Prólogo

AutorMaría Luisa Villamarín López
Páginas9-12

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El ordenamiento jurídico y, en lo que ahora nos importa, los sistemas de justicia no deben vivir de espaldas a los progresos científicos ni, sobre todo, deben renunciar a aprovechar las ventajas que éstos pueden comportar. Se trata de una afirmación que el lector, sin duda, comparte conmigo, al tiempo que, también sin duda, lamenta el retraso con el que el legislador suele convertir en ley aplicable las posibilidades que los progresos científicos ofrecen en relación con la investigación penal.

Desde hace ya bastantes años, hablar de progreso científico en relación con el proceso ha sido sinónimo de hacer alusión a una de estas dos realidades: de un lado, la conocida como «prueba deADN», de indudable utilidad para acreditar la autoría de múltiples delitos —pero también de otros extremos igualmente relevantes para una investigación penal, como la identidad de unos restos humanos o la existencia de vínculos familiares entre dos o más sujetos—; de otro lado, las «nuevas tecnologías de la información y la comunicación», cuya operatividady cuyos potenciales son innumerables, dado el vasto espectro que estos términos cubren. Las ventajas que estos progresos científicos han reportado o que pueden reportar a nuestro sistema de justicia penal son innegables y no tiene sentido ahora detenerse en ellas de forma detallada. Lo esencial, a la hora de valorarlos positivamente, es que sirven para poder tener un mejor conocimiento de los hechos relevantes para un proceso o, si queremos expresarlo más llanamente, estamos interesados en poder servirnos de ellos porque sirven para conocer mejor la verdad.

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María Luisa VILLAMARÍN nos recuerda con este libro que, más allá de la bioquímica y de las TICs, la neurociencia también empieza a reclamar su espacio en el ámbito de la justicia. Los estudios acerca del funcionamiento del cerebro se han desarrollado deforma vertiginosa en las últimas décadas y nos enfrentan a dilemas básicos para ciertas disciplinas jurídicas. Así, desde la perspectiva del Derecho penal, interesa saber hasta qué punto nuestra conducta es realmente libre o si, por el contrario, existe una suerte de condicionamiento biológico que, tal vez, obligaría a revisar algunas de las bases sobre las que se construye la dogmática de la imputación penal. Si nos desplazamos al ámbito del Derecho procesal, la perspectiva que se abre es la de poder llegar a saber qué hay en la mente de un sujeto o, al menos, la de poder determinar si...

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