Derechos de propiedad intelectual. Reflexiones sobre su naturaleza e importancia

AutorKarl F. Jorda
Cargo del AutorProfessor of Intellectual Property Law Franklin Pierce Law Center, Concord, New Hampshire, EE.UU.
  1. INTRODUCCIÓN

    En la actualidad vivimos en una «Edad de Oro» de los derechos de propiedad intelectual, en general, y de las patentes, en particular. La solicitud y concesión de patentes se están disparando, hasta el punto de que se habla de una «revolución», «explosión» o «desenfreno». En 1999, la Oficina de Patentes y Marcas de los EE.UU. concedió más de 168.000 patentes, más del doble que en 1980.

    Las empresas se basan hoy más que nunca en una tecnología patentada. El ritmo de innovación en América aumenta. «Las nuevas ideas se fomentan en América como en ningún otro sitio del planeta» (U.S. News & World Repon, 4-1-1999, pág. 40). «Los empresarios estadounidenses dominan una era de prosperidad sin precedentes» (USA TODAY, 30-7-1999, pág. Bl). El lema es «Innovar o perecer». Los beneficios obtenidos por las licencias de patentes han alcanzado o excedido los mil millones de dólares en empresas como TI, IBM, y más de 100.000 millones de dólares en toda la industria estadounidense.

    Las universidades tampoco han querido permanecer al margen. En 1997, por ejemplo, recibieron 11.303 revelaciones de invenciones de su personal docente, presentaron 4.267 nuevas solicitudes de patente y obtuvieron 2.645 patentes. Más de 1.000 productos comerciales han sido desarrollados con licencia de las universidades, lo cual representa para la economía 250.000 puestos de trabajo y 30.000 millones de dólares al año (LER, feb. 1999, pág. 11).

    Los tribunales les leen la cartilla a los infractores y les obligan al pago de indemnizaciones por daños y perjuicios millonadas, al estimar actualmente que las patentes son válidas con más frecuencia. «El reciente fallo del caso Litton contra Honeywell, de 2.000 millones de dólares, es un buen ejemplo de esta tendencia» (Insight Press flyer, febrero 1999). Ya no resultan extrañas las condenas preliminares ni los daños triplicados, ni se suspenden las condenas en el transcurso de las apelaciones.

    Así pues, las patentes son hoy jurIdicamente más eficaces, y las infracciones ya no resultan rentables, como lo eran antes, cuando, si por casualidad la patente era respaldada por una sentencia, únicamente se determinaban los daños y perjuicios razonablemente derivados del impago de derechos. Además, existen otras diferencias sustanciales entre el presente y el pasado (los 60 y los 70).

    Incluso nuestro Ministerio de Justicia ha dado un cambio radical en su postura respecto de las patentes y de las licencias. Según sus «Directrices antimonopolio para la licencia de propiedad intelectual» de 1995, «la propiedad intelectual (es) comparable a cualquier otra forma de propiedad», además no se puede presumir que «la propiedad intelectual genere un control del mercado» y «la licencia de la propiedad intelectual promueve normalmente la competencia». ¡Qué contraste con su anterior hostilidad hacia las patentes, cuya culminación se apreciaba en la presunción absoluta de que una patente confería un poder de monopolio, y que al menos nueve restricciones usuales a las licencias («nine nono's») eran per se ilegales!

  2. PREMISAS Y TÓPICOS SOBRE LA NATURALEZA E IMPORTANCIA DE LAS PATENTES

    1. Un sistema de propiedad intelectual debería formar parte de la infraestructura básica

      Robert M. Sherwood (Consejero de Operaciones Internacionales en Washington) concluye en su libro Intellectual Property and Economic Development (Westview Press, 1990) que el sistema de patentes debe integrarse en la infraestructura de un país desde un primer momento, y no desde el momento en que se alcance un estado de desarrollo avanzado:

      Aunque en buena parte resulte invisible, un sistema de propiedad intelectual que proteja la innovación y la expresión creativa puede considerarse como una útil condición previa para la creación y el uso de una nueva tecnología que estimule el crecimiento económico y fomente el desarrollo. Desde este punto de vista, el sistema de protección de la propiedad intelectual puede considerarse como una parte valiosa de la infraestructura de un país.

      El concepto de infraestructura ha resultado útil a la hora de examinar el desarrollo económico. Entre las condiciones previas consideradas beneficiosas para el desarrollo se encuentran las carreteras, la irrigación, el alcantarillado, los colegios, el suministro de agua, la sanidad y las instalaciones eléctricas. Por este motivo se le concede prioridad a la creación de infraestructura

      (pág. 6).

      Además, Sherwood afirma:

      Se sostiene que considerar la protección de la propiedad intelectual como un aspecto importante de la infraestructura de un país centraría la atención y el análisis en su papel en el proceso de desarrollo económico más que en conflictos comerciales

      (pág. 5).

      En este sentido, se debería tener en cuenta que la protección de las patentes precedió al desarrollo industrial moderno en la mayoría de los países actualmente desarrollados e industrializados, que en su momento eran todavía países subdesarrollados.

    2. No existen alternativas viables

      Los sistemas de patentes modernos y sólidos, según el modelo de la Unión Europea, resultan de interés para todas las naciones, incluidas las más pequeñas y también las menos desarrolladas. Por esta razón se están adoptando universalmente, lo cual no es de extrañar.

      Muchos países asiáticos y del este de Europa han establecido o reforzado sus sistemas de propiedad intelectual antes de la era del GATT-AD-PIC sin verse influidos por presiones externas. ¿Por qué? Porque han llegado al convencimiento de que tales sistemas redundarían en su propio beneficio.

      Por ejemplo, un alto funcionario del gobierno indonesio hizo las siguientes declaraciones en un seminario al que asistí hace unos años en Yakarta, cuando yo trabajaba como asesor de la Oficina de Marcas, Patentes y Derecho de Autor, y colaboraba en la puesta en marcha de su primer sistema de patentes:

      La necesidad de ampliar nuestros conocimientos y de mejorar nuestro desarrollo y dominio tecnológico obliga a una mayor disponibilidad de información tecnológica a través del desenvolvimiento del sistema de patentes. Sólo mediante la ampliación del conocimiento y el incremento del dominio tecnológico podremos llevar a cabo con eficacia el proceso de transferencia de tecnología así como la resolución de problemas afines.

      Especialmente en la actualidad, no podemos pasar por alto el papel cada vez más importante que desempeña la propiedad intelectual en los mercados internacionales.

      El futuro desarrollo económico del país se centrará cada vez más en el sector industrial dirigido a las exportaciones, lo que hará necesario, obviamente, el acceso a mercados internacionales. Sólo se podrá conseguir tal acceso con nuestra participación en acuerdos mutuos en el ámbito de la propiedad intelectual, mediante el amparo legal suficiente, eficaz y recíproco.

      La situación actual, en que la propiedad intelectual adquiere mayor valor e importancia, nos muestra un marco muy diferente al de los años 50, 60 e incluso 70.

      En mi opinión, estas afirmaciones, y otras parecidas que oí en posteriores viajes a Corea y Malasia, son muy positivas, modernas y a la vez sorprendentes, ya que hasta 1991 no hubo un régimen de patentes en Indonesia. Además, tienen una gran relevancia en otros países en vías de desarrollo, porque existe un considerable paralelismo entre muchos de ellos e Indonesia.

      De hecho, estamos en el siglo XXI y no en los años 60 ó 70 del siglo pasado, y hoy en día todos vivimos en un mundo cada vez más pequeño y más interdependiente, es decir, vivimos en una «aldea global».

      Por otra parte, no existe ningún país en donde se hayan abolido los sistemas de patentes, aunque los profesores Melman y Machlup, famosos economistas de los 50, tras revisar el sistema de patentes americano en un estudio encargado por el Congreso de los Estados Unidos, llegaron a la siguiente peregrina conclusión: «Si no tuviésemos un sistema de patentes, dado nuestro conocimiento actual y sus consecuencias económicas, sería una irresponsabilidad recomendar su creación.»

      Sin embargo, el régimen de patentes ha sobrevivido a los profesores Melman y Machlup y a otros críticos de ideas similares. Es raro que hoy se critique dicho régimen, y conclusiones como las de estos dos profesores parecen un chiste. Los profesores Mansfield y Scherer, célebres economistas contemporáneos, jamás harían afirmaciones semejantes.

      Para Mansfield, el régimen de patentes es un instrumento muy importante en lo que concierne al desarrollo económico, ya que la inversión en investigación y desarrollo depende siempre del grado de protección de la propiedad intelectual y, dada la estrecha relación entre innovación industrial y crecimiento económico, resulta indispensable para los países industrializados, y también para aquellos en vías de desarrollo, un grado de protección de la propiedad intelectual...

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