Las rutas culturales como solución a la dispersión del patrimonio cultural en Castilla y León

AutorJorge del Caz Martín
Páginas71-95
71
CAPÍTULO TERCERO.
LAS RUTAS CULTURALES COMO SOLUCIÓN A LA
DISPERSIÓN DEL PATRIMONIO CULTURAL EN
CASTILLA Y LEÓN
Jorge del Caz Martín1
INTRODUCCIÓN
Una de las principales peculiaridades del patrimonio cultural de Castilla y León,
más allá de la amplitud y variedad de su inventario, es su dispersión geográca, lo
que provoca que la implantación de políticas turísticas para su preservación y pro-
moción se diculte. Para paliar esta problemática, la Junta ha recurrido a la fórmula
de las rutas culturales, lo cual permite también alcanzar cohesión territorial entre
sus diferentes comarcas y generar riqueza en las zonas más despobladas, especial-
mente las rurales. Sin embargo, no solo de recursos patrimoniales se sustentan estos
itinerarios, sino también del valor de muchos personajes de su historia. Con este
planteamiento surge este análisis, en el que se estudia también la importancia que el
turismo cultural tiene en la economía castellanoleonesa y cómo se ha consolidado
en la región gracias a estas rutas, llevando a cabo para ello una revisión de diversas
fuentes bibliográcas.
1 Graduado en Turismo y Administración y Dirección de Empresas por la Universidad Rey Juan
Carlos. Estudiante del Máster Universitario en Gestión Turística de Recursos Culturales y Naturales
en la Universidad Carlos III.
72 Capítulo Tercero
1. APROXIMACIÓN AL TURISMO CULTURAL DE ESPAÑA
En palabras del que fue presidente de la Fundación del Patrimonio Histórico de
Castilla y León, Tomás Villanueva, “turismo y cultura han sido desde siempre áreas
convergentes que han conseguido, aunando en sus objetivos e intereses, impulsar
una nueva demanda social y crear un nuevo espacio de consumo de servicios, en
torno a lo que conocemos como turismo cultural” (Herrero, 2000:25). La UNESCO
facilitó la primera denición de este término en la Carta de Turismo Cultural de
1976, donde concluyó que se trataba de “aquella forma de turismo que tiene por
objeto, entre otros nes, el conocimiento de monumentos y sitios histórico-artísti-
cos” (Morère y Perelló, 2013:20).
La Organización Mundial del Turismo avanzó en la explicación de esta modali-
dad turística y en 1995 diferenció el interés por el patrimonio cultural y la herencia
del pasado, de los estilos de vida, producciones artísticas o industrias creativas. De
este modo, el turismo cultural “trata de ofrecer un saber a través de una experiencia
(Mallor, González y Fayos, 2013:271), que el individuo se enriquezca de experien-
cias y nuevos conocimientos más allá de visitar lugares histórico-artísticos. Así pues,
y tal y como se observa, es un concepto que está constantemente actualizándose y
adaptándose al entorno y al momento. Mientras que por un lado la oferta se basa
en recursos y productos heredados del pasado y del patrimonio cultural, por el otro
las motivaciones de la demanda van generando un turismo cultural cada vez más
integrador y extenso. De hecho, se llega a apuntar a una subdivisión del turismo
cultural en patrimonial, artístico y creativo.
A diferencia de otros países, en España el turismo cultural era visto como una
manifestación cultural más que como una modalidad turística. Gracias al desarrollo
sociocultural y económico de la década de 1980, y aun cuando todavía inuía en
demasía el modelo de sol y playa, el turismo cultural comienza a despegar en el país.
Hasta entonces, solo se aludía a esta naciente tipología para “referirse a los visitantes
de las ciudades monumentales más importantes, los grandes museos o con motivo
de alguna exposición singular y destacada” (García, 2002:24).
Hoy en día, las estadísticas ya demuestran la importancia del turismo cultural en
España, a pesar de que todavía no se sitúe a la altura de otros países de su entorno
con los que compite en esta materia, como son Francia o Italia. Según la explota-
ción de ETR/FAMILITUR realizada por el Ministerio de Cultura y publicada en el
Anuario de Estadísticas Culturales, el 13,6% del total de viajes motivados por ocio,
recreo o vacaciones de los residentes dentro de España se realizaron en 2005 por
motivos culturales, representando en términos reales 11,4 millones de viajes. Diez
años después el porcentaje se vio incrementado hasta el 17,8%, llegando hasta los
14,1 millones de viajes, demostrando con ello el avance que la sociedad española ha
dado en consumo de turismo cultural.

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