Recensión a la obra Razones y sinrazones para una criminología feminista, de María Luisa Maqueda Abreu, MADRID, 2014
| Autor | Alfonso Serrano Maíllo |
| Cargo | Universidad Nacional de Educación a Distancia |
| Páginas | 339-348 |
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La producción criminológica española de calidad no es abundante, de modo que la presente contribución de la profesora María Luisa Maqueda Abreu debe ser recibida con satisfacción. Existe una vieja distinción entre criminología crítica y criminología positiva mayoritaria que ha sido contestada, pero que a mi juicio, con todos los peros y matices que se quieran tanto respecto a éste como a todos los etiquetados en general, sigue siendo válida, desde luego en nuestro caso. El motivo de esta aprobación reside en la definición de la Criminología como una disciplina pluriparadigmática (Kuhn, The structure of scientific revolutions, 3.ª ed., 1996, pp. 10, 15, 18-19, 23, 43-44 y 182-191 sobre todo, así como p. Xi sobre la coexistencia contemporánea de más de un paradigma). Asimismo debe concederse que este planteamiento no agota la riqueza de las ciencias criminales y no niega que cada una de estas tradiciones sea extremadamente heterogénea en su seno, aunque sí que exista entre ellas una zona común. La Criminología feminista es un movimiento muy heterogéneo, de modo que aunque sus posiciones se ubican mayoritariamente bajo el paraguas de la varia tradición crítica, existen excepciones. La obra Razones y sinrazones parece decantarse por la primera opción si se observa verbigracia su insistencia, pese a su énfasis en el género, en que las fuentes de la discriminación son diversas, por ejemplo en la cita de Kee acerca de «arraigadas distinciones sociales y políticas entre sexos, razas o clases»
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(p. 277, énfasis añadido). Si se concede este carácter pluriparadigmático de nuestra disciplina, entonces existe un claro peligro de confusión cuando se trata de valorar una perspectiva desde otra orilla. No sólo eso, el delito puede verse como un campo en el sentido de Bourdieu, que no es otra cosa que un escenario de conflicto (Serrano Maíllo, La estructura de la teoría criminológica contemporánea, 2008, pp. 73-76). Y este conflicto no sólo tiene lugar al hilo de ideas abstractas, sino por financiación, prestigio, influencia... Y, en el caso de España, por sexenios, acreditaciones y cátedras. Los rechazos a la Criminología mayoritaria son bien conocidos (Young, The criminological imagination, 2011, p. 197). Desde las filas más positivistas, Mario Bunge, por ejemplo, mantendría que mucho de lo que pasa por Criminología crítica es sencillamente pseudociencia y tiene consecuencias dañinas («Cientifismo», conferencia pronunciada en el Departamento de Derecho penal y Criminología de la UNED, en
La monografía que aquí nos ocupa se encuentra organizada en torno a dos bloques. El primero realiza un «recorrido por los discursos criminológicos acerca de las mujeres» (en el área de las causas del delito) y comienza apuntando a «La complicidad de la Criminología en un control de género»; mientras que en la segunda parte se pasa «De la teoría a la práctica» y se presenta una extensa parte empírica tanto a partir de datos oficiales cuantitativos como de análisis de sentencias. En todo momento la autora realiza un esfuerzo bibliográfico en unos campos varias veces inabarcables. Además, el mismo es útil para la argumentación y para el lector curioso o crítico en cuanto que se hacen constar los números de las páginas relevantes de cada referencia bibliográfica. Mediante este proceder se remite a otros argumentos que se incorporan al texto principal, se refuerzan los propios, se facilita que el lector satisfaga su deseo de profundización, etc. En mi caso, la principal razón para mencionar las páginas de los trabajos es que se gana en precisión: muchas veces en que me he levantado a consultar una publicación he comprobado que no sostenía exactamente lo que yo pensaba, cuando no se trataba de la postura opuesta -naturalmente, también se puede comprobar el pasaje y todavía así no hacer constar la página aunque se tenga delante. Existe en la Criminología nacional una tendencia a no tomarse esta molestia, una práctica que hasta hace poco era casi inexistente en las ciencias criminales españolas. Posiblemente se mantenga por parte de algunos colegas
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patrios que la Criminología positiva mayoritaria anglosajona no cita las páginas, pero entonces no se entiende por qué no se copian también prácticas valiosas desde un punto de vista científico. Quizá la idea de multi-disciplinariedad incluya tomar de las distintas tradiciones académicas lo que vaya resultando más cómodo. La monografía que aquí nos ocupa no sigue, afortunadamente, este camino fácil.
La lectura de Razones y sinrazones es cómoda y sugerente. El estilo de escritura de la profesora Maqueda es resuelto y con una elevada carga crítica. De estas consideraciones críticas no se libran ni el autor de Las formas elementales de la vida religiosa, la obra más importante de ciencias sociales de todos los tiempos (p. 42), como nos gusta decir a Goffman y, modestamente, a un servidor; ni un seguidor remoto como Hirschi (p. 70). En la literatura se puede encontrar un tipo de deconstrucción en la que se interpreta la estructura profunda de un escrito con la finalidad de comprenderlo mejor que su propio autor, que es una metodología legítima y bienvenida, aunque cuando adquiere tintes morales se aleja del postmodernismo, con su toque de solidaridad, que le subyace (Rorty, Contingeny, irony, and solidarity, 1989, p. 189).
El libro plantea la importante cuestión de cómo ciertas formas de saber confluyen con estrategias de control. Ello refleja un escenario sutil. En efecto, aunque no se define qué es la Criminología, se afirma que ésta contribuye o al menos...
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