EL Sistema Terrateniente: racionalidad rentista en la España meridional y fracaso de las rentas feudales en la España septentrional

AutorEnrique Prieto Tejeiro
Páginas21-105

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Hemos propuesto el concepto de sistema terrateniente para intentar definir el modelo social y económico que, desde mediados del siglo XIX hasta bien avanzado el XX, domina en España. J.M. Naredo, en un libro admirable por su concisión y por el contingente de ideas que aporta para comprender la estructura agraria española, La evolución de la agricultura en España, acuña un concepto mediante el que intenta denotar la peculiaridad de la agricultura española a lo largo de un período coincidente aproximadamente con el citado: agricultura tradicional. Sin embargo, se trata de dos conceptos muy distintos en cuanto a su contenido y a su propósito.

Los elementos que Naredo estima como centrales de la agricultura tradicional serían los siguientes:

Coexistencia de la pequeña y la gran explotación como base de la estabilidad del sistema.

- Coexistencia de categorías económicas capitalistas con categorías económicas precapitalistas, particularmente, del trabajo asalariado (minoritario) con el trabajo familiar (mayoritario).

- Presencia de mano de obra abundante y barata que impide la penetración de la mecanización.

Ya he manifestado la disconformidad con el punto primero y último de Naredo con cierta reiteración en otro lugar16, y sóloPage 22 voy a aportar aquí algún argumento complementario. La coexistencia entre la pequeña y la gran explotación agrícola es un eufemismo que no tiene en cuenta lo que se oculta bajo la tradicional denominación de latifundio y minifundio. En el conjunto del país predomina la pequeña explotación y sólo existe gran explotación en algunas áreas concretas en las que se ha implantado una agricultura de exportación, como es el caso de la viticultura andaluza, o donde la relación con el mercado urbano es importante. El resto de las explotaciones son de pequeño tamaño, independientemente de la estructura de la propiedad, que, también hay que resaltarlo, no se encontraba interpenetrada. Es decir, que en el área latifundista no había apenas minifundio y a la inversa.

En relación con la baratura y abundancia de la mano de obra ya he expuesto igualmente mi opinión al respecto: la mano de obra en términos relativos, e independientemente del bajo patrón de vida existente, era cara. Su abundancia ya hemos visto que es objeto de contradicción con la opinión de los coetáneos que se quejan de la escasez endémica de brazos en la segunda mitad del siglo XIX.17

Por lo que se refiere a la coexistencia entre el trabajo familiar y el trabajo asalariado, basta recoger los datos empleados por el propio Naredo para advertir que no eran comparables cuantitativamente: en la Encuesta Agraria de 1964, cuando el sistema terrateniente ya había periclitado prácticamente, es patente aún como el trabajo asalariado en la agricultura es poco significativo en relación con el trabajo familiar18.

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En cuanto a los elementos sustanciales que definen al sistema terrateniente podríamos sintetizarlos así:

Es un sistema basado en la racionalidad rentista, como resultado de la hegemonía de los propietarios territoriales y del consiguiente predominio de la renta sobre la ganancia.

- El doble monopolio territorial se acentúa a medida que el sistema se consolida, y la renta se refuerza. Las desamortizaciones incrementaron el monopolismo y acentuaron la concentración territorial.

- La clase terrateniente impone, desde la reestructuración del Estado decimonónico y su control absoluto, un sistema de extracción del excedente económico que, sin perder su carácter feudal, concuerda con la concentración del poder.

El trabajo no es tan abundante ni tan barato como el modelo de la agricultura tradicional presupone.

- La composición orgánica del capital (la mecanización) en la agricultura no aumenta porque el capital invertido en el sector se ve impotente para obtener la ganancia media, parte de la cual es absorbida monopolísticamente por los terratenientes, pasando así a convertirse en renta propiamente dicha.

En el sistema terrateniente la renta absoluta frena el desarrollo de las fuerzas productivas, no sólo en la agricultura sino también en el conjunto del sistema económico. La industria es incapaz de lograr acumular en términos semejantes al resto de los países europeos más avanzados, porque, el proteccionismo impide la atenuación de la renta territorial y encarece los bienes-salario excesivamente, haciendo imposible la desvalorización de la fuerza de trabajo, es decir, laPage 24 producción de plusvalor relativo al descender los salarios relativos.

El origen del modelo terrateniente se articula en torno a la transformación del sistema de extracción de excedente económico, que sin modificar su naturaleza feudal, lo adapta a la nueva situación histórica. El incremento de las necesidades de los terratenientes y el recorte de sus rentas impulsó la reestructuración del viejo régimen de explotación mediante un extenso e intenso proceso de confrontación social del que surge una estructura social en la que, si bien no se van a sustituir completamente las relaciones de producción feudales y a consolidar el capitalismo, tendrán lugar cambios de trascendental importancia en relación con la forma anterior del feudalismo peninsular a lo largo del Antiguo Régimen, vigente hasta comienzos del siglo XIX sin alteraciones dignas de consideración en su estructura fundamental.

De un lado, la crisis permanente del Estado ocurrida durante las décadas finales del siglo XVIII y principios del XIX, mermaron palpablemente la posición de la clase feudal y afectaron seriamente a su nivel de rentas al fortalecer la posición de los campesinos. Esta variación de la correlación de fuerzas entre las clases cristalizó a partir de la Guerra de la Independencia, cuando la crisis de la Monarquía absoluta alcanzó su momento más agudo.

La crisis de la Monarquía absoluta española se convirtió en quiebra definitiva como consecuencia de la actitud de los nobles y del alto clero durante la invasión francesa. El aparato del Estado feudal se desmoronó y el poder se diluyó entre las instituciones creadas desde la base del pueblo con la finalidad de resistir a los franceses -juntas- y las instituciones tradicionales que se encontraban literalmente rotas, e, incluso, se popularizó en algunos lugares al arraigarse las nuevas instituciones en una poblaciónPage 25 de campesinos que se resistían a la invasión y, sobre todo, a los desmanes que la francesada cometía por doquier.

La pérdida de poder de la aristocracia fue patente, pero a la vez sirvió para crear las condiciones precisas que favoreciesen la aparición de un nuevo Estado capaz de representar Ínstitucionalmente los intereses de clase de los grandes propietarios, por encima de los particularismos subsistentes en el sistema feudal español que dificultaban notablemente la acción de un Estado centralizado.

A. Miguel Bernal confirma la caída de las rentas desde finales del siglo XVIII hasta medidos del XIX: "...la impresión dominante es la de caída de la renta, al menos hasta 1837-1845, según los casos. A partir de ahí, la recuperación se inicia de manera acelerada adquiriendo ritmo vertiginoso en las décadas de 1850-1866, momento que marca uno de los puntos culminantes del lati-jundismo andaluz: la demanda de tierra y de grano, bajo la presión demográfica que Andalucía conoce, por entonces al máximo, unida a otros factores tales como la guerra de Crimea, la mayor vertebración del mercado nacional, la reanudación de las relaciones cono los países americanos independientes y reforzamiento de las ya habidas con las colonias, fueron incidencias no extrañas al crecimiento de la renta apuntado"19.

Estando plenamente de acuerdo con los datos aportados por Bernal relativos a la caída de la renta y a sus fechas, no coincido en las causas a que atribuye esta caída, las influencias exteriores y los factores demográficos, que sin duda tuvieron su importancia, no deben superponerse a los problemas derivados de la estructura social y productiva, que me parecen más relevantes.

Correspondería al absolutismo fernandino, en primera tenta-Page 26tiva, y al liberalismo de la época isabelina, en segunda, la misión histórica de recomponer la situación, aunque las cosas ya nunca volverían a ser igual que antes de la crisis de la Monarquía absoluta. En el reinado de Fernando VII se realizaron los primeros tanteos encaminados a recuperar los niveles de extracción de excedente que la clase señorial estaba habituada a alcanzar antes de la larga crisis general finisecular, pero los resultados obtenidos en este período no permitieron el restablecimiento del sistema de extracción de excedente anterior.

Una vez agotada la vía absolutista, la aristocracia terrateniente se aprestó a la tarea de sentar las bases de lo que aquí hemos denominado sistema terrateniente, cuyo objetivo era fortalecer la hegemonía de los propietarios territoriales en la estructura social como punto de partida para perpetuar su dominación social sine die.

La crisis de la Monarquía absoluta había dejado maltrecho al Estado feudal y era preciso recabar fondos de inmediato para evitar la bancarrota y su descomposición total. En adelante, el Estado sería el garante de los intereses colectivos de la clase propietaria y su saneamiento se convertiría en la principal preocupación de los Gobiernos, cualquiera que fuese su signo político, porque su recuperación era la de la clase que lo alentaba. Era necesario elevar al Estado como bastión inexpugnable frente a la creciente y alarmante insurrección campesina -carlismo- que cruzaba el país de punta a punta.

Incrementar las rentas era el único recurso real al que se podía acudir para fortalecer económicamente al Estado. La estructura productiva del país no disponía de otros resortes que las explotaciones agrarias precapitalistas de donde proveerse de los medios necesarios para sostener un aparato del Estado al borde del colapso. La relación de la agricultura con la industria era de cinco a uno en cuanto al...

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