entredicho por su nula

valoración salarial.

La hetereogeneidad salarial por razón del

sexo se mantiene, aunque con diferente peso,

en la mayoría de los cruces de variables efectuados.

El hecho de tener uno u otro sexo puede

hacer variar el salario un 12,5 por ciento.

Esta diferencia salarial puede explicarse por

el diferente papel que todavía tiene la mujer

en el resto de la vida social.

La titulación o nivel de estudios es la

variable fundamental de la teoría del capital

humano. La titulación obtenida al término de

la educación reglada permite al trabajador

situarse en diferente posición en el mercado

de trabajo. Las distancias salariales iniciales

entre las diversas titulaciones tienden a

incrementarse progresivamente por las dife-

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* SANTIAGO P¿REZ CAMARERO es Profesor del Departamento

de EconomÌa de la Empresa de la Universidad

Carlos III de Madrid.

ALVARO HIDALGO es Profesor Titular de Fundamentos

del An·lisis EconÛmico de la Universidad de Castilla-La

Mancha y responsable del Area de Fundamentos del

An·lisis EconÛmico de la Facultad de Ciencias JurÌdicas y

Sociales de Toledo.

rentes tasas de rentabilidad anual de cada

una de ellas. Con todo, y aún siendo la titulación

la primera de las variables de la oferta,

no parece que tenga el peso específico que

cabría esperar. Su peso relativo en la composición

de los salarios no alcanza el 15 por

ciento. El peso conjunto de la titulación y ocupación

no supera el 25 por ciento en la determinación

de los salarios, lo que apunta a una

reflexión sobre los fundamentos básicos de la

tesis del capital humano.

En el grupo de variables de la relación

laboral, la antigüedad destaca como el mayor

multiplicador del salario. Casi una cuarta

parte de las diferencias salariales dependen

de la antigüedad. «La antigüedad es un grado

» no carece de fundamento. La antigüedad

barre el esquema de los salarios compensatorios.

Desde la perspectiva del trabajador, los

costes de despido dependientes de la antigüedad

constituyen la adecuada protección para

una inmovilidad más segura y una mejor

capitalización del tiempo de trabajo.

La naturaleza de la ocupación, como descripción

de funciones o actividades productivas

individuales, hacen de esta variable el

frente de convergencia del sistema educativo

y el aparato de producción. Las limitaciones

conceptuales de la Clasificación Nacional de

Ocupaciones, acaban por convertir las ocupaciones

en meros cruces de otras dos variables:

la titulación (del lado de la oferta) y la actividad

(del lado de la demanda). Su importante

papel en el ámbito laboral contrasta con su

discreta importancia al componer el salario.

Es paradójico que la ocupación (lo que se

hace) tenga menos peso en la composición

salarial que el tipo de contrato (tiempo de trabajo

previsto).

Los salarios por contratación temporal son

un 35 por ciento más bajos que los derivados

de contratos indefinidos. La temporalidad

frena el crecimiento interno de los salarios.

La segmentación por el tipo de contrato es

uno de los fenómenos de discriminación de

mayor trascendencia en la última década. Su

importancia cuantitativa como determinante

salarial y su carencia de fundamento cualitativo

como diferenciador de las remuneraciones

sitúan a esta variable en un plano similar

a la del sexo.

La importancia de la jornada en el conjunto

salarial no es suficientemente representativa

para considerarla determinante. No obstante,

los salarios-hora de las jornadas parciales

son inferiores a los de las jornadas completas.

Las denominadas «nuevas formas de

contratación» dan como resultado los salarios

más bajos junto a las peores condiciones de

contratación.

En cuanto a las variables que dependen de

las características propias de la empresa, las

derivadas de la demanda de trabajo, el tamaño

de la empresa se configura como la de

mayor peso en su grupo seguido de la actividad

de la empresa y el tipo de propiedad.

Resumiendo las diferentes características

determinantes, analizadas desde su triple

agrupamiento, los profesores Pérez Camarero

e Hidalgo Vega concluyen que «las características

del trabajador determinan un 27 por

ciento del salario, las de la empresa un 30 por

ciento y las variables derivadas de la propia

selección laboral modelan el 43 por ciento restante,

con una notable supremacía de la antigüedad

sobre los demás». Admitiendo que

existe un nivel aceptable de coherencia en el

mercado laboral, los autores proponen algunas

preguntas, con respuesta incierta, que

hacen dudar de la presunta racionalidad de

dicho mercado: ¿son menos capaces las mujeres?,

¿trabajan peor los empleados a tiempo

parcial?, ¿son menos eficaces los trabajadores

con contrato temporal?, ¿si la antigüedad es

tan valiosa para las empresas, por qué crece

la temporalidad?.

En un capítulo final, los profesores Pérez

Camarero e Hidalgo Vega sintetizan lo ya

expuesto mediante la formulación de distintos

modelos econométricos que permiten

identificar el peso de cada uno de los determi-

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nantes del salario. Su enfoque considera que

los empresarios demandan trabajadores

basándose en sus características, siendo la

productividad, o capacidad productiva, la

principal cualidad demandada; pero teniendo

en cuenta, también, otro tipo de características.

Este enfoque se realiza a partir de la aplicación

desarrollada por Corugedo et al (1999)

para el mercado de trabajo y de los modelos

de Lancaster (1966) y Gormen (1980). Posteriormente

aplican los modelos de capital

humano, tipo Mincer (1974) y Rosen (1977),

para calcular las tasas de rendimiento interno

(TIR) de la inversión en educación. Finalmente,

analizan la discriminación salarial

utilizando el método propuesto por Oaxaca

(1973) y Blinder (1973). Para descomponer el

salario, bajo la formulación de Oaxaca, utilizan

la matriz propuesta por Neumark (1998).

Esto les permite analizar qué parte de las

diferencias salariales entre hombres y mujeres

es debida a las distintas características

personales y cuál obedece a la presencia de

posibles comportamientos discriminatorios.

Para finalizar, los autores resumen las

principales conclusiones que arrojan las estimaciones

econométricas. En primer lugar los

resultados demuestran el importante papel

que juega la información en el mercado de trabajo.

En un ámbito donde la información es

asimétrica, los empresarios intentan identificar

señales que revelen la auténtica productividad

del individuo. En un primer momento,

es la educación la que permite identificar la

productividad individual mediante la obtención

del título; posteriormente, es la antigüedad,

ya que ésta recoge la acumulación de

capital humano del trabajador dentro de la

empresa. Del resto de características laborales,

la ocupación y el tipo de contrato son las

que más afectan a los salarios individuales.

De las características de la empresa, el

tamaño de la misma es la que más influencia

tiene sobre los salarios. Respecto a la influencia

del sexo, en todos los modelos se constata

la existencia de primas salariales a favor de

los hombres respecto a las mujeres.

Después de la aplicación de los modelos

econométricos descritos, los profesores Santiago

Pérez Camarero y Alvaro Hidalgo Vega

obtienen la composición porcentual del modelo

que determina el salario a partir de los coeficientes

estandarizados; es la siguiente: el

tipo de contrato significa el 12,12%, la ocupación,

7,37%; el subempleo, 1,45%; el tamaño

de la empresa, 13,99%; el convenio colectivo,

6,31%; el mercado, 6,14%; la actividad a desarrollar,

2,36%; según la propiedad de la

empresa, 0,85%; el sexo, 12,54%; los estudios

del trabajador, 14,86%; y la antigüedad,

22,19%.

LUIS FERNÁNDEZ BRICEÑO

RECENSIONES

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