Prólogo
| Autor | Gerardo Echeita Sarrionandia |
| Páginas | 13-16 |
PRÓLOGO
La idea de una educación más inclusiva a lo largo y ancho de todas las eta-
pas educativas, desde la educación infantil hasta la universidad, ha ido ganando
terreno en los últimos 25 años, hasta el punto que ha conseguido situarse como
uno de los Objetivos para el Desarrollo Sostenible (ODS, Nº4), en el siempre
complejo marco de la convivencia internacional que es el sistema de Naciones
Unidas. Un sistema de cooperación multilateral que intenta orientar dicha convi-
vencia hacia metas sociales, culturales, educativas, medioambientes y econó-
micas valiosas para todos, pero, sobre todo, con capacidad para paliar las enor-
mes desigualdades e injusticias que vemos por doquier en las sociedades
contemporáneas, sean las del enriquecido norte o las del empobrecido sur.
Si ello es cierto, entonces parece más que necesario preguntarnos por las
razones y el signicado de este adjetivo, inclusivo o inclusiva, que hoy vemos
añadir con celeridad a tantas declaraciones, políticas y algunas prácticas, no solo
educativas sino también sociales, culturales, o empresariales. No me considero
un exégeta (DLE, “persona que interpreta o expone un texto”) más capacitado
que otros y, en este libro que tengo el gusto de prologar, el lector encontrará
muchas oportunidades para enriquecer, contrastar y, quién sabe, si para polemi-
zar también sobre unas y otras. Desde mi punto de vista, la principal razón que
alienta este movimiento tiene que ver con un pujante e imparable reconocimien-
to de la igual dignidad de todos los seres humanos. Es una nueva vuelta en
espiral a la aspiración que, 60 años atrás (1948), viera nacer la Declaración
Universal de los Derechos Humanos (DUDH) con su posicionamiento de que
“Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, do-
tados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los
unos con los otros” (art.1). He dicho que es un movimiento creciente e imparable
lo que no quiere decir linear ni constante. Lamentablemente, se parece más a
una de esas carreteras sinuosas de montaña, de idas y vueltas, subidas y baja-
das cuyo recorrido. No obstante, es imprescindible para avanzar, poco a poco,
aunque sean unos pocos metros lineales, hacia la cima. Cuando vemos el auge
de las posiciones supremacistas en los Estados Unidos de América, el resurgir
de los nacionalismos excluyentes y xenófobos en la vieja Europa, y las guerras
sin n por razones geopolíticas y religiosas en Oriente Medio, todo parece apun-
tar a que en estos momentos estuviéramos en una etapa de retroceso en ese
sinuoso camino.
Pero al mismo tiempo apreciamos que avanzamos al ver la fortaleza de un
movimiento feminista a escala global que se ha instalado por doquier para con-
frontar las situaciones de violencia, desigualdad o indignidad que todavía ame-
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