Promover los Derechos Humanos en un mundo profundamente dividido. Lecciones desde una pequeña isla

AutorTim Dunne
Cargo del AutorReader in International Politics. Head of Politics Department. University of Exeter
Páginas251-260

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PROMOVER LOS DERECHOS HUMANOS EN UN MUNDO PROFUNDAMENTE DIVIDIDO. LECCIONES DESDE UNA PEQUEÑA ISLA

TIM DUNNE***

1. Ética más allá de la orilla del mar

El desarrollo de una cultura global de los derechos humanos es una de las características más sobresalientes del sistema internacional tardomoderno. Este proceso ha sido tortuoso y continúa siendo controvertido –en gran medida porque algunos de los defensores más entusiastas de los derechos humanos creen que la coerción es potencialmente un mecanismo necesario y moralmente defendible para lograr el rescate de extranjeros que se encuentran en una situación de emergencia humanitaria extrema–. El propósito de este trabajo es analizar las responsabilidades en que incurren los estados por proteger los derechos humanos. Esto implica una discusión previa sobre el papel de la ética en la política exterior. Una vez que se han establecido las condiciones para una política exterior ética, las cuestiones que se plantean entonces giran en torno a las posibilidades de usar los instrumentos de la política exterior para promover valores. La cuestión de la guerra humanitaria sitúa el problema de una política exterior ética en términos muy crudos: ¿pueden alcanzarse los buenos fines mediante el uso de instrumentos funestos? Si la acción humanitaria es permisible, ¿cuándo es apropiado para los estados actuar y bajo qué autoridad? Y si la norma es desigualmente aplicada, ¿qué ocurre?

Todos los estados tienen una política exterior “ética”. En muchas partes del mundo, particularmente en las sociedades democráticoliberales, la di-

* El autor desea reconocer que este trabajo está fuertemente inspirado en una obra escrita con Nicholas J. Wheeler.

** Traducción de Alfonso de JuliosCampuzano.

*** Reader in International Politics. Head of Politics Department. University of Exeter.

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mensión ética de la política exterior es abiertamente defendida. Por otra parte, mientras la apelación retórica a los principios éticos puede estar menos en evidencia, la política exterior es considerada aún como un instrumento para promover cierta clase de valores, como la seguridad, la prosperidad o la influencia. Para decirlo claramente, la ética no puede ser suprimida sin más de la agenda de la política exterior de los estados modernos.

¿Por qué, entonces, la idea de una política exterior ética es tan contestada en la teoría y en la práctica? De acuerdo con el Realismo, la teoría dominante en las Relaciones Internacionales, los valores morales convencionales no ejercerían influencia sobre las altas decisiones del arte de gobernar. La tarea de un gobernante responsable es promover el interés del estado, que se expresa a través de varias prácticas, como la defensa, la diplomacia, las alianzas políticas, el equilibrio de poderes y la preparación para el uso de la fuerza como último recurso. Vamos a caracterizar esta aproximación realista a la ética y a la política exterior en términos de primacía del interés nacional.

Hay un importante presupuesto que subyace a este argumento realista: los intereses están establecidos y permanecen invariables a través del tiempo. Los valores, sin embargo, son determinados por los partidos políticos y el proceso de argumentación en la sociedad doméstica. La consecuencia que se sigue de ello es que cualquiera que sea la ideología que triunfe en la sociedad doméstica, el curso de la política exterior debería permanecer inalterado. Los realistas podrían argüir que la política exterior de los Estados Unidos en la Guerra Fría ilustra exactamente esta tendencia. Todos los presidentes republicanos y demócratas persiguieron el núcleo del interés nacional de los Estados Unidos de contener la amenaza soviética, promover la integración europea, mantener la hegemonía hemisférica en el continente americano y asegurar el acceso en condiciones favorables a fuentes de energía claves en el Medio Oriente. Estas prioridades aseguraron que los valores éticos que tienen que ver con los derechos humanos fueran vistos como periféricos o incluso como una barrera para lograr en el sistema internacional el tipo de posición que maximizara la seguridad y el interés económico de los Estados Unidos.

¿De dónde procede esta división entre la política en el interior del estado y la formulación de la política más allá de las fronteras estatales? De acuerdo con los realistas, esta distinción deriva de la naturaleza del sistema internacional que caracterizan como “anárquico”. Este término no es equiparable a “caos”, como se usa a menudo en el lenguaje cotidiano: en vez de ello, se usa para denotar la ausencia de reglas. Lo que significa aquí es que mientras en el orden doméstico tenemos un gobierno que legisla e implementa reglas, en el orden internacional no existe un poder equivalente.

Antes de comenzar a considerar las limitaciones del punto de vista realista, quizás resulte útil pensar sobre las formas en que esta perspectiva resuena

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en la experiencia política cotidiana de la gente. Es instructivo recordar en este punto una de las campañas de citas más famosas en la historia política reciente. En la carrera hacia la campaña para la elección presidencial de 1994, el eslogan primordial del equipo de William Jefferson Clinton fue “es la estúpida economía”. En otras palabras, la perceptible debilidad de la administración del Presidente George Bush fue que estaba excesivamente preocupada por las cuestiones de política exterior. Ampliando este aspecto aún más, los debates políticos sobre la Unión Europea en los medios de comunicación del Reino Unido sugieren que los realistas aciertan al enfatizar la fuerza del sentimiento despertado por las amenazas perceptibles al interés nacional.

La única alternativa teórica persistente a la idea realista de la primacía del interés nacional es la noción liberal y social democrática de internacionalismo. Aunque existen diferentes versiones de esta doctrina, en esencia, el internacionalismo mantiene que los estados son probablemente más seguros si acuerdan cooperar con otros y...

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