Prólogo
| Autor | Inmaculada González Cabrera y María del Pino Rodríguez González |
| Páginas | 19-20 |
PRÓLOGO
I G C
M P R G
I G C M P R G
El arrendamiento de viviendas con nes turísticos (viviendas vacaciona-
les, en Canarias) no es un fenómeno nuevo, sino una constante en la mayoría
de zonas turísticas de nuestro país, si bien sin el protagonismo que dicho
fenómeno ha adquirido en los últimos años. El boom experimentado por
esta modalidad alojativa se debe, principalmente, al imparable avance de las
tecnologías y con él de las plataformas digitales en las que mayormente se
ofertan tales viviendas vacacionales. Estas plataformas favorecen una mayor
difusión y un contacto más inmediato y directo entre el particular, que ofrece
su segunda residencia, y el turista, que la demanda, siendo, además, el cauce
utilizado para su contratación y el correspondiente pago.
Asimismo, los cambios socio económicos acaecidos en los últimos tiem-
pos han favorecido que un segmento importante de turistas opte por este
tipo de alojamientos, de viviendas vacacionales, como alternativa a los de
carácter tradicional, en la medida en que aquellas se adaptan mejor a sus
expectativas y necesidades económicas y personales. Es entonces cuando
dicha actividad adquiere una posición relevante en el mercado y se convierte
en un claro competidor del sector reglado tradicional (alojamiento hotelero
y extrahotelero), y cuando se abre un amplio e intenso debate entre todos
los agentes implicados (políticos, económicos y sociales).
A partir de ese momento, el legislador se plantea la posibilidad de in-
tervenir en dicha actividad, regulándola. A tal efecto hay que decir que una
buena parte de la doctrina incluye dicha actividad alojativa bajo el paraguas
de la economía colaborativa, básicamente, sobre la base de que estamos ante
recursos infrautilizados que se ponen en el mercado de forma sostenible y
que permiten, de un lado, al propietario optimizar el inmueble generando
una renta extra y, de otro, al turista acceder a un alojamiento en destino más
acorde con sus necesidades particulares y, desde luego, también más barato.
No olvidemos que desde hace años estamos bajo el in ujo de la economía
“low cost”, no sólo en el transporte y el alojamiento, sino también en otras
actividades, tales como, por ejemplo, el sector de la peluquería que se ha
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