Prólogo

AutorElizabeth S. Basto Gómez
Páginas31-38
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Prólogo
En muy raras ocasiones la lectura de un estudio jurídico tiene la capa-
cidad de descubrirnos un universo tan inmediato como desconocido, de des-
pertarnos una irrefrenable curiosidad por saber más del tema que nos plantea.
Desde que llegamos al mundo los olores nos envuelven, nos trasladan
información sobre lo que nos rodea, nos comunican. Los percibimos y los emi-
timos, nos atraen o nos repelen, pero siempre, siempre, quedan grabados en lo
más profundo de nuestra memoria y pasan a formar parte de lo que somos.
En nuestra condición de especie que interactuaba constantemente con la
naturaleza, la información que nos facilitaba resultaba simple y llanamente vi-
tal. El agua que podía enfermarnos, un incendio que se aproximaba, la sutil dis-
tinción entre la planta que cura y la que mata. Incapaces el resto de los sentidos
de darnos la información que necesitábamos para sobrevivir a muchos de estos
desafíos, el olfato se revela como el sentido más preciso, más selectivo.
Seguramente por ello y aunque convivamos con él casi desapercibi-
damente, el olfato es el sentido que, frente a cualquier otro, ocupa una parte
signicativamente más extensa del cerebro. Esto puede explicar dos de sus
características más signicativas: su persistente permanencia en la memoria y
su impresionante capacidad evocadora.
Aunque en un estudio relativamente reciente1 se han identicado úni-
1 «Categorical Dimensions of Human Odor Descriptor Space Revealed by Non-Nega-
tive Matrix Factorization» de CASTRO, JB.; RAMANATHAN, A.; y CHENNU-
BHOTLA, CS. en PLoS ONE 8(9): e73289. doi:10.1371/journal.pone.0073289,
2013. Disponible en http://journals.plos.org/plosone/article?id=10.1371/journal.
pone.0073289

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