Prólogo

AutorManuel Arenilla Sáez
Cargo del AutorDirector del INAP
Páginas17-22

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Decía Guaita Martorell que es la norma la que convierte el terreno en territorio.

La vinculación del INAP con el territorio y su ordenación es original. Como sucesor de la obra y la misión del Instituto de Estudios de Administración Local, el INAP ha venido acrecentando su interés por la ordenación del territorio y su organización política y administrativa, en la medida en que también se ha ido acrecentando su interés social.

El territorio está vivo y en permanente transformación, no sólo por la acción de la naturaleza, sino cada vez en mayor medida por el comportamiento de la población que lo ocupa; los expertos se refieren ya con total naturalidad a una nueva época geológica, el antropoceno, en el que la huella del hombre sobre el territorio es cada vez más honda y sensible. Según ha explicado uno de sus promotores, Reinhold Leinfelder, "más del 90% de todo el crecimiento de plantas, por ejemplo, tiene actualmente lugar en sistemas dirigidos o fuertemente influenciados por la acción humana. El 90% de toda la biomasa, de todos los seres vivos, es originada por el hombre o por sus animales domésticos. Y más de tres cuartas partes de la superficie terrestre libre de hielo ya no están en su estado original, sino en forma de paisajes originados directa o indirectamente por el hombre".

Los retos que plantea esta transformación tienen una directa relación con nuestro modo de vivir, pensar y gobernar los intereses públicos. Estar atentos a estos cambios en la ocupación humana del territorio constituye una prioridad para todas aquellas instituciones que, como el INAP, tienen como misión crear conocimiento transformador en beneficio de la sociedad.

Nada más actual, urgente y necesaria que una obra como ésta que nos ayude a comprender cómo afrontar los retos de un mundo de grandes aglomeraciones humanas, creciente envejecimiento poblacional, acelerado desarrollo tecnológico, una nueva economía global y del conocimiento, nuevas formas de organización social, nuevas formas de gobierno y, por descontado, nuevas formas de administrar el territorio.

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El territorio se está haciendo urbano. Las ciudades del pasado aparecen en nuestra cultura política idealmente representadas como espacios de la libertad, la democracia y el progreso del hombre. Las ciudades del presente y del futuro están relacionadas con la innovación social y la forma en que las nuevas necesidades encuentran respuestas en la creatividad de todo tipo de actores públicos y privados que interactúan entre sí de acuerdo a relaciones flexibles, informales, cambiantes y complejas. La ciudad hacía libres a las personas en otros tiempos. Ahora las hace innovadoras y creativas en el marco de la sociedad del conocimiento y del riesgo y para generar valor social e impulsar cambios reales que impacten en la vida de las personas. La literatura científica ha venido vinculando la gestión del conocimiento, la creatividad y la innovación social al ámbito urbano. De hecho, en una reciente publicación del INAP1, sus autores ponen de manifiesto que hay dos variables clave de especial interés para generar innovación social en las empresas sociales en relación con su entorno: el marco normativo e institucional y el tamaño de las ciudades donde se ubican: "La segunda variable es el tamaño de las ciudades, que son los principales centros de innovación y generación de conocimiento. Son espacios que favorecen el surgimiento de nuevos productos, servicios, ideas y, en general, nuevas formas de hacer las cosas. Las grandes ciudades brindan oportunidades de aprendizaje a sus habitantes, gracias al cúmulo de interacciones diarias que se producen en su territorio. Son interacciones de carácter social, académico o empresarial...

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