Regnícolas contra provincialistas. Un nuevo acercamiento a Cádiz con especial referencia al caso de la Nueva España

AutorRafael Estrada Michel
CargoDoctor en Derecho por la Universidad de Salamanca
Páginas125-148

Rafael Estrada Michel

    Doctor en Derecho por la Universidad de Salamanca. Profesor Titular de la Universidad Iberoamericana, Santa Fe, Ciudad de México. Investigador de la Fundación Humanismo Político.

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Para mi maestro, Benjamín González Alonso

  1. Los reinos indianos hicieron su aparición constitucional panhispánica en las Cortes de Cádiz. Esta idea sorprendente, fundada no en el análisis de un hipotético austracismo americano pretendidamente apreciable a principios del Ochocientos, sino en el acercamiento a fuentes documentales de extraordinario valor tales como el Diario de sesiones de las Cortes generales que se reunieron a partir de 1810 en el puerto andaluz, permite admitir que si bien es cierto que en determinados temas (la igualdad de los dos pilares continentales de la Monarquía española, los derechos y la consideración de las castas afroamericanas, la creación de Secretarías de Estado y de despacho ad hoc para las Indias, la conformación paritaria del Consejo de Estado, etcétera) el reducido grupo de parlamentarios americanos actuó como un todo compacto y homogéneo1, en otros asuntos (y la lista no es en forma alguna pequeña), las diversas concepciones de lo que debía ser la articulación político-constitucional del territorio de las Españas provocaron que el grupo indiano se dividiera en dos fracciones: la regnícola y la provincialista. Una división esta última que, de hecho, explicará el fracaso de la fracción ultramarina en su intento por evitar, en el seno de aquellas Cortes constituyentes, lo que Marta LORENTE ha llamado la "expulsión de América" con respecto al conglomerado que constituía la Monarquía Católica.

  2. Pero vayamos por partes. Parece inocultable el hecho de que la América española participó de un regnicolismo semejante al que campeó en Europa durante el período dualista pre-estatal2. Regnicolismo tardío, sin duda, y más si se considera que coexistió con el precoz proceso de consolidaciónPage 126 estatalista en el Nuevo Mundo3, pero regnicolismo solidamente fundado en la presencia de figuras que, a manera de personalidades alternas a la del Rey4, expandían el poder y la influencia de grandes centros de capitalidad local -en forma alguna elegidos al azar- a amplísimos territorios multiprovinciales (y en ocasiones multirregnícolas5) que ni siquiera con la particularista reforma intendencial de fines del Setecientos perdieron totalmente sus sellos de identidad y pertenencia. Así, por ejemplo, el reino de México continuó identificándose confusamente con las fronteras de un extensísimo Virreinato, el de la Nueva España, o con los aún más difusos confines de una América que se decía "septentrional"6.

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  3. Las figuras del superior gobierno7 -ante todo, Virreyes y Capitanes generales- resultaron más atractivas para el reformismo español de lo que en ocasiones la historiografía ha estado dispuesta a admitir. No veo razón alguna para no aceptar que el mantenimiento de la calidad regnícola de ciertos territorios indianos formó parte de esa fracción del compromiso criollo que, como ha mostrado Carlos GARRIGA8, la administración carlotercerista estuvo dispuesta a mantener. Dieciochescas son la creación de los Virreinatos de Nueva Granada y del Río de la Plata, así como la planta de Audiencia y Capitanía general en Caracas. Por si fuera poco, la salida que las más lúcidas mentes oficiales del período contemplaron como única viable ante la crisis que, tras la convulsión que representó la Independencia de las trece colonias angloamericanas en el Norte del Continente9, amenazaba con desmembrar la Monarquía indiana, fue una salida de corte regnícola.

  4. En efecto, el Conde de ARANDA en su controversial Memorial de París de 178310 plantea consolidar las estructuras virreinales americanas en tres reinos encargados a sendos infantes establecidos en las cortes de México, Perú y Costafirme, dejando al Rey de España el título de "Emperador" y considerándose "las cuatro naciones como unidas por la más estrecha alianza ofensiva y defensiva para su conservación y prosperidad". La consigna es clara: ante la patente imposibilidad de extender el naciente espíritu nacional español hacia tierras que distaban más de dos mil leguas de la Península, convenía utilizar los seculares armazones regnícolas como instrumentos para la canalización de un sentimiento de pertenencia ya no a España sino a un mundo hispánico (y la afirmación en la pluma de un aragonés no resulta en absoluto inocua) integrado, según se reconocePage 128 expresamente, por un puñado de naciones diversas11. Los infantes y los lazos dinásticos lucen entonces más convenientes para el cumplimiento de tales objetivos que la operación administrativa de los virreyes, algunos de los cuales comenzaban a suscitar suspicacias en lo referente a su fidelidad a la Corona.

  5. Tal fue precisamente el caso de Bernardo de GÁLVEZ, virrey de la Nueva España entre los años 1785 y 1786, quien, además de indultar a reos de pena capital como si poseyera una voluntad de corte regio, comenzó a construir un alcázar en una situación privilegiada que permitiría, a un tiempo, controlar militarmente la ciudad de México y establecer una corte en un palacio de estilo europeo. Por su parte el tío de Bernardo, el ministro José de GÁLVEZ, apunta claramente hacia el regnicolismo cuando, al alimón de su novohispana reforma de Intendencias, estructura en una Comandancia general a las enormes Provincias internas del norte de México, colocando las bases para lo que a buen seguro contemplaba como un posible quinto Virreinato, el neovizcaíno.

  6. Con la creación de la Comandancia general de las Provincias internas en virtud de Real cédula fechada el 22 de agosto de 177612, el comandante general comenzará a ejercer el superior gobierno con independencia del Virrey de Nueva España, pero lo hará por poco tiempo ya que el Virrey logrará que se reconozca su superioridad sobre la comandancia (1785) y que ésta se divida en dos (1787): Oriente, integrada por Coahuila, Nuevo Santander, Nuevo Reino de León y Texas, y Poniente, conformada por las dos Californias, Nuevo México, Sonora y Sinaloa y la Nueva Vizcaya13. En 1792 volverán a fusionarse las comandancias y se les devolverá su independencia14, pero entre 1804 y 1811 se les vuelve a dividir y se las sujeta de nuevo al control novohispano15. El desarrollo del capítulo puedePage 129 conducir a la apresurada conclusión de que el reformismo borbónico procuraba deshacerse de la cada vez más molesta realidad regnícola mexicana. Nos hallamos, más bien, frente a la colisión entre dos estructuras poseedoras de identidades potencialmente nacionales: el casi tres veces centenario reino de México y el ciertamente frustrado16, pero anhelado aún en la antesala de la Independencia17, Virreinato norteño, estructura integrada por una decena de provincias distintas organizadas en una situación muy similar a la que guardaba, en buena medida merced a los oficios del propio ministro GÁLVEZ, la "importante y dilatada monarquía de la Nueva España..."18.

  7. Convencido de que no podría alcanzar el éxito el intento de FLORIDABLANCA y CAMPOMANES por lograr expandir el nacionalismo español hacia tierras ubicadas en cuatro masas continentales creando un sólido y panhispánico cuerpo de nación al enviar funcionarios peninsulares a gobernar las Américas y funcionarios criollos a hacer lo propio en la España europea19, Manuel GODOY propondrá al rey CARLOS IV una salida de reinos pretendidamente menos radical (y "menos francesa", según su dicho) que la de ARANDA20: "nada de enajenar un palmo tan siquiera de aquel glorioso y rico Imperio de las Indias; nada de quitar a la Corona augusta de Castilla lo que le daba tanto lustre, tanto poder y tanto peso entre los demás pueblos de Europa"21. Para ello había de elaborar un plan que no cuestionara la preeminencia del Rey de España en los reinos americanos, pero que abriera de algún modo para estos la posibilidad de un efectivo autogobierno.

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  8. El proyecto o "gran medida" del favorito "es de 1804, y su autor lo sintetiza en determinada página de sus 'Memorias', a saber: 'Mi pensamiento -dicefue que, en lugar de Virreyes, fuesen nuestros infantes a la América; que tomasen el título de Príncipes regentes; que se hiciesen amar allí; que llenasen con su presencia la ambición y el orgullo de aquellos naturales; que les acompañase un buen Consejo, con ministros responsables; que gobernase allí con ellos un Senado, mitad de americanos y mitad de españoles; que se mejorasen y acomodaran a los tiempos las leyes de las Indias, y que los negocios del país se terminasen y fuesen fenecidos en Tribunales propios de cada cual de esta regencia, salvo sólo aquellos casos en que el interés común de la metrópoli y de los pueblos de América requiriese terminarlos en España'"22. Todo, pues, ordenado a reconocer que en Indias existían por lo menos cuatro reinos (los cuatro Virreinatos vigentes) acreedores a una regencia principesca, a un "buen Consejo" independiente del real y metropolitano, a un Senado paritario y a una autonomía jurisdiccional casi absoluta. CARLOS IV halló "excelente" el proyecto, pero vaciló al momento de ponerlo en práctica pues el Reino Unido había roto hostilidades con España (diciembre de 1804) y la posibilidad de que uno de los infantes fuera hecho prisionero en el transcurso de su viaje atlántico le aterraba. Dos años más tarde, acicateado por la invasión inglesa a Buenos Aires y por la expedición de MIRANDA a Coro, el rey consulta con diversas autoridades eclesiásticas la conveniencia de enviar infantes hacia América en calidad no ya de "regentes" sino de "virreyes":

  9. Habiendo visto por la experiencia que las Américas estarán sumamente expuestas, y aun en algunos puntos imposible de defenderse por ser una inmensidad de costa, he reflexionado que sería mui político y casi seguro establecer en diferentes puntos de ella a mis dos Hijos menores, a mi Hermano, a mi Sobrino el infante Dn...

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