Reflexión final

AutorFrancisco José Lama García
Páginas131-132

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Desde el periodo de la guerra civil de 1936, España no ha sufrido una crisis tan extensa como la actual que ya dura ocho años. Las consecuencias sobre las estructuras laboral, demográfica y social son profundas y de resultado incierto.

La formación continua se encuentra en pleno proceso de revisión debido a un nuevo contexto en las relaciones laborales, en las herramientas de cualificaciones y certificaciones profesionales, en la formación programada por las empresas, en los nuevos criterios del Ministerio de Empleo y Seguridad Social y en las sucesivas reformas que darán una vuelta a las reglas de juego de la Formación Profesional para el Empleo.

¿Han servido los fondos gastados para los fines propuestos? ¿Además de su ejecución y justificación, hemos evaluado sus resultados?

Lamentablemente, tras 20 años de formación continua, pocas han sido las iniciativas en esta dirección. Un informe de la consultora Adecco Training (Herencias, 2014) expone que las empresas consultadas reconocen que los métodos y herramientas utilizados para la medición resultan deficitarios y que el método habitual para medir el éxito de un programa se basa en la opinión de los participantes.

Los propios informes de la Fundación Tripartita (2012; 2013a) ponen de manifiesto que lo que se evalúa es básicamente la ejecución y la satisfacción de los participantes.

La consecuencia de esta limitación es que se genera un modelo de formación preocupado fundamentalmente por el número de acciones formativas desarrolladas, el número de participantes o los indicadores de satisfacción. Si alguno de estos parámetros, como es el caso de la justificación de fondos, se ve comprometido, el resultado es que se cuestiona el sentido y pervivencia de la propia formación.

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Otro modelo de formación es imposible si se asume la formación como un bien indiscutido y en consecuencia se garantiza la financiación de la misma sin la obligación de justificar la necesidad, ni concretar o probar su utilidad.

Desde nuestro punto de vista la transformación más importante y eficaz del modelo de formación debe venir de la mano de la superación de la evaluación como mera comprobación de la ejecución, y pasar a una evaluación de la transferencia y del impacto. La formación corporativa sólo adquiere valor si se aplica en el puesto de trabajo. Una formación valiosa no puede quedar confinada al aula y necesita impactar sobre la realidad de los propios puestos de trabajo.

La evaluación...

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