Reyes Mate y el «nuevo pensamiento»

AutorDaniel Barreto González
Páginas150-159

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1. Pensar de cara a la vida

Hay dos modos de hacer filosofía, indica a menudo Reyes Mate, pensando de cara a la biblioteca o vuelto hacia la vida, la sociedad y la política. Sin duda, lo suyo es lo segundo. La importancia de su trabajo filosófico viene de la profundidad con que ha tratado las preguntas de los tiempos que corren. Nada en él, por tanto, de la jerga y el autismo de la especialización, sino el proyecto de pensar lo que incumbe a todos: la política, la verdad, la justicia.

El itinerario filosófico de Reyes Mate recorre ya casi cuarenta años. Sus primeros libros se publican a comienzos de los años setenta1y respondían a una determinada situación socio-política. La crítica marxista de la religión, el diálogo entre cristianismo y marxismo, el potencial emancipador de la religión eran los temas claves entonces.2En 1977 Alfonso Comín hablaba así de Reyes Mate: «[...] fino conocedor del marxismo y de sus capítulos específicos sobre crítica marxista de la religión ha ido articulando su función de intelectual orgánico al modo que corresponde a los nuevos tiempos».3En los años noventa, los signos de los tiempos son otros. La caída del Muro de Berlín sirve de emblema a una situación nueva que ya se estaba gestando en la década anterior y que acaba de definir sus perfiles con el desplome del bloque soviético. El descrédito de la utopía y la proclamación del «fin de la historia» parecen entonces coincidir con el triunfo del neoliberalismo. El sistema capitalista se dicta a sí mismo como único destino posible. Con ello llegan las horas bajas de la movilización política y la desmoralización de los impulsos emancipatorios. Reyes Mate da entonces un paso al frente para tratar de pensar unas coordenadas históricas diferentes. No se trata de renunciar a las motivaciones que activaban su trabajo filosófico. Hay en éste una continuidad y coherencia evidentes. Pero ahora se trata de articular una respuesta desde los cimientos olvidados de la casa europea. Mantener la búsqueda de «otro mundo posible» requiere construir una cultura política nueva.

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Ese paso está acompañado por el descubrimiento de «pensadores judíos olvidados», especialmente Hermann Cohen, Franz Rosenzweig y Walter Benjamin. Este último olvidado también, paradójicamente, bajo la enorme popularidad difundida por la lectura estetizante de sus textos. Y el libro que da cuenta de ello, uno de los fundamentales en la bibliografía de Mate, es Memoria de Occidente. Actualidad de pensadores judíos olvidados (1997). Rescatando la propuesta de Rosenzweig de un «nuevo pensamiento» (neues Denken), formulada en el periodo de entreguerras, Reyes Mate busca una apertura al callejón sin salida de la crisis de la cultura europea.

La apuesta por el «nuevo pensamiento» está a su vez guiada por una convicción, a saber, la posibilidad de desbloquear la Ilustración pasa por situar en el centro de la reflexión el Holocausto.4Auschwitz es un acontecimiento que obliga a revisar de cabo a rabo el proyecto moderno, a repensar cómo comprendemos la justicia, la educación, el arte, la política y la propia filosofía. Es indispensable identificar los mecanismos que contribuyeron a producir la mentalidad criminal que planificó Auschwitz y desvelar la pervivencia de las estructuras mentales y culturales que no sirvieron para evitarlo. La «filosofía después del Holocausto» llama a releer la gran filosofía ilustrada desde su tratamiento de la cuestión judía.

Aquí vamos a ocuparnos de la actualización que lleva a cabo Reyes Mate del «nuevo pensamiento». En éste hemos de incluir, siguiendo la interpretación del propio Mate, no sólo la gran obra de Rosenzweig, La Estrella de la redención, sino una corriente filosófica que comprende, entre otros,5a Hermann Cohen y Walter Benjamin. Nos referiremos aquí especialmente a Memoria de Occidente y complementaremos esa lectura con los libros más importantes publicados por Mate. No hay que perder de vista que este rescate del «nuevo pensamiento» coincide con la difusión, la traducción y el estudio en el mundo hispánico de estos autores, labor de la que Reyes Mate ha sido inspirador y animador incansable.

Pero antes es preciso señalar la importancia de un libro previo, que prepara el terreno de muchas cuestiones, La razón de los vencidos (1991). No se habla ahí todavía explícitamente de un «nuevo pensamiento», pero se apunta a las cuestiones que van a ser tratadas en los libros siguientes. La revisión de la Ilustración a partir del olvido de la religión es abordada ahí de la mano de un crítico madrugador de la Aufklärung, Hegel. Mate estudia la recuperación hegeliana de la religión como vía para sanar las escisiones que imperan en la conciencia ilustrada: entre el pueblo y los sabios, entre la razón y el sentimiento, entre la verdad absoluta y la ciencia. Hegel acierta al señalar que los problemas de la Ilustración se juegan en el ámbito de lo religioso, pero su respuesta reduce la herencia bíblica a su traducción griega. Es decir, olvida la racionalidad que viene de Jerusalén y la identificación bíblica entre verdad y justicia.

Esta amnesia de la cultura europea se manifiesta en el modo de comprender la relación entre ética y política. La teoría política moderna se despide de la ética. Aquélla ya no tiene como fin alcanzar la vida buena para todos, sino sólo la conservación de la vida. El individuo liberal ve en su semejante una amenaza o un competidor en los negocios. El vínculo social está realizado en la sociedad del intercambio. Por eso, los asuntos de ética se ventilan entre la conciencia individual y la idea abstracta de humanidad. ¿Cómo vincular entonces ética y política si su aislamiento se alimenta recíprocamente? Frente a los modelos de reconciliación hegelianos, la respuesta de Reyes Mate apunta a la entraña política de la compasión, a la entrada de la compasión en política. Mate expone una concepción del sujeto moral como sujeto compasivo y la compasión como esencialmente orientada a la política.

Esta concepción del sujeto moral requiere una visión distinta de la historia y de la relación con el pasado. Es necesaria una alternativa a las ontologías del presente de las filosofías de la historia y del historicismo. En ellas, el pasado que no ha sido transmitido como

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confirmación del presente no pinta nada. El recuerdo de las esperanzas frustradas y de las injusticias es disuelto en el olvido como el costo del progreso. En cambio, el nuevo vínculo entre ética y política significa, según Reyes Mate, «una solidaridad de generaciones: las causas nobles de generaciones pasadas permiten superar las injusticias que se cometen contra nosotros. Y ellos no habrán muerto de nuevo en vano si su causa triunfa en la posteridad».6

La posibilidad de activar una cultura7que genere una verdadera alternativa al discurso del «fin de la historia» tiene que ver con el cultivo de la razón anamnética. Ello precisa volver los oídos de Atenas a Jerusalén.

Hay que recordar también que este giro hacia los pensadores judíos olvidados no es sólo un asunto intraeuropeo. El encuentro con América Latina, especialmente México, las huellas de la alteridad negada por la conquista y la dominación colonial determinan asimismo el vuelco hacia la perspectiva marginada del pueblo judío. Reyes Mate narra en un texto autobiográfico la nueva mirada sobre la cultura europea que le abre su contacto con México:

Si hubiera podido organizar mis estudios desde esa experiencia hubiera estudiado la cultura pre-hispánica. Pero como no se puede rebobinar la historia, orienté mis impulsos hacia la exterioridad más próxima: hacia el judaísmo. Reorganicé todos mis trabajos, mis ficheros, mis proyectos en torno a esa experiencia. De Atenas a Jerusalén. Pero curiosamente todo pasa por México.8

2. Crítica y memoria

Antes de proponer alternativas hay que conocer bien los problemas. En Memoria de Occidente Reyes Mate analiza, desde el plano filosófico, la situación del presente europeo y de la cultura occidental. Realizar a fondo este análisis implica comprender qué ha sido del programa de la Ilustración, su relación con las posibilidades de reconstruir la izquierda9y qué significa el desfondamiento de los ideales modernos que hemos llamado postmodernidad. Memoria de Occidente se inscribe así en el debate sobre la postmodernidad, pero para señalar las raíces del asunto. La crisis viene de lejos. Lo que toca es comprender la crisis del proyecto ilustrado. El universalismo europeo ha encubierto formas de dominación, deshumanización y aniquilación de la diferencia. Se esperaba libertad y mayoría de edad de la humanidad y vinieron procesos de despersonalización y colonización del mundo de la vida. Su universalidad se ha mostrado entonces particular. La fragmentación de la unidad de sentido en múltiples esferas de valor y racionalidades autónomas desemboca en un regreso de los mitos particulares, de la proliferación de dioses privados hechos a medida.

Ante ello han encontrado formulación dos posiciones. Primero, la de los dialécticos de la Ilustración: el fracaso moderno no es un destino, hay recursos procedentes de Atenas y de la Ilustración para corregir el rumbo y seguir adelante con la modernidad. Segundo, el festejo postmoderno del polimitismo.10Si a principios de siglo Max Weber constataba la ausencia de valores que reunificasen la cultura y veía emerger nuevos mitos del seno del mundo desencantado, el cortejo postmoderno da la bienvenida al despido de las exigencias éticas incondicionales. La postmodernidad pone el sello al acta de defunción del universalismo.

Frente a estas dos grandes posturas dominantes, el pensamiento de Reyes Mate es una alternativa. Es cierto que el desengaño de los «grandes relatos» no es infundado. El universalis-

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