Publicidad, seguridad y registro de la propiedad

AutorManuel Figueiras Dacal
Cargo del AutorRegistrador de la Propiedad
Páginas23-48

    La "publicidad" es la base de la confianza en el Mercado Inmobiliario, y el REGISTRO DE LA PROPIEDAD le proporciona "seguridad jurídica".


    La "optimización" del bienestar económico tiene firme apoyo en la "seguridad jurídica" que proporciona la "publicidad" del REGISTRO DE LA PROPIEDAD.


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1. Publicidad

La civilización jamás ha puesto tope a sus exigencias; pero, en la lista de necesidades inexcusables la seguridad ocupa siempre un lugar preferente. Cuanto mayor es el desarrollo demográfico y económico tanto mayor es la demanda de seguridad.

En todos los tiempos las necesidades han esclavizado al hombre, que como individuo aislado apenas puede superar las indispensables para subsistir, pero, como ser social ha sentido desde sus orígenes el impulso de organizarse al dictado de esas necesidades para aprovechar al máximo los descubrimientos científicos y tecnológicos que nos van a proporcionar en cada momento los medios para satisfacerlas. Por eso, la realidad social, siempre cambiante por el progresivo aumento del nivel de complejidad de las sociedades avanzadas, sigue necesariamente en su evolución los avances de la ciencia y exige un continuo proceso de reforma y modernización, en todos los campos; y, por tanto, también en el de la seguridad jurídica.

Pero, una perfecta gobernación de ese proceso cambiante no consiste, siempre, en imponer unas instituciones reguladas por "normas rígidas" (p. ej., la inscripción "necesaria" u "obligatoria") que, al anular las voluntades particulares, difícilmente se adaptan a las circunstancias de cada caso concreto, sino que, en la mayoría de los ca-Page 24sos, será preferible establecer unos "principios básicos" formulados como síntesis de los fundamentos sociales indispensables, al margen del sistema político o jurídico del momento, y dictar "normas vivas" que, sobre la base del reconocimiento de la dignidad de todos los hombres y, consiguientemente, admitiendo como punto de partida la iniciativa individual, permitan el libre ejercicio de todos los derechos, nacidos o por nacer, que merezcan ser debidamente protegidos y tutelados por el ordenamiento, sin perjuicio de orientarlos al "bien común" y de asegurar, en su caso, la imposición y aún la coacción externas únicamente cuando sean necesarias para mantener el "orden público" y para garantizar a todos un mínimo de bienestar.

El DERECHO y la ECONOMÍA regulan dos aspectos de la vida social siempre relacionados entre sí. Si es evidente que el comercio y la industria no pueden prosperar sin un elevado grado de credibilidad y confianza en la Justicia (reconocimiento de la propiedad privada, cumplimiento inexcusable de los contratos, obligatoriedad del pago de las deudas y de los compromisos firmes, garantías jurídicas de los créditos y de las inversiones,...), también es una realidad que la opinión favorable de los juristas en el proceso económico del momento es fundamental para procurar una buena acción de la Justicia. No obstante, a diferencia de la Ciencia Jurídica que, por su carácter tradicionalmente "conservador", intenta siempre, en un principio, adaptar los nuevos procesos sociales a formas jurídicas ya consagradas, procurando su encaje en las normas aplicables a instituciones ya tipificadas y respetando los derechos adquiridos en la anterior situación, en la Ciencia Socio-Económica los nuevos estudios doctrinales siempre tratan de influir en las futuras decisiones de gobierno, hasta el punto de considerarse que el valor de un determinado comportamiento político-económico vendrá medido, en buena parte, por lo que suponga de previsión "renovadora" de la situación actual que se intenta mejorar.

Pero, en realidad, sólo grandes excepciones históricas (John Maynard KEYNES o Milton FRIEDMAN) fueron capaces de influir con sus doctrinas económicas en la situación política de su tiempo con previsiones efectivas para un futuro más o menos próximo. InclusoPage 25 en la Ciencia Económica actual se abandona la predicción del futuro, que va a estar influido por causas cada vez más complejas e inciertas, para limitarse a explicar cómo funciona nuestro entorno social del momento.

Por eso, la actual economía llamada "de mercado", que funciona bajo el predominio de la tesis de la "no intervención", se basa exclusivamente en el principio del "equilibrio competitivo", erigido sobre la premisa de que el "hombre racional" debe aprovechar al máximo todos los recursos económicos de que pueda disponer para tratar de superarse individualmente, pero, sin olvidar el "principio de solidaridad" que viene impuesto por la Justicia social, (concepto acuñado por CASTÁN TOBEÑAS, Conferencia en la Apertura de los Tribunales, del año 1966), por lo que, en todo caso se debe proteger al económicamente débil y cooperar con los demás en la consecución del "bien común". La razón natural, como motor dirigente del desarrollo de las ciencias y de la solidaridad, debe ser el punto de partida hacia un futuro de "bienestar social", y por eso, si en lo jurídico también se ha de atender a lo ético, dictando normas que favorezcan especialmente a los más necesitados de protección, en lo económico siempre se ha de operar procurando adaptar todos los sectores productivos y de servicios a las exigencias de las necesidades de la sociedad.

En este orden económico natural se piensa actualmente que el "equilibrio ideal" que se establece por el principio de la "libre competencia" en los mercados, -según el cual las ofertas se equilibran por sí solas con las demandas-, no debe modificarse por la "política" si la intervención administrativa motiva el empeoramiento de la situación de algún sector. Y, hasta se llega a afirmar por los críticos que la mejor Ciencia Económica es aquélla que se aplica aislada de la Política, de la Historia y de la Cultura, que, como elementos contaminantes, contradicen su neutralidad objetiva.

Pero, si bien está claro que la Administración no debe sustituir al Mercado "libre", también lo está que no puede inhibirse por completo, y que su misión es, al menos, imponer el "orden de la competencia" y el respeto a la "igualdad de oportunidades". A partir de ahí sePage 26 inician las diferencias. Porque, si, como hemos dicho, es ineludiblemente necesario para todas las posiciones económicas el reconocimiento de una política social defensora de los valores individuales del hombre, hay opiniones muy diversas sobre cómo deben ser tratados los sectores de mayor importancia social, como son, p. ej., los "mercados del suelo y de la vivienda", en los que existen valores que "trascienden" de la simple actuación o consideración individualista y requieren una política de defensa de otros intereses superiores, ya no sólo de la familia, sino de la Sociedad en general. Y lo mismo ocurre en el "mercado financiero", de enorme importancia para el desarrollo social, ya que, además de su indudable papel en el marco de la macroeconomía de un país, incluso en la misma esfera individual está fundamentado esencialmente en la "confianza", por lo que la falta de un sistema de "seguridad" determinará su retraimiento.

Son, pues, muy variados los ámbitos en los que la Administración ha debido imponer unos "límites" a la actividad individual y predeterminar unos modos generales de actuación y de comportamiento perdurables y, por consiguiente, adecuados no sólo a la situación política y económica de cada momento histórico sino también en todos los tiempos.

Es evidente que, en la evolución de todos los sectores sociales, cada movimiento histórico adoptado para configurar un futuro que se prevé como mejor pasa, necesariamente, por tres ámbitos: el de la "vida social", condicionada por lo económico y lo cultural, el del "pensamiento filosófico", influenciado al máximo por el sistema político, y el de los "medios científicos y técnicos", generalmente más abstracto.

En los tiempos modernos, la evolución de los dos primeros ámbitos es imprevisible ya que se puede apreciar que estamos inmersos en una ambigua configuración de lo social y cultural y en cambios alternativos radicales del pensamiento filosófico y político. Pero, en lo que no cabe duda es que el advenimiento de una tecnología postmoderna, impulsada por la revolución electrónica y dominada por la informática -"sociedad digital", "redes de conexión" y "autovías espa-Page 27ciales" de comunicación-, que originan la nueva "galaxia" de las telecomunicaciones que permite a todos el acceso inmediato a un mundo de "información" casi sin limites, ha hecho de nuestro tiempo el umbral de una nueva época, la "era del ciber-espacio", con sus enormes ventajas indudables, pero también con numerosas situaciones negativas, derivadas, unas veces de los excesos y abusos que pueden darse, fácilmente, por la utilización indiscriminada e irresponsable de la inmensa cantidad de datos que pueden ser acumulados y manejados por los medios de publicidad -principalmente en lo que atañe a la "intimidad" de las personas-, lo que precisa ser corregido con un adecuado "sistema de organización" basado en la "profesionalidad" y en la "responsabilidad" de los agentes; y otras veces por los riesgos inherentes a esa alta tecnología que no está carente de errores y peligros, lo que se intenta evitar creando, simultáneamente, no sólo los "antivirus" protectores que eviten la destrucción accidental de los bancos de datos, sino también los adecuados "sistemas de conservación" para asegurar la permanencia de la información en el tiempo ("bases de datos", "copias de seguridad" y "bunkers" de almacenamiento de los originales) y facilitar en cualquier momento la "consulta" directa mediante el traslado de los datos a un medio manejable, como el "soporte papel", y regulando los sistemas de acceso restringido a los "archivos" o almacenes de los registros, procurando compaginar...

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