El reto del trabajo

AutorRafael Rodríguez Prieto
Páginas45-83
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CAPÍTULO 2.
EL RETO DEL TRABAJO
La irrupción de Internet en la mayoría de los ámbitos
de la vida social ha tenido una relevante influencia en la
transformación de todo tipo de relaciones. La propia forma
en la que nos relacionamos con nuestro entorno es el primer
ejemplo de ello. Los dispositivos móviles que llevamos a to-
das horas son mucho más que un teléfono móvil. Este objeto
se ha convertido en nuestra puerta a la Red. De hecho, de
acuerdo al informe La Sociedad de la Información en España
en su 16 edición” el teléfono móvil es el principal dispositivo
a través del cual los españoles entran en Internet (88,3% de
usuarios), superando por primera vez al ordenador16. Este
cambio supone un salto cualitativo real en lo que se refiere
a la penetración de Internet en nuestras vidas. Ya no se tie-
nen excusas para no contestar de inmediato un mensaje con
acuse de recibo automático. Además será susceptible de que
alguien le informe sobre la tienda más cercana donde comprar
o convertirse en un hábil agente al servicio de la Federación
Española de Fútbol (RFEF), para localizar a aquellos bares
16 https://www.fundaciontelefonica.com/arte_cultura/sociedad-de-la-
informacion/informe-sie-espana-2016/, consultado el 10/03/2018.
Rafael Rodríguez Prieto
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que emitan un partido sin pagar debidamente17. Como se ha
analizado en el capítulo anterior, somos datos y estos son
dinero. Mucho dinero. Y, por supuesto, control.
Y esta tecnología no solo nos sirve para participar en redes
sociales de forma más activa. Como consecuencia de la misma,
se aprecian cambios y nuevos modelos de negocio en áreas
vinculadas con la economía y el comercio. Podemos distinguir
tres formas principales de las que extraer plusvalía de la Red.
La primera sería aquella que nos convierte en mera fuentes de
datos, en la que el producto somos nosotros mismos, nuestra
vida, como una suerte de productora de comportamientos
que puede monetizarse; una segunda, gracias al comercio
convencional en la Red y a las facilidades que ofrece, podemos
encontrar casi cualquier objeto o servicio y , al mismo tiempo,
desarrollar tareas que antes realizaban trabajadores y que hoy
hacen los consumidores (trasferencias bancarias o reservar un
vuelo); y la tercera, sería mediante lo que se ha denominado
economía colaborativa, cuyo desarrollo en los últimos años y
efectos ha sido espectacular. A este tipo se dedicará este ca-
pítulo en el que se estudia el desafío de la Red al trabajo y, en
consecuencia, a los derechos laborales.
Nick Srnicek ha denominado “capitalismo de plataforma”,
para referir los sucesivos cambios que la digitalización ha gene-
rado en el modelo productivo (Srnicek: 2016, 37) dando como
producto una economía donde la tarea de intermediación pue-
de ser bastante discutible, tal y como que ha sido considerado
por los propios tribunales de justicia. Las plataformas como
Uber o Airbnb ejemplifican estas transformaciones con sus
consecuencias en diferentes ámbitos de la realidad, entre los
17 El 11 de junio de 2018, la Agencia Española de Protección de Datos
(AEPD) anunció la apertura de actuaciones previas de investigación de oficio
sobre la aplicación oficial de la liga de fútbol que dispone de un sistema para
tener acceso al micrófono y a la geolocalización de los teléfonos móviles de
los usuarios.
Retos jurídico-políticos de Internet
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que sobresalen tanto el sociolaboral como el empresarial. Las
plataformas de intermediación servicios como las mencionadas
facilitan el contacto entre particulares para algún fin. En el
primer caso, se trataría de aprovechar el uso de automóviles y
en el segundo de alojamientos en domicilios particulares. Se
supone que en este modelo de negocio dos individuos se ponen
de acuerdo para compartir un bien, a través de una plataforma
en Internet.
Estas plataformas han generado una enorme polémica. Por
un lado, sus partidarios consideran que benefician el tejido
económico y a sus usuarios. Se entiende que ayuda a dinami-
zar sectores muy anquilosados, que disfrutan de una serie de
privilegios que limitan la productividad y que condenan a los
consumidores a servicios extremadamente rígidos o caros. Se
presume que estos negocios ayudan a mejorar los precios y la
atención al usuario. En resumen, fomentan la libertad econó-
mica y la competitividad, además de ser un motor de dinami-
zación, insertándose plenamente en la idea de emprendimiento
o de empresario de sí, que es capaz de producir su capital
(Armesilla: 2017, 35). Prueba de ello es la forma en que una
de las empresas del sector más exitosas –Deliveroo– recluta a
sus riders: se les ofrece total flexibilidad y se apela a la idea de
ser empresarios de sí mismo o su propio jefe.
Los detractores de estos negocios, por el contrario, estiman
que estas plataformas son empresas que prestan en realidad
servicios, que en el caso de Uber o Arbnb serían de transporte
o de alojamiento. Gozan de un ventajismo que les permite no
atender debidamente a sus obligaciones tributarias, precarizan
el trabajo y además denigran sectores importantes de la activi-
dad económica. En definitiva, desde esta perspectiva suponen
un ataque al Estado social.
¿Pero qué es la economía colaborativa o cuánto tiene de
colaborativa este modelo sustentado en una plataforma en In-

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