Psicopatología e interrupción voluntaria del embarazo

AutorAquilino Polaino Lorente
CargoFacultad de Medicina. Universidad CEU-San Pablo. Madrid. Campus de Montepríncipe, Edicfi cio C Ctra. Boadilla del Monte Km. 5.300. Urb. Montepríncipe. 28668 Boadilla del Monte Tfno: +34 91 7451815 / +34 91 3724700 Fax: +34 91 3724000 aquilinopolaino@terra.es apolaino@ceu.es
Páginas358-380

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1. Los eufemismos y la manipulación del lenguaje

El lenguaje coloquial es la punta de lanza de la «lengua viva» que trasmite concretos significados de un hablante a otro, hasta crear una persuasiva opinión generalizada, que de suyo parece evidente. El actual lenguaje coloquial sobre el aborto está amasado con numerosos eufemismos que acaban por confundir al hablante. De acuerdo con el Diccionario de la Lengua Española1, se entiende por eufemismo un «modo de decir para expresar con suavidad o decoro ideas cuya recta y franca expresión sería dura o malsonante». A lo que parece, como el aborto es un término «duro» y «traumático» -una de las experiencias más lacerantes para la salud de la mujer-, lo que suelen hacer sus partidarios es envolverlo en palabras blandas y aparentemente transparentes -Interrupción Voluntaria del Embarazo- para que se cuele en el contexto cultural de forma indolora. A continuación se recogen, a modo de ejemplo, algunos de los eufemismos con que hoy se hace apología del aborto.

El término «aborto» -afirman- es una antigualla que ha caído en desuso. Hubo un tiempo pre-democrático en que fue útil para asustar a la mujer y a quienes la ayudaban a abortar. Un término que estaba vinculado a las leyes paternalistas y, por tanto, machistas. Un término obsoleto que al fin se ha caído de nuestros labios y, sin más, ha salido Page 359 de la circulación de los hablantes. En realidad, hablar de aborto era una forma de cristalizar los prejuicios sociales.

Se nos ha vendido que hablar de «Interrupción Voluntaria del Embarazo» (IVE, en lo sucesivo), en lugar de aborto, es mucho más conforme con la libertad, la tolerancia, y el derecho de la mujer. Con este nuevo término tratan de hacernos creer que al fin se hace justicia a la mujer. Según el «pensamiento dominante», tal acción (de abortar) designa un derecho inalienable de la mujer: a su propio cuerpo (y a lo que en él se contiene); a ejercer su legítima voluntad (el aborto es voluntario) sin considerar la voluntad de la otra persona que lo sufre (el hijo); y a interrumpir un proceso (el proceso vital del hijo), que está asentado en ella y sólo en ella.

Interpretadas así las cosas, no se entiende que esté prohibido vender un riñón (forma parte del propio cuerpo) o eliminar a otro ciudadano; no se entiende que se confunda el continente (el propio cuerpo) con el contenido (la persona que ha anidado en ese cuerpo); no se entiende que la exclusiva voluntad de una persona (la de la mujer) pueda decidir acerca de la vida de otra persona (la del hijo); y no se entiende que una persona pueda decidir de espaldas a la entera sociedad (porque el hijo, como futuro ciudadano, es parte -y parte fundamental e irrenunciable- de todos los que constituimos una comunidad, una nación).

Podrían citarse numerosos ejemplos de los eufemismos puestos en circulación en la actual sociedad, en los que se aprecia la misma contradicción que en la IVE: «Interrupción de la Respiración Ajena» (IRA, estrangular o ahorcar a otro); «Transferencia Urgente de un Bien» (TUB, robo); «Interrupción de una Transferencia Problemática» (ITP; no pagar impuestos); «Interrupción de una Fuente de Información» (IFI; no hacer la declaración de Hacienda); etc.

2. Incidencia del aborto

De acuerdo con la evolución de la incidencia del aborto experimentada en España, no puede afirmarse que el uso de los preservativos sea eficaz. De una parte, tal uso forzosamente ha de incrementar la frecuencia y el número de contactos sexuales, lo que por sí solo aumenta la exposición al riesgo de embarazo en adolescentes y jóvenes. De otra, si se incrementa la repetición de tal comportamiento, se acrece un cierto riesgo adicional: la disminución del necesario autocontrol sobre ese comportamiento, con independencia de que se disponga o no de preservativo.

Sea como fuere, el hecho es que la Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE) se ha disparado, especialmente entre las personas más jóvenes. La tasa de abortos por cada 1000 mujeres adolescentes, menores de 19 años de edad, ha pasado del 5% (1996) al 11% (2005). Es decir, que se ha más que duplicado2. Algo muy parecido acontece entre las jóvenes Page 360 mayores de 19 años. En concreto, la tasa de abortos por cada 1000 mujeres de 20 a 24 años ha pasado del 8,2% (1996) al 16% (2005).

En veinte años ambas tasas se han multiplicado para estos grupos de edad, estando muy por encima de la tasa promedio para la totalidad de las mujeres españolas (9/1000). Hoy no es excepcional que una mujer de 26 años haya sufrido cuatro abortos, con las graves consecuencias psicopatológicas que de ello se deriva (INJUVE, 2004)3.

Según el último informe del Instituto de Política Familiar4, uno de cada dos embarazos en mujeres menores de 20 años termina en aborto. Por eso -continúa el informe-, la política seguida por la Administración, promoviendo la Píldora del Día Después (PDD) es una política «errónea y trasnochada» que está fracasando, por cuanto ha conseguido que aumente el número de abortos.

Mientras tanto, la principal causa de mortalidad infantil (más de 112.000 en el año 2007) es el aborto. Hoy, paradójicamente, 1 de cada 6 embarazos termina en aborto. Se realiza un aborto cada 5,1 minutos, 12 abortos/hora, 278 abortos/día y 4200 abortos / 15 días (lo que cubriría la demanda de adopciones internacionales/año). El número de abortos, cada 20 días, supera el de todas las personas muertas al año, a causa de los accidentes de tráfico.

En los últimos 20 años, desde la ley del aborto (1985-2006), se han perdido 1.121.592 vidas humanas. En los 6 últimos años se ha producido un incremento del 60% en el número de abortos. Según el último informe del IPF, los abortos anuales entre adolescentes triplican la cifra de víctimas en carretera. En España, la mitad de los embarazos en menores de 20 años (una de cada dos) acaba en aborto: 13.894 en 20065.

Los datos anteriores nos ofrecen un nuevo horizonte -el de la psicopatología- desde el que es preciso afrontar el «problema» del aborto. Desentenderse de ello o mirar hacia otra parte esterilizaría cualquier tipo de acción preventiva del aborto.

El estudio de los datos relativos a la adopción en España es también significativo. El 87% de los niños que se adoptan (alrededor de 5000 por año) proceden de la adopción internacional. La adopción nacional en España es ahora del 0,2% de los nacimientos6.

En la actualidad, el origen de uno de cada 4 hijos nacidos en nuestro país, es extramatrimonial. El 26.5% de los nacidos en España (123.938/año) nacen fuera del matrimonio. Según esto, la alternancia y/o el cambio de pareja no sólo conducen a la promiscuidad, sino también al incremento del aborto7. Page 361

España es una nación vieja, en la que 7'5 millones de sus habitantes tienen más de 65 años, frente a los 6'4 millones, que son menores de 14 años. En la actualidad, una de cada seis personas es mayor de 65 años. En 26 años, la población mayor de 65 años se ha incrementado un 78%. A día de hoy, hay más de 2 millones de personas mayores de 80 años (5% de la población).

Otra cuestión relevante, relacionada con el análisis de la incidencia del aborto en España, es la actual crisis de la familia en lo que atañe, principalmente, a la natalidad.

El número de divorcios se ha duplicado en los 6 últimos años. Desde 1985 a 2007 se ha superado el millón de divorcios (1.018.877), lo que afecta a más de 1.750.000 niños. La ley del «divorcio exprés» (julio 2005) ha disparado el divorcio. Las predicciones, antes del 2010 (IPF, 2006) es que, de seguir esta tendencia, por cada nuevo matrimonio (209.000/año) se romperá otro (208.239/año) en el año 2010.

Sin duda alguna, la cohabitación ha aumentado. La natalidad extramatrimonial promedio en la UE-27 es del 33,99% de los nacidos. Hay países como Estonia (58,24%), Suecia (55,47%), Bulgaria (50,79%) y Francia (50,49%) en los que nacen más niños fuera del matrimonio que dentro (IPF, EUROSTAT y UNECE, 2006).

Uno de cada 6 nacimientos en España es de madres extranjera (16,5%) y, de acuerdo con los estudios prospectivos, es previsible que en 2010 sea uno de cada 48.

El modelo de familia que la pareja elige no es algo teórico que nada o muy poco tenga que ver con la salud mental de los hijos. Los resultados encontrados por Meltzer et al.9 manifiestan que cada modelo de familia comporta y exige un determinado estilo de vida que condiciona -¡y mucho!- la salud mental de los hijos. Los datos encontrados por los autores ponen de relieve que la incidencia de los trastornos afectivo en los hijos se duplica en aquellas parejas que cohabitan y se triplica en las familias con un solo padre. Algo parecido, aunque menos acentuado, sucede con los trastornos de conducta, cuya incidencia se duplica también en ambos casos10.

Sea como fuere, el hecho es que el divorcio es un poderoso factor que incrementa los graves trastornos de conducta en la adolescencia (robo a comercios, daños contra la propiedad en el colegio, consumo de alcohol, lesiones a compañeros, violencia escolar, pasotismo en relación con los profesores, etc.), tal y como se pone de manifiesto en algunas investigaciones longitudinales11. Page 362

3. El nuevo comportamiento sexual emergente

El autor de estas líneas se ha basado, principalmente, en los resultados publicados, recientemente, por diversos observatorios e instituciones acerca de la familia (INE, Ministerio de Sanidad, EUROSTAT, OMS, Consejo General del Poder Judicial, OCDE...

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