Prólogo

AutorRosario Tur Ausina
Páginas9-12

Page 9

En un contexto socio-político como el que vivimos, en el que todo parecía medianamente consolidado pero nada —o casi nada— de lo que se pensaba era cierto, y en el que la política necesita por ello, más que nunca, del conocimiento, es cuando emergen los análisis y la reivindicación del potencial científico del Derecho, como además nos demuestran tantas otras experiencias comparadas. Pero si alguna disciplina se encuentra en especial predisposición —o casi se diría que es una obligación—, para abordar y rearmar la situación jurídico-política actual, esa es el Derecho Constitucional. Porque no se le puede negar su consideración como Derecho común del ordenamiento jurídico que es, en relación con determinadas cuestiones que deben ser objeto de todo un proceso de regulación y revisión normativa.

Como no podía ser de otro modo, el dinamismo que ha revelado nuestro ordenamiento nos lleva a prestar especial atención a las materias primas con las que trabajamos, las categorías dogmáticas clásicas y no tan clásicas; mirando hacia el exterior (hacia otros Estados o hacia Europa), pero haciéndolo desde lo propio, desde nuestras particularidades. Al final, sin embargo, el problema siempre es el mismo: la normatividad constitucional, real y efectiva, pero también actualizada e identificada con la sociedad misma. La tendencia arrastrada desde los inicios continentales del constitucionalismo —y acrecentada por nuestra forma de ser latina y mediterránea—, a obviar ciertas partes de la sociedad y de la vida cotidiana, dejándolas extramuros de la política o invisibilizando ciertas singularidades, nos ha llevado a situarnos en posiciones ficticias, lejanas de la realidad misma y de las personas, paradójicamente éstas últimas, la razón de ser de las Constituciones.

Page 10

Nadie ni nada puede encontrarse al margen de la Constitución, a menos que una sociedad decida voluntariamente no querer vivir en el marco de un sistema constitucional (o también puede ocurrir, lo que incluso es más probable, que una sociedad no sepa o no sea plenamente consciente de lo que significa tener una Constitución y lo que implica). En cualquier caso, dando por sentado que el propósito existe como así lo creemos, la historia constitucional nos demuestra que ésta es siempre un proyecto en continua construcción. Los momentos de «crisis» —califíquese esta como se quiera; basta con que una sociedad lo sienta así— son una oportunidad para la construcción —o casi mejor...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR